El estado de Alabama ha ejecutado este jueves al preso Kenneth Eugene Smith, de 58 años, por el método de asfixia con gas nitrógeno. Hasta la fecha, nunca antes se había recurrido a este sistema. La gobernadora republicana, Kay Ivey, confirmó que el estado del sur de los Estados Unidos asesinó al hombre, condenado a muerte por el crimen de la mujer de un predicador por encargo en 1988. El deceso del preso se confirmó en torno a las 20:25, hora local, tras un procedimiento que ha sido criticado por “inhumano” por colectivos contrarios a la pena capital, también por Naciones Unidas.

Fue a la segunda, pues en 2022 ya le enviaron al patíbulo para recibir la inyección letal. Sin embargo, tras cuatro horas atado a la camilla, lo devolvieron a su celda al no encontrar la vena para el pinchazo. Sin embargo, este jueves, Alabama ejecutó a Smith. Según recoge el diario El País, los testigos relatan que falleció por hipoxia de nitrógeno, que le causó “de dos a cuatro minutos de convulsiones” y “cinco minutos de respiración fuerte”. De hecho, revelaron las últimas palabras del reo: “Esta noche Alabama hace que la humanidad dé un paso atrás. Gracias por apoyarme. Os quiero a todos”. En ese momento, mientras el gas fluía, dirigió la mirada a tientas hacia su mujer y agregó: “Te amo”.

Así fue ejecutado el criminal en un ajusticiamiento al que la gobernadora republicana del estado sureño optó por no asistir. En cambio, su oficina difundió el siguiente comunicado: “Tras más de 30 años e intento tras intento de engañar al sistema, el señor Smith ha respondido a sus horrendos crímenes. Rezo para que la familia de Elizabeth Sennet (la víctima) pueda recuperarse después de todo este tiempo lidiando con esa gran pérdida”. Duro escrito que rima en consonante con las palabras del fiscal general de Alabama, quien respaldaba el método utilizado por demostrarse “eficaz y humano”, a pesar de las “predicciones funestas” de los activistas y de la prensa. “Se ha hecho justicia”, llegó a precisar.

Kenneth Eugene Smith dedicó sus últimas horas a despedirse de su mujer y del resto de sus familiares, pidiendo una comida como último deseo, que constó de chuleta, croquetas de patata y huevos. Un menú encargado a la cadena de comida rápida Waffle House. Entre tanto, su equipo legal no cejó en su empeño por detener in extremis la ejecución. La defensa se aferraba a las dudas sobre el método, a pesar de que fue el propio preso el que optó por la hipoxia cuando le dieron a elegir tras fracasar la inyección letal.

Una práctica cuestionable

La ejecución de Kenneth Eugene Smith ha alimentado el debate sobre la pena capital en Estados Unidos, máxime tras acogerse a un método del que aborrecen no sólo los activistas contrarios a la pena de muerte, sino también instituciones supranacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Miembros de la judicatura se han pronunciado en contra de la asfixia con gas nitrógeno. De hecho, la jueza liberal Sonia Sotomayor, que aportó la opinión disidente en el dictamen final del Tribunal Supremo, sostenía que el estado sureño utilizaba al reo como una suerte de “conejillo de indias” para poner a prueba un “método de ejecución nunca antes ensayado”. “El mundo está mirando”, advirtió entonces la magistrada, que encontró respaldo en Ketanji Brown Jackson y Elena Kagan, las otras dos jueces progresistas.

Alabama optó por el recurso de la hipoxia de nitrógeno ante los problemas que ha ofrecido la inyección letal en los últimos años, un método que se introdujo en 1982 y que se ha cobrado la vida de 1.377 presos en algo más de cuatro décadas. De hecho, se considera el procedimiento con más fallas. Sólo en el estado de Alabama recolectó tres intentos fallidos en 2022. Se han estudiado otras alternativas, en parte debido a que las farmacéuticas se niegan a vender este tipo de fármacos por cuestiones de imagen.

La UE prohibió en 2011 la exportación de estos psicotrópicos a Estados Unidos, siendo este uno de los principales motivos de que sólo cinco estados administraran la pena de muerte el pasado año. El método está en tela de juicio, en cualquier caso, ante el temor de que la muerte del reo pudiera ser lenta y dolorosa o, en su defecto, que la exposición al gas le provocara vómitos y pareciera ahogado o que le dejara en estado vegetativo. De ahí, que instancias como la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, así como médicos y activistas, se expresase contraria a la pena capital.

Con todo, Alabama, Tennesee y Misisipi aprobaron el uso de la técnica de nitrógeno en las ejecuciones. Sin embargo, ninguno de los dos estados restantes lo había puesto en práctica hasta ahora.