Dani Alves es un futbolista conocido en España por formar parte del FC Barcelona durante nueve temporadas. Su primer periodo en el equipo catalán, entre 2008 y 2016, y su vuelta cinco años después para jugar durante apenas uno más, en 2021, han hecho del jugador una de las figuras más populares entre el público deportivo de nuestro país y, aunque ahora se encuentra dentro de la plantilla de un equipo mexicano, este viernes ha ingresado en la prisión de Sant Esteve Sesrovires de Barcelona sin fianza a petición de la Fiscalía por un presunto delito de agresión sexual. 

Los hechos presuntamente ocurrieron en la discoteca Sutton de Barcelona el día 30 de diciembre del año pasado y, tres días después, la joven de 23 años se dispuso a formalizar la denuncia, que está judicializada y en fase de investigación. Pero este no es el único suceso de grave trascendencia en el que se ha visto envuelto el actual jugador del Pumas de la UNAM, sino que también ha sido noticia por sus deudas con la hacienda pública.

En la lista que publica cada año el departamento gubernamental encargado de la fiscalidad y las arcas públicas españolas, Alves aparece al menos desde el 2018, cuando llegó a adeudar un montante de 2,6 millones de euros. Tiempo después, en 2020, el exjugador del Barça todavía seguía incluido en este nada honorífico registro por un pago pendiente con el bolsillo común de la ciudadanía española de hasta 2 millones de euros.

Alves, moroso con Hacienda y víctima de racismo

De hecho, según el último listado conocido con respecto al 2021, el deportista tampoco ha solucionado sus problemas con Hacienda y continúa en la categoría de moroso, ya que entonces aún se mantenía en uno de los puestos más altos de la nada honorífica clasificación elaborada por la Agencia Tributaria debido a su deuda de 2,1 millones de euros.

De nombre completo Daniel Alves da Silva, nació el 6 de mayo de 1983 en Brasil y, al considerarse una persona racializada, el futbolista también ha sufrido episodios discriminatorios por este motivo. Incluso públicamente, en medio de un partido, un asistente lanzó un plátano al campo desde la grada en una acción con intención racista, pero él, en un gesto cargado de simbolismo, contestó cogiendo la fruta y comiéndosela.

“Ya me lo tomo a guasa. Desgraciadamente no lo podemos cambiar, así que mejor ignorarlo. Así no podrán cumplir su objetivo”, manifestó Alves después del incidente, mandando así a otras víctimas un negativo mensaje de inmovilismo ante la discriminación y pese a que en aquel momento él sí que actuó. Este grave hecho no representó un suceso puntual, sino que el exjugador del Barça ha sufrido otros también por su condición racializada a lo largo de toda su carrera profesional.

Por ejemplo, un suceso de este tipo ocurrió durante un partido de semifinales de Copa del Rey en el estadio madrileño Santiago Bernabéu. “Llevo 11 años en España y durante este tiempo [ha sido] siempre lo mismo. Hay que tomárselo así, hay que reírse y tomarse en broma lo que hacen estos retrasados”, declaró Alves como respuesta al ataque racista llamando equivocadamente de nuevo a no actuar ante un hecho de estas características.