Enrique Abuín, el asesino confeso de Diana Quer lastró con dos bloques cerámicos unidos por un cable de red (de transmisión de datos informáticos) el cuerpo de la joven para que no saliera a flote del pozo en el que lo ocultó. Según la declaración de uno de los agentes de la Guardia Civil que participaron en el levantamiento del cadáver en la nave de Asados, en Rianxo, también fueron localizados otros dos bloques unidos por un cable eléctrico normal.
El detalle que desmonta la declaración de El Chicle
El cuerpo de Diana Quer, totalmente desnudo, fue hundido por los dos bloques de material cerámico, de 18 kilos de peso, y el tipo de cable usado, de entre 9 y 10 metros, más grueso que el eléctrico común, no fue hallado en otro lugar del sótano. Este detalle, sin importancia aparente, desmonta, sin embargo, la declaración de José Enrique Abuín alias El Chicle, quien aseguró en su defensa que el cable que empleó lo arrancó de una viga del sótano. La defensa sostiene que la nave fue sometida a una intensa limpieza en el periodo entre la muerte de Diana Quer y el hallazgo del cadáver, en la que se quitaron los numerosos materiales que había en su interior.
En el fondo del pozo,según el agente, se encontraron otros dos ladrillos similares a los que lastraban el cuerpo y que también estaban unidos por un cable, aunque en esta ocasión de tipo eléctrico.
Atados a modo de asa
El cable que unía los bloques que lastraban el cuerpo de Diana Quer había sido anudado en dos lazos en los laterales, a modo de asa, para "tener un control sobre el peso de los bloques antes de dejarlos caer". El cable que unía los dos bloques del fondo, sin embargo, no tenía este tipo de lazada hecha.
Objetos que llevaba la joven en su bolso
En la superficie del agua del pozo se localizaron flotando varios objetos, entre ellos un bote de desodorante que procedía del interior del bolso de Diana, que fue localizado abierto en el limo del fondo al igual que el tanga de la víctima. En el fondo del pozo también se localizaron dos trozos de cinta adhesiva de unos 50 centímetros de longitud por cuatro centímetros de ancho que "estaban muy deterioradas", algo que impidió practicarles "ningún estudio".
La brida enredada en el pelo
El agente que ha declarado este lunes también ha hablado de la brida localizada enredada en el pelo de Diana Quer y que la acusación considera que fue utilizada para estrangularla. Según se ha podido ver en el juicio, la brida, de color negro y de gran tamaño, estaba cerrada en una circunferencia pequeña, que el propio testigo ha asimilado al cuello de la víctima.
La brida fue localizada enredada en el pelo cuando fue recuperada la cabeza, y el agente cree "muy poco probable" que se tratase de un enredo "accidental" de un objeto que ya se encontrase en el pozo. "Dudo mucho que eso sea así", ha narrando, teniendo en cuenta que en el fondo del pozo se localizaron otros trozos de brida, dos negros y uno transparente.
Unas escaleras empinadas y oscuridad
En el sótano en el que se encontraba el pozo, cuando se realizó la primera inspección, sobre las 3,40 horas de la madrugada, la visibilidad era nula y "se necesitaba apoyo de la luz artificial" para deambular. El agente ha descrito como "empinadas" las escaleras de acceso. "Es una zona complicada para transitar sin luz, estás como perdido", ha dicho.
La forma en la que fue tirada al pozo
El investigador ha afirmado que con la posición en la que fue hallada Diana Quer, para introducirla por la tapa del pozo habría sido necesario "vencer el rigor mortis" o, en todo caso, que este no hubiese estado instaurado aún.
Según la explicación de un experto en criminalística, el cuerpo, con la postura que tenía, sí podría introducirse "en la entrada pequeña del pozo (45 x 45 centímetros), pero no sacarlo". Está por probarse si la otra pareja de bloques fueron lanzados inicialmente por Abuín y, al soltarse, echó los otros dos para garantizar que hundía el cuerpo. Esto podría relacionarse con la acusación de la Fiscalía, que asegura que Abuín Gey regresó a la nave, días después de la noche del crimen, para asegurarse de que el cuerpo no fuera encontrado jamás.
