A pocos días de que concluya el año 2024, España ya sabe que al menos más de 10.000 personas han fallecido o desaparecido en su intento de migrar a España. Una cifra sin precedentes que emana del informe de la ONG Caminando Fronteras y que se ha elaborado a través de su sistema de alertas de pateras en peligro mediante el contacto directo con supervivientes de naufragios o tragedias de otra índole, así como los allegados de las propias víctimas. De dicho cálculo se desprenden guarismos desgarradores, como el total de fallecidos o desaparecidos (10.457) o la media de fallecimientos al día en aguas fronterizas, que asciende a 30 por jornada.

El documento de la ONG estudia un total de 293 muertes ocurridas en las diversas rutas por las que los migrantes tratan de acceder a España, así como las 131 pateras desaparecidas sin dejar rastro alguno. Las cifras totales de víctimas hacen temblar a cualquiera, con 1.538 menores fallecidos y otras 421 mujeres. Helena Maleno, fundadora de Caminando Fronteras y cabeza visible de la investigación, urge a “que se priorice la protección del derecho a la vida” o se apuntalen las “operaciones de búsqueda y rescate”, así como la garantía de que haya justicia para “víctimas y sus familias”.

En consecuencia, Maleno entiende que estas cifras no hacen sino evidencia el “fracaso profundo” de los sistemas de “rescate y protección”. “Más de 10.400 personas muertas o desaparecidas en un solo año es una tragedia inadmisible”, denunciaba la dirigente de la ONG, en cuyo informe se constata el registro de 9.757 muertes en la ruta atlántica, mientras que la argelina ha segado la vida de 517 personas, así como otras 110 por el Estrecho y 73 que lo intentaron a través del mar de Alborán.

La ONG recaba todos estos datos a través de los testigos directos de las tragedias, así como la recopilación de denuncias de familiares desaparecidos o testimonios de algunos de los supervivientes. Es el caso de un maliense, que revela a Caminando Fronteras cómo fue su trayecto hacia España y cómo, durante el mismo, vio morir a sus compañeros mientras avistaba tierras canarias. “La barca quedó a la deriva, nos llevaban las olas. Todos estábamos muy cansados, y cuando veías que alguien se sentaba tranquilo y dejaba de llorar o de rezar, era que se estaba muriendo. Las vidas se iban apagando y yo esperaba a ser el próximo, pero fue mi hermano”, revelaba.

Un cementerio en el mar

El grueso de las muertes certificadas por la ONG Caminando Fronteras se han registrado en la ruta atlántica. Es decir, aquella que tiene como destino final las Islas Canarias. De todos los fallecimientos documentados en este tramo, el 71% de estos corresponde a personas que iniciaron su viaje desde Mauritania. Este país del noroeste de África es el punto de partida hacia el archipiélago canario, aunque muchos parten desde Senegal, Agadir y Dajla. En el informe se explica que las salidas desde el noroeste no han cesado siquiera en “periodos donde las condiciones meteorológicas han sido terriblemente complicadas”. De hecho, subraya que los meses más mortíferos se comprenden entre enero y abril.

Este camino también es la elección de un importante número de mujeres migrantes, especialmente las que proceden del Sahel, donde tradicionalmente el viaje lo capitalizaban los hombres, aunque en la actualidad ha habido una “incipiente feminización” en las salidas de Mauritania. De hecho, un total de 6.829 personas embarcaron en los aledaños de estas costas y todos ellos quedaron en el mar. Una desaparición de cerca de 70 pateras borradas sin dejar rastro de ningún tipo. Muchos de estos desplazamientos, puntualiza la ONG en su informe, se deben a que estas personas “huyen de conflictos bélicos, explotación laboral, matrimonios forzados o trata”.

Los desplazamientos con origen en estas áreas del continente africano han aumentado en este último año. Todo lo contrario de lo que ocurre con Senegal y Gambia, que las cifras de personas que huyen de estos lugares han disminuido considerablemente desde 2023; especialmente tras el triunfo electoral de Oussmane Sonko. Ha mantenido la constancia durante el segundo trimestre de 2024, aunque la ONG ha contabilizado 26 tragedias que se cobraron la vida de 2.127 personas, además ocho cayucos desaparecidos.

Otras zonas peligrosas

Aunque las rutas que cruzan el Mar Mediterráneo son menos transitadas, se han cobrado centenares de víctimas en este ejercicio. Desde el año 2020, el grueso de las salidas partía de Argelia y finalizaba en las áreas de Almería y Alicante. Sin embargo, la ONG ha detectado este año una “tendencia” hacia las Baleares, coincidiendo con la zona más peligrosa para la ruta. Quienes abogan por este tránsito son argelinos, aunque se ha incrementado el número de personas procedentes del Sahel, África Occidental, África Oriental y Asia. También se han detectado presencias de sirios, palestinos y yemeníes.

El recorrido por el Estrecho se ve marcado por el alarmante porcentaje de víctimas menores de edad, muchos de ellos tras intentar cruzar el espigón fronterizo del Tarajal con destino a Ceuta. El 20% de las víctimas en esta ruta son niños, niñas y adolescentes. Según la organización Caminando Fronteras, 110 personas han perdido la vida en esta ruta y cinco embarcaciones han desaparecido por completo.

La creciente cifra de víctimas está directamente vinculada a factores como la falta de cumplimiento del deber de socorro, que pone por encima la omisión de asistencia en lugar de proteger el derecho a la vida; la prevalencia de políticas de externalización de fronteras que vulneran los derechos humanos de lv as personas migrantes; y la tardanza o ausencia en la activación de los operativos de búsqueda y rescate, incluso cuando se conocía la ubicación de las embarcaciones”, explica la ONG. A las deficiencias señaladas por la organización se suman las pésimas condiciones en las que muchas de estas embarcaciones realizan el viaje.

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