Tras la Semana Santa, las próximas vacaciones que tendrán los estudiantes de segundo curso de Bachillerato serám, una vez hayan completado los exámenes de la EBAU, las de verano. Estas pruebas, aunque no lo hacen de manera absoluta, pueden llegar a definir en cierto modo el futuro académico y profesional de los miles de estudiantes que, de manera anual, se enfrentan a ellas como paso previo al acceso a la universidad. 

Como un mero trámite, como algunos prefieren definirlo, o una prueba decisiva, como lo describe otro sector del estudiantado, lo cierto es que del resultado de estos exámenes se extrae el 40% de la calificación que, unida al 60% de la ponderación de Bachillerato, reúne la calificación total para poder acceder a un grado universitario. Sin embargo, en este frente no todos los estudiantes gozan de las mismas condiciones a la hora de conseguir la nota que les permita la entrada a la universidad.

Entre los grupos que disponen de ventajas se encuentran, en primer lugar, las personas que presentan una discapacidad igual o superior al 33%, para quienes se reserva el 5% de las plazas de acceso; los deportistas de alto nivel o alto rendimiento, que tienen el 3% de las plazas reservadas; los mayores de 25 años, también con un 3%; y los titulados universitarios y mayores de 45 años, con el 1% de reserva cada uno.

Sin embargo, entre estas consideraciones la cultura y el arte quedan relegados a un segundo plano. Aquellos cuya agenda está ocupada de sol a sol, con la mitad del día en el conservatorio y la otra mitad en el instituto, aquellos cuyos conocimientos se multiplican y abarcan diferentes ramas, no gozan de esta ventaja. Por ello, desde hace un tiempo, tanto el alumnado como el profesorado de los conservatorios del país están en pie de guerra ante lo que consideran un escenario injusto y una desigualdad de condiciones para acceder a los estudios de grado.

No confío en poder entrar a la universidad

“Mi horario de un día entre semana es entrar al conservatorio a las 9:00 y salir a las 14:30. Como allí y a las 15:30 nos llevan al instituto. A las 16:00 lo empiezo y salgo a las 20:45, menos el viernes, que salgo a las 19:40”, explica en declaraciones a ElPlural.com Alicia, alumna de 5º curso de enseñanzas profesionales de danza española en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma de Madrid, por una parte, y de 1º de Bachillerato, por otra. Su relato refleja la práctica imposibilidad de poder sacar un hueco en su agenda para estudiar esas asignaturas del instituto que la llevarán, en un futuro muy próximo, a acceder a la universidad. 

“Con el poco tiempo de estudio que tenemos durante el curso es difícil sacar buena media que te pueda añadir nota en la EVAU y, además, no lo podemos llevar igual de preparado que otros estudiantes que pueden estudiar por las tardes”, comenta. Además, confiesa que el panorama para estos alumnos es poco esperanzador: “Me asusta un poco tener que competir con gente que ha tenido más tiempo para estudiar que yo, y no confío en poder entrar en la universidad pública, donde las medias están muy altas”. 

Una falta de consideración evidente y que tiene como justificación múltiples factores. “Se debe, fundamentalmente, al desconocimiento. Si supieran que aquí se imparten asignaturas como Anatomía, Historia del Arte, Historia de la Música, Historia de la Danza, podrían tener una discriminación positiva en carreras vinculadas al cuerpo como Fisioterapia, Educación Física, Enfermería”, argumentan desde el departamento de Orientación del conservatorio Mariemma ante las preguntas de este medio.

Entre otras cosas, lamentan también la falta de relevancia que se le da a las futuras promesas de la cultura del país, como, por ejemplo, sí se hace con los deportistas. “Conceden estas ventajas a los deportistas de alto rendimiento porque nos representan como país, pero los alumnos de los conservatorios de España también nos representan”, añaden.

Mayor presión, mayor abandono

Este escenario donde la presión, el estrés, la exigencia y la elevada carga de trabajo son los protagonistas es idóneo para que multitud de alumnos acaben abandonando las enseñanzas artísticas y poder así dedicarse exclusivamente a los estudios de Bachillerato. 

“La característica de estos alumnos es que tienen el objetivo muy claro, pero ante tanta presión, se produce un abandono notable”, lamentan desde el conservatorio Mariemma. En la misma línea, confiesan que, incluso en aquellos casos donde no se llega a dar este abandono, la situación de presión y de desigualdad se ve reflejada en el rendimiento de los alumnos. “Donde más se puede llegar a percibir es en los estudios académicos, el cansancio les llega por lógica, al tener tantas horas por la mañana y tantas horas por la tarde resulta especialmente difícil simultanear estudios”, añaden.

Por ello, los profesionales se unen también a la petición del alumnado y exigen que se dé esa discriminación positiva, como ocurre en el caso del deporte, también entre aquellos que ocupan la totalidad del día entre conservatorio e instituto. “El esfuerzo es el doble que cualquier alumno de Bachillerato, queremos que tengan ventajas también a la hora de elegir carreras”.

El arte, una asignatura pendiente de corte social

Todo ello configura un relato y un debate que ha sido ampliado y complementado desde el Conservatorio Profesional de Música Amaniel de Madrid. Su director, Javier Lechago, pone el foco en el porqué de la necesidad de acceder a un estudio de grado por parte del alumnado de los conservatorios, de manera complementaria a las enseñanzas artísticas. 

En este sentido, señala que estamos ante un problema de carácter social, de falta de reconocimiento y, sobre todo, confianza en los estudios artísticos. “Las familias no confían en que sus hijos si solo estudian música se puedan desarrollar en la sociedad si luego no pueden vivir de ello”, comenta Lechago en declaraciones a ElPlural.com. Precisamente es aquí donde se genera esa sobrecarga en el alumnado: “En la mayoría de los casos se hace otro bachiller porque también se quiere hacer una carrera de otra modalidad, y esto provoca sobrecarga y demás problemas”.

Con ello, Lechago subraya la necesidad de un mayor apoyo a este alumnado de enseñanzas artísticas, pero insiste en un esfuerzo paralelo de la sociedad. “Hay que seguir apoyándoles y se tiene que mejorar la situación, pero esto es un tema de madurez social, es la sociedad la que tiene que hacerlo”, concluye.

boton whatsapp 600