Entre un uno y un dos por ciento de la población, nace con malformaciones vasculares, unas lesiones benignas no tumorales que, sin embargo, no siempre son visibles desde el primer momento.

“Hay casos en los que han de pasar semanas, meses o años para que podamos detectarlas, y algunos pacientes, los menos, llegan a la edad adulta sin saber que las tenían”, explica a ELPLURAL.COM el doctor Andrés Salazar Álvarez del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Quirónsalud San José de Madrid.

Él, junto a la doctora Elena Marín Manzano, lidera la Unidad de Malformaciones Vasculares de este centro, que comenzó a funcionar hace aproximadamente año y medio.

Contar con una unidad así tiene importantes ventajas. Dado que se trata de problemas que no se ven todos los días, es importante que estos se concentren, ya que permite que los profesionales tengan mejor experiencia. Del mismo modo, “los cirujanos que formamos parte de este equipo actualizamos de forma continua la información existente sobre este tipo de lesiones”.

Los doctores Andrés Salazar y Elena Marín

El diagnóstico de una malformación vascular se basa en la exploración física y en la realización de pruebas diagnósticas, principalmente la ecografía Doppler, seguida de la resonancia magnética nuclear, tecnología de la que dispone el mismo hospital.

En lo que respecta al porqué se producen, el doctor Salazar aclara que “se deben a errores difusos o localizados del desarrollo embriológico, clásicamente atribuidos a mutaciones esporádicas o de carácter familiar hereditario”.

En cualquier parte del cuerpo

Las lesiones afectan por igual a hombres y mujeres y la mayor parte de ellas, dos de cada tres, son de predominio venoso. Suelen ser blandas al tacto y pueden estar localizadas en cualquier parte del cuerpo, sobre todo en las extremidades. “La piel o mucosa que las recubre varía de color en función de la profundidad a la que se encuentran, siendo las más superficiales de color morado y las profundas azuladas, verdosas o, incluso, imperceptibles”.

Existen, además, diferentes tipos: capilares-mancha en vino de Oporto-, linfáticas-linfangioma, higroma quístico-, arteriovenosas y venosas, las cuales pueden ser puras (localizadas o difusas) o combinadas (con componentes linfáticos, arteriales o capilares, incluyendo los grandes síndromes como el de Klippel Trenaunay).

Diferentes tratamientos

El tipo de lesión determina el tratamiento. “Lo natural es que con el tiempo vayan empeorando”, subraya este cirujano del Hospital San José, “aunque no siempre es así”. “Hay lesiones que no se ven y molestan, otras que se ven y no molestan y otras que son visibles y molestas”, indica.

“Se tratan siempre y cuando el paciente tenga síntomas o se corra el peligro de que afecten a algún órgano”, lo cual viene dado por la localización de la lesión. Si no, no se tocan.

A algunos pacientes se les vigila, aplicándoles medidas compresivas para disminuir los síntomas.

Otras veces se lleva a cabo una escleroterapia para eliminar parcial o completamente la lesión inyectando una serie de sustancias en ella y en otros hay que llevar a cabo una termoablación con láser o una resección quirúrgica.

Las lesiones más complejas, que se detectan en la infancia, suelen necesitar seguimiento de por vida y pasar por el quirófano en más de una ocasión.

Centro de excelencia materno-infantil

El Hospital Quirónsalud San José se ha convertido en centro de referencia en lo que respecta a la atención materno-infantil dentro de la sanidad privada madrileña. Cuenta con cirugía neonatal y pediátrica y con todas las especialidades de los niños.