Danza Invisible se baja para siempre de los escenarios. Lo hace después de girar durante 40 años de manera casi ininterrumpida y habiendo dejado éxitos a varias generaciones, y es que aunque estuvieron en la cresta de la ola en los 80, algunas de sus canciones, como Sabor de amor, son, sencillamente, historia de nuestro país. "Seguramente con ese tema habría podido tirar toda la carrera, pero no me gusta vivir del pasado. Yo ya soy un poco famoso y no lo deseo otra vez", dice su cantante, Javier Ojeda (1964), entre risas.

Él -y seguramente el resto de miembros- seguirán, porque no conciben vivir si no es encima de las tablas. De hecho, el malagueño acumula ya varios trabajos en solitario y ahora ha publicado un nuevo EP -Viento de Poniente- que, entre otras sorpresas, cuenta con la participación de sus hijos. "Mi idea era sacarlo el año que viene (...) Por lo tanto, sí, tengo más cosas preparadas", cuenta para tranquilidad de sus seguidores alguien cuya voz, denota entusiasmo, pero también cierta nostalgia por el pasado: "La industria y la situación del músico han ido a peor. Es la demostración palpable de que el capital siempre gana (...) Me preocupa que la gente no tenga tiempo para escuchar un tema de cinco minutos".

El grupo lo deja, pero la marca perdura, y para Ojeda no lo hace mermada. Ni siquiera habla de tiranteces -cifra solo en uno los desencuentros en la banda a lo largo de su recorrido-, splo de la jubilación de Antonio Gil, el miembro más mayor, un poco de cansancio y la necesidad de hacer cosa nuevas. 

PREGUNTA (P): ¿Cómo esperáis esta gira de despedida?

RESPUESTA (R): Hemos querido hacer solo 12 conciertos por varios motivos, pero el fundamental es que Antonio Gil (miembro más mayor del grupo) se jubila. Va a ser un fin de gira inhabitual, no nos reunimos para forrarnos y después volver, como hace todo el mundo, sencillamente para decir que ya, después de tantos años juntos, nos toca ir cada uno por nuestro lado. Nos despedimos con el mejor rollo del mundo, siendo amigos y seguro que seguimos colaborando en cosas. Desaparece la marca pero todos vamos a seguir haciendo música.

No nos reunimos para forrarnos y después volver, como hace todo el mundo

P: Todos los grupos tienen momentos de bajón. ¿Nunca os habéis planteado hasta ahora bajaros de los escenarios?

R: Qué va… En mi caso desde luego no. Si me dicen que tengo que bajarme de los escenarios, me muero, porque no hay cosa que me guste más que tocar en directo. De hecho, me harto de decir que jamás comprenderé a los artistas que paran para regresar después. Es una decisión artística respetable, pero no va conmigo. Yo cuando estoy más de dos meses sin tocar, me pongo a invadir escenarios ajenos (risas).

P: Al margen de los motivos que me das y de que la vitalidad sea una de vuestras virtudes, el cansancio sí es algo que ha hecho mella, entiendo…

R: ¡Claro que sí! Llevábamos una barbaridad sin hacer un disco juntos. Yo estaba más centrado en mi carrera en solitario en cuanto a publicación (…) La marca no ha dejado de estar; al principio, honestamente, por razones económicas, pero por supuesto porque me lo he pasado estupendamente, así que no he visto la necesidad de separarme del grupo.

Cuando empiezo a girar solo lo aviso con tiempo y les explico que es una decisión fruto de la saturación. Tenía muchas cosas encima y como todo iba bien me permití ese lujo de estar “más relajado”, y hablo entre comillas porque hice 71 conciertos.

Dejamos de ser amigos de Ricardo Texidó, pero le estaré eternamente agradecido

P: ¿De dónde saca un artista la energía para girar 40 años de forma ininterrumpida?  Hablamos de medias de 30 conciertos en los últimos tiempos con Danza Invisible, ahora me dices que tú hiciste 70…

R: Es algo que va en la personalidad de cada uno. A mí me entusiasma tocar en directo. Es más, el año pasado probé una fórmula que quiero repetir: cambiar el repertorio en cada actuación. A veces te equivocas, pero a mí me da un plus de novedad y me hace estar siempre despierto.

Cuando me preguntan si creo que he hecho algo mal en mi carrera, siempre respondo que durante un tramo de los 90 estuvimos un poquito encorsetados, con una dinámica de componer/disco/gira y repertorio habitual/descanso… Era como todo muy previsible. Fue la franja en la que me sentí con menos entusiasmo que cuando, ya en el siguiente siglo, empecé a probar cosas nuevas: conciertos en acústico, versionar temas de otros artistas, etc.

P: Precisamente en los 90 Ricardo Texidó abandona la banda. Sin embargo, esto no os afecta. ¿Cómo se gestionan las discrepancias en un grupo? Hay que tener en cuenta que a veces estas, incluso la mera rutina, terminan por dinamitar una banda.

R: Ha sido el único momento un poco traumático que hemos tenido. Siempre hemos dicho la verdad, que habíamos dejado de ser amigos, ya no nos llevábamos bien y había incomodidad en todos los sitios (la furgoneta, cuando parábamos a comer…). Pero han pasado un montón de años  le estaré siempre eternamente agradecido, porque fue la persona que me dio la oportunidad de cantar en la banda. Le hemos invitado a muchas efemérides… No lo veo mucho, pero tengo una relación bastante cordial con él.

P: Sin caer en tópicos, y como uno de los grupos reconocibles de la Movida, ¿qué diferencias principales habéis ido notando entre el movimiento de entonces y la música de ahora?

R: Uf… Ha cambiado todo, desde los formatos hasta los géneros. Sobre estos segundos, tengo claro el rock ya no es la música de la juventud española. Y en lo que respecta a la industria y la situación del músico, todo ha ido a peor. Es la demostración palpable de que el capital siempre gana. Otra cosa que me preocupa es que cada vez abundan más las canciones de minuto y medio o dos minutos. Parece que la gente no tiene tiempo para escuchar un tema de cinco.

También hay puntos positivos, ¿eh? Por ejemplo, que la situación actual obliga a los músicos a ser más que músicos y aprender un poquito de marketing, de autogestión y demás. Nosotros éramos más vagos en este sentido.

P: ¿Qué le decís a la gente que califica la Movida Madrileña como un movimiento de pijos?

R: Que no tienen ni idea. Es una idiotez. Yo vengo de familia de clase media, mis compañeros lo mismo, algunos más media alta y otros más media baja.

Creo que ese comentario implica también una centralización, porque habla de ciertos sectores de la Movida de Madrid y se olvida de que fue un fenómeno espontáneo, porque mientras surgían los grupos de Madrid, aparecían otros en Valencia, en Barcelona, Sevilla, Málaga, Vigo… En cualquier caso, generalizar diciendo que la gente de la Movida eran unos pijos es totalmente erróneo.

El rock ya no es la música de la juventud española

P: Dentro de aquel elenco, ¿con qué artistas o grupos guardasteis o guardas mejor relación? Loquillo, por ejemplo, se ha desprendido en elogios hacia ti varias veces.

R: Precisamente con Loquillo no he coincidido mucho (risas). En aquella época nos llevábamos muy bien con Nacha Pop y con Radio Futura. Todavía con los miembros supervivientes tenemos muy buena relación. Con Golpes Bajos lo mismos… y con el paso de los años he hecho amistad con Jaime Urrutia, de Gabinete Caligari.

P: Creo que me lo has respondido más o menos, pero, ¿qué busca un artista a estas alturas? Porque desde luego, el éxito y el dinero, no.

R: Satisfacción personal, la de su público y la inquietud artística que hablábamos antes. No me gusta vivir del pasado. Seguramente con Sabor de amor habría podido tirar toda la carrera, pero ¿y la emoción de componer un tema nuevo?, ¿grabarlo?, ¿ensayarlo con la banda…? Yo ya soy un poco famoso ya sé lo que es eso y no lo deseo otra vez, quiero disfrutar.

P: Las canciones de este último trabajo cuentan la historia de una persona migrante que llega en cayuco, los voluntarios de Cruz Roja y rescata una sobre el terremoto de Lorca (Murcia). ¿Qué más tiene de distinto este EP respecto a lo que habías hecho antes? ¿Qué sensaciones tienes tú? Hay una parte que grabas con tus hijos…

R: Más que una evolución, lo concibo como una especie de satélite que tampoco guarda una relación clara con otras cosas que he hecho. Son tres temas compuestos con distintos músicos, grabadas con diferentes productores y diferente instrumentalización. El tema de Cruz Roja sí está hecha con mi banda, pero el que canto con mis hijos es una aventura.

Mi hijo pequeño también es músico y quería la canción para un LP, pero coincidí en una comida con Goar Iñurrieta (productor y guitarrista de Nacha Pop), nos hicimos amigos, le envié la canción y me ofreció trabajarla. Otra vez la búsqueda de nuevos lenguajes.

Decir que la Movida fue un movimiento de pijos es una idiotez

 

P: ¿Qué más traes debajo de la manga? Porque parece evidente que el silencio, tras el adiós de Danza Invisible, no será protagonista en la vida de Javier Ojeda.

R: Desde luego que no. Además, como el sello discográfico es mío, puedo tomar mis propias decisiones. Reconozco que quizás publico de más. De hecho, he sacado este disco porque la gente de Cruz Roja Málaga me pidió que publicara el tema, porque mi hijo quería hacerlo… pero mi idea era no sacarlo hasta el año que viene. Entonces, sí tengo temas preparados, pero quiero esperar a que el disco esté un poco más hilado.