A partir del mes de abril de 2022, los periodistas de El Confidencial Alejandro Requeijo y José María Olmo publicaron una serie de informaciones que arrojaron luz sobre las cuestionables prácticas de Luis Rubiales al frente de la RFEF, que configuraron los denominados Supercopa Files, uno de los mayores trabajos de investigación periodística de los últimos años.

 A través de una serie de exclusivas apoyadas en documentos, contratos, correos electrónicos y mensajes de móvil, los periodistas mostraron cómo se fraguó la venta de la Supercopa de España a la dictadura de Arabia Saudí a través de un negocio muy lucrativo para el fútbol nacional. Además, se evidenciaron los numerosos conflictos de intereses en los que presuntamente incurrieron durante años el presidente de la Federación (RFEF), Luis Rubiales, y el exjugador de la Selección Española y el F.C Barcelona Gerard Piqué, que precisamente, disputaba dicha competición defendiendo a los culés.

En aras de conocer más sobre la figura de Rubiales y lo sucedido desde el beso a Jennifer Hermoso tras la victroria de España en el Mundial femenino hasta el día de hoy, ElPlural.com se ha puesto en contacto con el periodista de El Confidencial y autor de Invasión de Campo, Alejandro Requeijo.

Pregunta: ¿Qué pensaste al ver las imágenes de Rubiales besando a Jenni Hermoso?

Respuesta: Estaba con mi novia y lo vimos en directo. Y nos pusimos a buscar en las redes sociales de Hermoso si eran pareja. Pero vimos que no había nada. Poco tiempo después se publica el vídeo del vestuario en el que la propia Jenni dice que no le ha gustado el beso. En ese momento, Eva, mi pareja, que tiene más visión que yo, me miró y me dijo que el beso le iba a costar caro a Rubiales. Y así fue.

P: Lo de agarrarse los testículos delante de la reina Letizia y la infanta Sofía, da para otro capítulo.

R: Nunca he sido partidario de lo estáticos que están siempre los mandatarios durante los partidos. Que no puedan ni siquiera celebrar un gol de su equipo. Pero aquí estamos hablando de otra cosa. Rubiales es una persona absolutamente irrespetuosa que no está a la altura del cargo que representa. 

P: Rubiales terminó el día de la final con una actitud chulesca en la Cadena COPE y llamando idiotas a todos aquellos que habían criticado el beso.

R: No me sorprendió en absoluto. Si hubiera tenido que hacer una apuesta de cómo iba a reaccionar Rubiales hubiese apostado porque sería insultando. Nosotros le hemos tenido que investigar mucho para nuestras informaciones publicadas en El Confidencial. Y todo lo que ha sucedido nos encaja a la perfección. Incluso la estrategia de hacer creer a todo el mundo que iba a dimitir para al final no hacerlo. Tengo testigos de que cuando salieron las primeras informaciones de que dimitiría, dije "hasta que no lo veo no lo creo". El combustible vital de Rubiales es el desafío, el reto y el enfrentamiento. Coincide con la descripción que hace de él su tío Juan Rubiales. Una persona que necesita el conflicto constante para seguir caminando. Con nosotros era así. Hemos sufrido decenas de querellas. Casi por cada información, una denuncia. Era un estrategia de presión y control.

P: ¿Es Rubiales un agresor sexual?

R: De momento, presunto agresor sexual. La Fiscalía ha abierto unas diligencias procesales y he escuchado a gente bastante más conocedora del derecho que yo como por ejemplo, Emilio Cortés, catedrático de derecho penal, decir que sostiene que si él le pusiera esas imágenes a sus alumnos y uno dijera que no es una agresión sexual, le suspendería. Entonces, me remito a los expertos. 

P: ¿Y un corrupto?

R: Ahora mismo está siendo investigado por la Fiscalía Anticorrupción y, además de los contratos con Arabia Saudí para llevar allí la Supercopa de España, la fiesta en el chalet de Salobreña, el viaje a Nueva York con su pareja, hay que añadir el uso de fondos de la RFEF para espíar a un rival, el máximo responsable de AFE, David Aganzo. Todo eso lleva un año bajo investigación en un juzgado de primera instancia de Majadahonda y se investigan presuntos delitos de corrupción. Como mínimo hay sospechas fundadas para que el Gobierno hubiera actuado en su momento y no hubiese dejado pasar más de un año y que el problema de Rubiales no sea el machismo sino la presunta corrupción. Tenemos la sensación de que el Caso Rubiales es el Caso Gobierno o Caso Pedro Sánchez. Ellos sabían qué tenían en la RFEF y sabían que tenían herramientas para poder, como mínimo, haber sometido a Rubiales al escrutinio del TAD y nunca lo hicieron. Metieron en un cajón las denuncias que se hicieron a raíz de nuestras publicaciones y las dejaron morir. Finalmente, tuvo que ser un juzgado quien se puso a investigar. Siempre se temió que un escándalo en la Federación pudiese afectar negativamente a España a la candidatura para organizar el Mundial 2030. Además, los poderes políticos siempre han tenido terror a inmiscuirse en el fútbol español, que es un equilibrio de alianzas, enemistades y guerras cainitas. Nosotros publicamos la primera información el 18 de abril de 2022 y el juzgado abrió una causa penal el 27 de junio. En esos más de dos meses, el Gobierno estuvo mirando para otro lado. En este caso, a las pocas horas del "no voy a dimitir", el CSD elevó una denuncia al TAD. ¿Por qué no hicieron nada con el caso de Supercopa Files?

P: ¿Crees que Rubiales posee algo que le otorgue una situación de poder en este proceso?

R: Nosotros publicamos que Rubiales grabó conversaciones con altos cargos y que almacenaba mensajes con el presidente del Gobierno. No sé si utilizará algún tipo de carta para defenderse.

P: ¿Qué es lo peor que ha hecho Rubiales al frente de la RFEF?

R: Para mí es favorecer una tendencia que se está haciendo en el fútbol moderno: deslocalizar el fútbol. Nos han arrebatado un patrimonio que nos corresponde a los aficionados españoles para subastarlo al mejor postor. En este caso, a una dictadura inaceptable como Arabia Saudí. Era de preveer que Luis Rubiales no era la persona adecuada para pilotar la igualdad en el fútbol español cuando entregó algo que era de todos a una dictadura que persigue a mujeres y homosexuales. Ahí demostró que no era idóneo para el cargo. 

P: ¿Qué tipo de persona debería ocupar un puesto así?

R: Más que un nombre, hay que pensar en que haya contrapesos para poder controlar a este tipo de figuras y evitar que un señor se pueda llevar una competición a otro continente. Que haya limitación de mandato. ¿Por qué la Ley del Deporte aprobada el año pasado no incluyó la limitación de mandato a ocho años para evitar otro Villar? Si no es por el beso a Jenni Hermoso, Rubiales se podría haber eternizado en el cargo. ¿Por qué en la redacción original de la Ley del Deporte sí estaba contemplada esa limitación y a última hora se quitó?

P: Cabe destacar que el Tribunal Administrativo del Deporte ha determinado que el beso es una falta grave, un hecho que impide que el Consejo Superior de Deportes (CSD) pueda suspenderle de su cargo como presidente de la Federación, ya que, según las normativas, sería necesario que el TAD considerara el acto como una falta muy grave para activar dicho proceso. ¿Cómo lo interpretas?

R: De entrada, demuestra la imparcialidad del TAD y su independencia respecto al Gobierno, lo cual, si el día de mañana acaba inhabilitando a Rubiales por una falta grave por un atentado al decoro deportivo, espero que no diga que ha sido porque el Gobierno lo presionó. Estoy convencido de que Rubiales va a pelear con uñas y dientes por quedarse en la Federación. Al menos, lo que dura esto. Es decir, el hecho de que su suspensión solo sea por parte de la FIFA solo hace que se refuerce moméntaneamente su posición de cara a la gente que sigue dentro. Si hay un mínimo de riesgo de que Rubiales pueda volver a la Federación, tengo la sensación de que será más difícil que alguien tenga la tentación de levantar alfombras.

P: ¿Qué futuro le auguras a Rubiales?

R: Tengo pocas dudas de que Rubiales va a hacer todo lo que tenga en su mano para tratar de revertir la situación. Seguirá teniendo apoyos y seguirá siendo un personaje ligado a los mundos profundos del fútbol español. Un lugar donde alguien no se va del todo, sino que espera su momento para regresar.