Hace treinta años, fumar en los recreos o beber los fines de semana era casi un rito adolescente. Hoy, esa escena pertenece al pasado. La Encuesta ESTUDES 2025, elaborada por el Ministerio de Sanidad y presentada este miércoles por la ministra Mónica García, confirma un cambio histórico en los hábitos juveniles: los jóvenes españoles han reducido drásticamente el consumo de alcohol, tabaco y cannabis, situándose en los niveles más bajos desde que existen registros. El estudio, realizado a más de 35.000 estudiantes de entre 14 y 18 años, refleja que las nuevas generaciones se alejan de los patrones de consumo que marcaron a sus predecesores y abrazan una visión más saludable del ocio y la convivencia.
“Las nuevas generaciones están cambiando, construyendo una nueva forma de entender la salud y el ocio. No pasa todo por el consumo de alcohol y tabaco. Cada vez más jóvenes eligen otras maneras de relacionarse y de sentirse bien”, destacó García durante la presentación del informe, en un acto en el que subrayó el impacto de las políticas públicas de prevención en esta transformación.
El alcohol, cada vez más lejos del ocio juvenil
El alcohol, tradicionalmente asociado a la socialización adolescente, muestra una caída sin precedentes. Según los datos del Ministerio de Sanidad, solo el 51% de los jóvenes declara haber bebido en el último mes, una cifra cinco puntos inferior a la de hace dos años y quince puntos por debajo de la registrada hace una década. También se reduce el número de borracheras, que afectan a menos del 20% de los adolescentes, cuando en 2015 esa proporción superaba el 30%.
Aunque la edad media de inicio en el consumo se mantiene estable —en torno a los 13,7 años—, el descenso de la frecuencia y cantidad de alcohol ingerido indica un cambio en la forma de ocio. Las nuevas generaciones parecen priorizar actividades menos ligadas a la ingesta de bebidas, en un contexto social donde los botellones han perdido peso y el mensaje de prevención ha calado con fuerza.
El tabaco se desploma y el vapeo divide a los expertos
El tabaco también vive su mínimo histórico. Solo un 4,3% de los adolescentes fuma a diario, una cifra que contrasta con el más del 20% registrado en los años noventa. En el último mes, el porcentaje de fumadores se sitúa en el 15,5%, seis puntos menos que en 2023.
Sin embargo, la sustitución parcial del cigarrillo por el vapeo abre un nuevo frente sanitario. El estudio apunta que el 27,1% de los adolescentes ha vapeado en el último mes, aunque esta cifra representa un ligero aumento de menos de un punto respecto al informe anterior. En cambio, los porcentajes de quienes lo han hecho en el último año (40,8%) o alguna vez en la vida (49,6%) descienden entre cinco y seis puntos, señal de que el fenómeno, aunque extendido, parece haber tocado techo.
Cuatro de cada diez jóvenes que vapean lo hacen sin añadir sustancias como la nicotina, aunque la mitad sí recurre a ella, y un 10% combina el dispositivo con derivados del cannabis. Sanidad advierte de que incluso las modalidades sin nicotina “no son inocuas”, por lo que el ministerio planea ampliar la regulación de los nuevos productos de inhalación dentro de las futuras reformas legislativas.
El cannabis, en mínimos y con diferencias de género
El cannabis, que durante años se mantuvo como la droga ilegal más consumida por los adolescentes, se encuentra también en su punto más bajo: solo un 11,6% de los jóvenes lo ha consumido en el último mes, cinco puntos menos que en 2023. La edad media de inicio se mantiene en torno a los 15 años, una barrera que Sanidad considera clave mantener o retrasar para reducir los riesgos asociados.
Las diferencias por sexo siguen siendo significativas. Los chicos consumen más cannabis (17,6%) que las chicas (13,4%), y esa brecha se repite en el resto de drogas ilegales. El consumo de cocaína alcanza el 3,2% entre ellos frente al 1,3% entre ellas; el éxtasis, un 1,6% frente al 0,9%; las anfetaminas, 1,7% frente al 0,5%; y la heroína, aunque marginal, un 1% frente al 0,2%.
El punto débil: el aumento de los ansiolíticos sin receta
No todo son buenas noticias. El estudio advierte de un repunte en el consumo de hipnosedantes sin receta, como ansiolíticos o somníferos, que alcanza su máximo histórico: un 3,9% de los adolescentes los ha tomado en el último mes, mientras que el 7% lo ha hecho en el último año y el 9,5% alguna vez en su vida.
Este aumento preocupa especialmente entre las chicas, que presentan tasas de consumo más altas que los chicos tanto en ansiolíticos como en drogas legales. Los expertos lo asocian con una mayor prevalencia de problemas de ansiedad, estrés y presión social, fenómenos que también reflejan las encuestas sobre salud mental en la adolescencia.
Las políticas públicas, detrás del cambio
Para la ministra García, el avance no es casualidad. “Como Gobierno seguiremos trabajando para crear entornos libres de humo y alcohol, regulando los nuevos productos, para que la salud de los jóvenes sea una prioridad en nuestro país”, afirmó durante su intervención.
Entre las medidas en marcha figuran la ampliación de los espacios libres de humo —que incluirá terrazas, playas, centros deportivos y zonas de ocio al aire libre— y la futura Ley del Alcohol en Menores, que pretende reforzar la prevención, limitar la publicidad y endurecer las sanciones por venta o promoción de bebidas alcohólicas a adolescentes.
Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes
Síguenos en Google Discover