Cuatro personas han sido acusadas de delitos contra el patrimonio histórico, apropiación indebida o contrabando, tras una operación de la Policía Nacional que ha recuperado un botín compuesto por 90 monedas de oro del Imperio Romano, de gran valor histórico y económico.

Según ha explicado la Dirección General de la Policía, se trata de monedas originales y pertenecientes a emisiones de los emperadores Nerón, Galba, Vespasiano, Tito, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio, Lucio Vero, Didio Juliano, Heliogábalo y Alejandro Severo. Las más antiguas fueron acuñadas en los años 64 y 65 después de Cristo, mientras que la más reciente es del año 231, y todas ellas presentan altísimos contenidos de oro, muy próximos al 100%.

Del total de las monedas, 81 fueron acuñadas en Roma y cinco en Lugdunum, la actual ciudad francesa de Lyon. Las 90 monedas recuperadas fueron depositadas en el Museo Arqueológico Nacional, que ha realizado un estudio pormenorizado de cada una de ellas.

Las pesquisas se iniciaron en Madrid

La Policía inició sus pesquisas hace unos meses, cuando fueron detectadas varias monedas en una conocida sala de subastas de Madrid, donde fueron depositadas por dos personas naturales de la provincia de Cáceres, que, curiosamente, no tenían ninguna relación con el mundo de la numismática ni eran coleccionistas de este tipo de objetos, pero que tenían presencia activa en las redes sociales.

El rastro llegó hasta Alemania, Bulgaria y Portugal, donde fueron exportadas 11 monedas, sin los permisos que emite el Ministerio de Cultura y Deporte. y que exige la ley. La Policía Nacional consiguió recuperar 10 áureas y ya ha tramitado la restitución de otra que fue vendida a Portugal.

Pudieran haber sido extraídas hace poco tiempo

La investigación a las personas implicadas condujo al lugar donde habían sido extraídas las valiosas monedas y que corresponde a un sitio catalogado en la carta arqueológica de la Junta de Extremadura. El análisis físico de las áureas ha permitido concluir que han estado enterradas en contacto prolongado con algún objeto fabricado en cobre, lo que resulta compatible con haber estado depositados en algún tipo de recipiente metálico, una forma habitual de atesorar monedas. Otros estudios más precisos permiten afirmar su origen arqueológico reciente, es decir, que han sido extraídas hace poco tiempo.