La llegada de las altas temperaturas dispara el uso del aire acondicionado en viviendas, centros de trabajo y transporte público. Aunque se trata de un recurso esencial para soportar los rigores del calor, su uso prolongado y, en ocasiones, incorrecto, puede tener consecuencias para la salud respiratoria. Especialmente vulnerables son las personas con patologías crónicas como el asma o la EPOC, pero también puede afectar a individuos sanos si los aparatos no están correctamente mantenidos.

Además, los contrastes bruscos de temperatura, la acumulación de humedad o la proliferación de microorganismos en los filtros sin limpiar son factores de riesgo que los especialistas alertan cada verano. ¿Cómo podemos prevenir complicaciones y hacer un uso seguro del aire acondicionado?

Las enfermedades respiratorias más sensibles al frío seco

"Son múltiples las patologías respiratorias que se pueden ver asociadas al uso prolongado de sistemas de aire acondicionado, sobre todo en el empeoramiento o agudización de condiciones crónicas más que en la aparición de estas", explica el doctor Carlos López Chang, especialista del Servicio de Neumología del Hospital Universitario General de Villalba, integrado en el servicio público madrileño de salud (SERMAS).

El asma bronquial es una de las enfermedades más sensibles a este tipo de exposición: "La exposición al aire frío y seco se ha demostrado que participa en la aparición de episodios de broncoespasmo, es decir, el cierre de las vías aéreas, por activación o irritación de receptores que tenemos en el epitelio de los bronquios".

También la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) puede empeorar por las mismas razones, afectando de forma significativa la calidad de vida y aumentando el riesgo de crisis agudas. Y no sólo eso: "Las enfermedades infecciosas respiratorias se pueden asociar al uso de sistemas de aire acondicionado, especialmente relacionadas con la falta de mantenimiento o higiene. Los filtros que poseen estos equipos pueden albergar bacterias y hongos, como Legionella pneumophila, que puede causar legionelosis (una forma grave de neumonía)".

Incluso enfermedades menos frecuentes, como la fibrosis pulmonar, pueden ver agravados sus síntomas por la exposición prolongada al aire acondicionado: "En menor medida los síntomas respiratorios, como la tos o la sensación de falta de aire, pueden ser agravados por la exposición prolongada, especialmente prevalente en las enfermedades intersticiales pulmonares".

¿Qué ocurre cuando salimos del calor al aire frío?

Los cambios bruscos de temperatura también juegan un papel clave. "Todos los seres humanos poseemos células especializadas distribuidas a lo largo de toda la mucosa que recubre nuestro sistema respiratorio encargadas de detectar y reaccionar ante cambios de temperatura", señala el Dr. López Chang.

Estas células son especialmente reactivas en pacientes con asma o EPOC: "En personas afectas de enfermedades respiratorias como el asma bronquial o la EPOC, estas células pueden ser especialmente sensibles a cambios bruscos de temperatura, desencadenando episodios de irritación bronquial o lo que llamamos los médicos episodios de broncoespasmo".

Esta sensibilidad al entorno se suma a otros factores ambientales que también impactan en el sistema respiratorio, como ocurre en cuadros de alergia o incluso en enfermedades como el hipertiroidismo autoinmune con manifestaciones oculares.

Filtros y mantenimiento: claves para evitar infecciones

Uno de los grandes riesgos del uso del aire acondicionado es la falta de higiene. "La adecuada higiene y mantenimiento de los sistemas artificiales de acondicionamiento de aire (aires acondicionados, humidificadores, purificadores, etc.) es fundamental para la prevención de enfermedades respiratorias", advierte el especialista. "La acumulación de moho es caldo de cultivo para la proliferación de hongos y bacterias patógenas que pueden comprometer seriamente nuestra salud".

Este aspecto, de hecho, es una pregunta habitual en consulta: "Es tanta la relevancia, que una pregunta estándar en nuestras consultas de Neumología es saber si los pacientes se encuentran expuestos diariamente a estos equipos y con qué asiduidad son revisados y desinfectados".

Conocer esta información puede ser clave para establecer un diagnóstico certero, del mismo modo que ocurre con otros síntomas aparentemente inespecíficos como los relacionados con la migraña y la depresión.

Síntomas que deben hacernos sospechar

Detectar a tiempo una reacción respiratoria relacionada con el aire acondicionado puede evitar complicaciones mayores. "Los principales síntomas que nos hacen sospechar en la existencia de una enfermedad respiratoria relacionada con estos dispositivos son la tos que caracterizamos como irritativa o seca y la sensación de falta de aire o disnea en relación con la exposición a los aires acondicionados", destaca el Dr. López Chang.

Sin embargo, no siempre es fácil identificar la relación: "La mayoría de los pacientes no lo relacionan directamente y es nuestro trabajo como médicos, a través de la historia clínica, encontrar una relación".

En casos más graves puede presentarse una patología concreta: "Existe una patología llamada neumonitis por hipersensibilidad en la que los pacientes pueden presentar síntomas más generalizados como fiebre, decaimiento y dolores articulares, todo debido a una reacción inflamatoria sistémica como respuesta a algunos hongos ambientales".

Este cuadro recuerda a otras enfermedades emergentes en verano, como las otitis y faringitis causadas por cambios de temperatura o ambientes húmedos.

Cómo adaptar el ambiente para proteger la salud respiratoria

El especialista ofrece recomendaciones concretas para un uso seguro del aire acondicionado: "No exponerse a temperaturas muy bajas o a corrientes directas del aire que emiten, especialmente los pacientes con enfermedades respiratorias más graves".

Además, enfatiza la importancia de la limpieza: "Aquellos que posean depósito de agua se recomienda su limpieza y secado diario. En cuanto a los filtros, deben ser revisados y limpiados cada 1 a 3 meses y los filtros que cumplan con certificación HEPA en purificadores de aire cada 6 a 12 meses".

Esta rutina de mantenimiento ha demostrado reducir significativamente la presencia de microorganismos: "Esto ha demostrado disminuir la presencia de virus y bacterias en el ambiente, mejorando la salud respiratoria del área donde se encuentren".

El cuidado ambiental se suma a otras estrategias preventivas que ganan peso en salud pública, como la prevención del asma, el autocuidado frente a la insuficiencia cardíaca o los riesgos del abuso de pantallas, todos ellos con un denominador común: la necesidad de anticiparse para preservar la salud.