Marta García Carbonell y María Palau Galdón son autoras de 'Indignas hijas de la patria', un libro sobre el Patronato de Protección a la Mujer en el País Valenciano. Este organismo creado en pleno franquismo, en 1941 para la "dignificación moral" de las jóvenes nació bajo la supuesta intención de controlar y eliminar la prostitución clandestina de menores de edad. Sin embargo, pronto acabó convirtiéndose en un ferréo sistema de control sobre la población femenina, del que se encargaban diferentes órdenes religiosas.
A estos reformatorios en los que se les inculcaba el modelo de mujer del nacionalcatolicismo, basado en la decencia, el recato y la castidad llegaban niñas y adolescentes culpables de besar a un chico en la calle o caminar de su mano, de llevar la falda muy corta, de haber sido violadas por algún familiar o de ser acusadas de homosexualidad.Muchas veces eran las propias failiares las que internaban a estas "ovejas descarriadas" a las que se reconducía con oración y trabajo forzado.
"Había maltrato físico y psicológico", explican a ELPLURAL.COM las investigadoras de este trabajo. "Ni siquiera podían hablar entre ellas". Se imponía el silencio y para que no pudieran huir, en muchos casos se les enviaba de su ciudad a otra. "De esta manera si querían escapar, no conocían las calles, ni tenían ninguna red de apoyo", precisan.
Es imposible calcular el número de chicas que pasó por el Patronato, tanto en esta comunidad autónoma, como en el resto del país. Sin embargo, uno de los escalofriantes datos que manejan estas periodistas valencianas da una idea de la cantidad de jóvenes que pudieron estar internadas en estos centros. En 1952 habían en ellos 41.335 niñas y adolescentes. En general las edades estaban comprendidas entre los 16 y los 25 años, si bien hay casos de niñas mucho más pequeñas, hasta de 7 y 8 años. Las páginas de esta crónica sobre este organismo en el País Valenciano, que ya acumula cuatro ediciones desde su publicación en 2023, explican cómo bajo el ojo vigilante de órdenes religiosas femeninas, miles de chicas "caídas o riesgo de caer" fueron encerradas para ser reeducadas y reconducidas a base de tortura, represión y castigo.
La huella del Patronato no se borraría jamás. "Culpa y vergüenza" son dos términos que les inocularon para siempre y no pueden olvidar humillaciones, vejaciones y prácticas como la de frotarles ortigas en la vagina si se orinaban en la cama, lamer el suelo haciendo cruces o comer el vómito. "Muchas de ellas tienen secuelas en su salud mental, pero también físicas", apunta Marta, que añade a esto la dificultad de desprenderse del miedo a que les volvieran a encerrar.
Poco conocido y activo hasta en democracia
Pese a ser una de las instituciones más antiguas del franquismo, apenas se ha hablado del Patronato de Protección a la Mujer. Estas periodistas llegaron a él haciendo un reportaje sobre la cárcel de mujeres que hubo en el convento de Santa Clara por medio de dos historiadoras a las que entrevistaron. A partir de ahí empezó una investigación que ya no ha cesado. Lo que en principio iban a ser reportajes periodísticos acabó siendo un libro gracias Beca Josep Torrent de Periodisme d’Investigació 2021 otorgada por la Unió de Periodistes Valencians y la Institució Alfons el Magnànim. Pero esta obra ha terminado siendo solo un capítulo de un proyecto mucho más amplio, que les ha llevado a formar parte de un grupo a nivel nacional de investigadoras y víctimas.

El Patronato estaba organizado por Juntas Provinciales, sobre las cuales estaba la presidencia de honor de Carmen Polo, esposa del dictador, pero llama la atención el hecho de que esta institución sobrevivió a la dictadura. El sistema estuvo vigente durante los siete primeros años de democracia, hasta 1985.
Del apoyo político al ninguneo y el insulto de PP y Vox
Para Marta García y María Palau el Patronato ya es mucho más que un libro. Es un auténtico compromiso con las supervivientes, a las que siguen buscando. Bucean en los archivos históricos provinciales. pues nunca han podido acceder a los eclesiásticos, en busca de más datos e información y acompañan y escuchan a las víctimas. "Muchas veces no saben ni que estuvieron en el Patronato, piensan que era un convento".
"Que sepan que hubo muchas más, que no fueron las únicas, es muy importante", insisten. Pero hay que ir mucho más allá en términos políticos, mediáticos e institucionales.
En clave política las autoras de 'Indignas hijas de la patria' se han encotrado con dos momentos clave. El primero, hace un año, cuando se debatió en la Comunidad Valenciana la Ley de Concordia y recibieron el apoyo de todas las fuerzas políticas.

El segundo, este 2025 cuando en abril el PSPV-PSOE pidió honrar la memoria de todas las mujeres que sufrieron la represión en esos centros. Mediante una Proposición No de Ley presentada en Les Corts Valencianes reclamaron a la Generalitat que instale en las fachadas de los edificios que albergaron centros del Patronato de Protección a la Mujer una placa de reconocimiento, explicativa y recordatoria, como lugar de represión de la dictadura franquista.
La propuesta se ha debatido en los distintos ayuntamientos de la región, con una respuesta lamentable por parte de las derechas. "Sabíamos que no se aprobaría, porque en casi todos los municipios gobierna el PP o el PP con Vox, pero nos han llamado mentirosas y nos han acusado de estar subvencionadas por el Gobierno de Pedro Sánchez", apunta María y Marta, que cuenta que en Benicassim les llegaron a decir que habían visto una película de las hermanas oblatas sobre lo buenas que eran y que habría que investigar quién dice la verdad, "si la película o nosotras".
Apoyo de las entidades memorialistas
Las reacciones hacia el trabajo de estas periodistas ha llevado a pronunciarse a Acción Ciudadana contra la impunidad del franquismo en el País Valenciano que les ha trasladado su apoyo, subrayando que "gracias a su profesionalidad, muchas personas están conociendo la existencia de ese Patronato". "La investigación de estas periodistas ha servido para divulgar la existencia de esta institución y ponerla en el mapa. Señalar espacios físicos, apuntar responsabilidades políticas y silencios cómplices", recalcan desde esta agrupación.
La entidad tacha de "inaceptables" las críticas que están recibiendo "desde sectores reaccionarios", poniendo en cuestión su trabajo y piden terminar con la impunidad de la que siguen gozando los responsables de los crímenes franquistas y dejar de blanquear la dictadura".
En este sentido, apuntan que "los argumentos contra la investigación de Marta García Carbonell y María Palau Galdón, provenientes de quienes hoy se niegan a reconocer y señalar los espacios donde actuó el Patronato de Protección a la mujer, están caducados". "Ya no vale la coctelera de los dos bandos. Estamos ante crímenes de una dictadura que duró cuarenta años, crímenes de lesa humanidad. Imprescriptibles e inadmisibles", enfatizan.
"Ni olvido ni perdón"
La que sí parecía dispuesta a pedir perdón por los daños causados por el Patronato de Protección a la Mujer trás más un año de conversaciones con las investigadoras de esta instittución era la Conferencia Española de Religiosos (CONFER). Sin embargo, acabó haciéndolo a medias esta misma semana en Madrid.
El lunes tuvo lugar en la capital un acto con este fin. Sin embargo, las declaraciones a los medios de comunicación de su portavoz, Jesús Díaz Sariego, antes del mismo, incomodó y provocó mucho dolor a las supervivientes, que comenzaron a dudar de que fuera un perdón sincero.
Si bien reconoció "aquello" en lo no han "acertado", defendió que habían "ppodido constatar que son vidas, más allá de los centros, muy sufrientes con una infancia y juventud muy dura". Del mismo modo, recalcó que ellos no han vivido esa experiencia que también hay que contextualizar en un contexto de la época" y que tambén han constatado que "a muchas mujeres que han pasado por estos centros les ha servido como promoción personal y profesional".
Asimismo, la CONFER retiró parte de los audios que estaban proyectados para el acto, como el correspondiente a las suicidas y vetó que se hablara del robo de bebés, cuando "hay mujeres del Patronato que todavía no han encontrado a sus hijos", enfatiza Marta.

Esto llevó a la preparación de una posible acción en caso de que el comunicado de los religiosos terminara siendo demasiado laxo, que consistía en levantar en silencio carteles con la palabra 'NO'. La realidad es que alguien en el público gritó: "Verdad, justicia y reparación, ni olvido ni perdón", y la sala acabó siendo un clarmor durante diez minutos. .
"Fue una explosión espontánea de dignidad", resumen las autoras de 'Indignas hijas de la patria', que también avanzan que a este acto han de seguir muchos otros.
"El Estado también ha de pedir perdón. El Patronato dependía del ministerio de Justicia y el Gobierno ha de poner en marcha un mencanismo eficaz independiente, interministerial e interterritorial para seguir acerándonos a esta parte de la verdad.".