Cuando hablamos de cambio climático nos fijamos, por norma general, en el aumento de las temperaturas máximas y promedio, que ya evidencian importantes variaciones respecto a décadas anteriores. Sin embargo, hay otras cifras más alarmantes sobre las que se ha reparado mucho menos: las temperaturas mínimas nocturnas que han aumentado hasta 10 veces más rápido que las diurnas en muchas ciudades del mundo. 

Así lo evidencia un amplio análisis científico desarrollado por la ONG Climate Resilience for All que lleva por título  Extreme Heat and the Shrinking Diurnal Range: A Global Evaluation of Oppressive Air Mass Character and Frequency, y que está basado en el estudio de las condiciones climáticas más peligrosas del verano en 100 grandes ciudades globales. 

La investigación analizó los datos meteorológicos recopilados durante 30 años, de 1994 a 2024 y se centró en dos tipos de condiciones atmosféricas, o "masas de aire", consideradas las más peligrosas para la salud humana: el clima "tropical seco" (DT) y el clima "tropical húmedo" (MT).

Así, evidenció que el 83% de las ciudades estudiadas experimentó temperaturas nocturnas sostenidas y más altas; y que en buena parte del mundo se redujo la diferencia entre las máximas diurnas y las mínimas nocturnas.

Las noches fueron experimentando temperaturas más altas a mayor velocidad en Melbourne (Australia), durante el clima tropical seco, donde aumentaron un 1° C cada 5,36 años,; y Dubái (Emiratos Árabes Unidos), durante el clima tropical húmedo, donde ascdieron 1° C cada 8,81 años.

Asimismo, el estudio refleja que durante el clima tropical húmedo, las ciudades con mayor reducción entre temperaturas diurnas y nocturnas fueron Santa María, Upington, Seúl, Samarcanda, París, Ciudad de Kuwait, Portland y Abadán.

Por regionesm, este fue el número de urbes que registró disminución:   

  • África: 13 de 15.
  • Asia: 18 de 22.
  • Centro y Sudamérica: 10 de 11.
  • Europa: 7 de 12.
  • Medio Oriente: 5 de 5.
  • Norteamérica: 14 de 16.
  • Oceanía: 9 de 11.

Durante el clima tropical seco, las mayores reducciones las experimentaron Melbourne, Agadir, Seúl, Mumbai, El Cairo, Luxor, Ciudad de Kuwait y Santiago, siendo el número de ciudades por regiones el siguiente: 

  • África: 10 de 14.
  • Asia: 13 de 22.
  • Centro y Sudamérica: 7 de 11.
  • Europa: 4 de 6.
  • Medio Oriente: 6 de 7.
  • América del Norte: 11 de 14
  • Oceanía: 5 de 9.

La investigación advierte de que algunas regiones mostraron una diferenciación más débil, que probablemente responda a que los tipos de clima tropical seco rara vez están presentes en las ciudades evaluadas. 

Crisis de calor de 24 horas

En esas tres décadas, los patrones de clima tropical húmedo de verano aumentaron alrededor del 50 por ciento en América Central y del Sur, Oceanía y África, y crecieron un 37 por ciento a nivel mundial.

Los patrones de clima tropical seco, por su parte, lo hicieron un 13 por ciento, con mayor incremento en Australia, que registró un alza del 29.

"Antes de este análisis, no sabíamos con qué rapidez estaban aumentando las temperaturas nocturnas dentro de las masas de aire más peligrosas", explica Larry Kalkstein, climatólogo, asesor principal de ciencia del calor de Climate Resilience for All y autor principal del estudio. "Es fundamental comprender cómo está cambiando el calor del verano, ese que envía a las personas a Urgencias, y qué estamos pasando por alto cuando hablamos del tema".

El estudio pone de manifiesto, por tanto, la necesidad urgente de adoptar acciones preventivas y respuestas específicas frente a la amenaza creciente de noches más calurosas.

"Queremos que este análisis movilice a los líderes de las ciudades y del sector salud para ampliar urgentemente su visión de lo que es una crisis de calor de 24 horas", alerta Kathy Baughman McLeod, directora ejecutiva de esta ONG, que precisa que "esta investigación descubre un punto ciego crítico en nuestra comprensión del calor extremo".

Riesgos para la salud

Las altas temperaturas nocturnas tienen efectos claros sobre la salud. Impiden que el cuerpo se enfríe, lo que aumenta los riesgos de agotamiento por calor, deshidratación y estrés cardiovascular. Cuando el calor interrumpe el sueño, además, el organismo pierde su capacidad para recuperarse de la exposición diurna, elevando el riesgo de enfermedad y muerte, especialmente en adultos mayores, mujeres y personas residentes en viviendas con poca ventilación.

Del igual, forma, advierten desde Climate Resilience for All, en la actualidad, los sistemas de alerta por calor se centran en las altas temperaturas diurnas y minimizan el impacto de las nocturnas, por lo que es necesario fortalecerlos teniendo en cuenta este aspecto. 

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