A Francisco le han nombrado hace unos meses Jefe de Servicio en Hacienda, corre el año 1998 y revisando la actividad económica de la provincia, comprueba que la cadena de Bingos que se anuncia con el luminoso que a su hija no deja dormir, no paga todos los impuestos que debiera, tras tres requerimientos y dos llamadas al despacho, aparece con dos tiros en la nuca en el parking de su casa.

Cristian está entusiasmado con todo lo que ha podido vivir de la noche marbellí en el verano de su penúltimo año de carrera en Bellas Artes, se ha pasado todo el verano pintando retratos a carboncillo de las parejas que le han dicho a sus otras parejas que están en un viaje de negocios en Sevilla. También ha estado todo el verano riéndose de los amigos con los que viajó al sur porque están echando 18 horas poniendo copas en los bares, mientra que él convierte en oro cada noche en el Casino sus carboncillos. El verano se truncó en la última apuesta y le ha tenido que pedir a su madre, que limpia portales en el extrarradio de la capital, el dinero de la matrícula del nuevo curso. Es un viernes de septiembre y quiere seguir notando el calor del verano y el frenesí del dinero rápido, se quiere despedir de las vacaciones de su vida, aunque esté de vuelta en Madrid, coge la Renfe hasta Torrelodones, se juega el dinero de la matrícula y pierde. Corría el año 2001 y nunca terminó la carrera.

A Victoria le están poniendo las vecinas a caer de un guindo por ponerse los pantalones de color rojo sin que haya hecho un mes de la muerte de su padre, estamos en el año 2004 y todavía no hay anuncios de las apuestas deportivas, a Carlos ya le iba bien la tragaperras y los créditos rápidos. Clamó contra el Ayuntamiento para que le protegiese de los acreedores y le aplazase de nuevo el IBI, con la negativa de la funcionaria retumbando en su cabeza, se plantó en la puerta del Consistorio local de nuevo, se roció de gasolina y se prendió fuego. Les dejo a sus dos hijas y a su viuda un amor inmenso, y una inmensa deuda.

A las mellizas Carla y Marina es la tercera vez que les roban los móviles en el instituto, cuando no es a una es a la otra y la madre ya está hasta las narices: por mucho que no les dejen tener el móvil en clase, una cosa es que no lo puedan utilizar, y otra que se lo están robando en la cara de los profesores y allí nadie haga nada. Haciendo el camino al instituto que hacen sus hijas todos los días, va masticando la bronca que quiere escupir al tutor. Pasa frente a tres casas de apuestas, la de los letreros rojos, la de los letreros verdes, la que anuncian cada vez que Héctor se pone a ver el fútbol. También pasa por delante de un pequeño local de Compro Oro y un local que siempre le ha recordado a los colores de UpyD dónde revenden lo que ya no quieres. El joven que estudió Historia para rodar documentales y acabó en un centro de secundaria más allá de la M30 aguanta el chaparrón y es muy claro en su respuesta: a sus hijas les roban el móvil para irse a los sitios esos donde apuestan a si el gol de Messi será de escuadra en el segundo tiempo. Son conscientes de que el problema no son los móviles de las mellizas, y el profesor de Educación Física lleva dos cursos intentado que vaya una psicóloga especializada en adicciones a hablarles sobre los valores del deporte y los peligros de las apuestas, pero el AMPA de un centro pseudo religioso pagado con los impuestos de todos se niega a que vengan a dar “charlitas”. María vuelve a casa con la cabeza baja y apretando los dientes, Héctor se pasa dos tardes a la semana de reuniones con otra madre del AMPA y no le había comentado nada de la psicológa.

He querido empezar el artículo por el final, por las consecuencias que las apuestas han tenido y tienen sobre nuestras vidas. No hace falta que les ponga sus nombres reales, porque son las personas corrientes que un día entraron en el mundo del juego y las apuestas, y una vez habían cruzado el umbral de las luces de Neon, todo se volvió oscuro. Ni siquiera hace falta que sepas como es una combinada o a que huelen esos sitios, solo necesitas que un ser querido se acerque para notar que tu mundo se pone patas arriba.

Los anuncios de las apuestas on-line han pasado de alternarse con la tele-tienda de madrugada al prime-time. Esperanza Aguirre en 2005 empezó con el mantra del éxito y la libre elección para hacer cada vez más flexible un servicio que gana cuando quien lo consume pierde, y acabó alabando las bondades que aportan en la economía cuando Madrid y Barcelona competían rebajando derechos laborales y exigencias fiscales para instalar en su cinturón rojo el Eurovegas.

En los últimos años han aumentado más de un 300% las licencias en Madrid, y eso que muchas de ellas solo tienen licencias de bar o cafetería, lo que hace que en Carabanchel solo consten una decena de casas de apuestas con licencia para el juego según la Concejal de Ahora Madrid, aunque las licencias sean competencia municipal. Para la Patronal del sector del juego hay 485 locales en toda la Comunidad de Madrid. Las asociaciones de vecinos sitúan 300 locales tan solo en el eje Carabanchel-Aluche, según publicaba Todo por hacer en junio de 2018.

Cada vez son más jóvenes, y cada vez son más pobres, Embid (Hijos del Hormigón, 2016) habla de la economía de la miseria ajena, esos bienes y servicios de fácil acceso en los barrios pero que no tienen la misma oferta para quienes viven dentro de la M30. Son las casas de apuestas, la santería, los compro oro, las tiendas de segunda mano, las casas de empeño... que ocupan el espacio que en el Distrito Centro sigue reservado para la panadería ecológica o el Starbucks.

Las casas de apuestas del extrarradio le dan la bienvenida al joven, que calza una imitación de deportivas y un chándal de algodón, a un mundo que el casino de Torrelodones nunca le daría oportunidad de entrar.

El límite tras años de liberalismo en este mercado se reduce a que deben abrirse las nuevas casas de apuestas a más de 100 metros de los centros escolares. Desde la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata se denuncia que han abierto casas de apuestas en las inmediaciones de su propia sede.

Entre 2014 y 2015 la subida del negocio de las apuestas on-line fue del 30%, y es que aunque veamos locales, la apuesta puede tener una base digital con la que escapar a ese mísero 10% que deben tributar cuando la banca gana.

Más del 20% de los jóvenes apuestan, se recrudece el machismo en esta actividad que une deporte y estadística. En un país donde las mujeres somos expulsadas del deporte profesional y se nos restringen las oportunidades en las carreras STEM (ciencias, matemáticas, física...) hemos llegado a que el 30% de los adictos al juego sean mujeres, según pudo recoger el diario El Salto.

El 2017 se pusieron en juego en la Comunidad de Madrid casi 400 millones de euros, estamos ante una transferencia de renta desde los barrios más pobres, donde la tasa de paro dobla la tasa nacional, hacia los holdings, el Fondo Buitre que expulsa de nuestra ciudad a la clase trabajadora subiendo el precio de la vivienda, también es dueño de Cirsa, un gigante de las apuestas deportivas.

La administración que debería poner freno a esta lacra se envuelve en la bandera de la libertad y el libre mercado para defender lo indefendible, prefería pensar que le tienen miedo a quienes pueden pegarte dos tiros en el parking de casa antes que aceptar que realmente creen que es un negocio y un servicio que nuestra sociedad merece normalizar. Como en tantas otras políticas públicas, es la izquierda obrera representada en Podemos y sus confluencias y en el Partido Socialista la que cuenta con políticos y políticas valientes que intentan plantar cara a la adicción del siglo XXI, aunque no pase de los discursos al BOE.

La banca siempre gana, y recuerden que si han perdido dinero con las apuestas durante 2018 pueden desgravar en su declaración de la Renta, la suerte no es pagar menos impuestos, la suerte es que solo pierdan dinero y sigan viviendo para contarlo.