Nos cuesta trabajo asumirlo, pero dibujar y publicar la silueta de Mahoma le ha costado la vida a unas cuantas personas. Doce muertos hubo en un atentado contra la redacción del semanario francés Charlie Hebdo en 2015 y varios más en las manifestaciones de protesta que desató un hecho similar en Dinamarca unos años antes.

Para muchos  musulmanes, incluidos los que viven desde hace años en sociedades supuestamente abiertas y tolerantes como las nuestras, hacer chistes sobre el Profeta es un pecado de blasfemia que debe conducir a la muerte de quién lo perpetra.

Pero el mundo islámico no tiene el monopolio de la blasfemia, como puede deducirse de varias informaciones recientes que demuestran que la intolerancia religiosa continúa demasiado extendida por el mundo. Todavía hay países europeos donde hacer comentarios o chistes con matices resligiosos puede llevarte a la cárcel, a las principales portadas de prensa o a un juzgado madrileño. Lo que se narra a continuación ha ocurrido está misma semana.