Juan Ramón Rallo, jefe de opinión de Libertad Digital, uno de los medios de comunicación de cámara del Partido Popular -que no en balde debió prácticamente su existencia televisiva a las irregulares concesiones de licencias de Esperanza Aguirre, según sentencia del TSJ de Madrid-, escribe un artículo en este diario, que titula “¿Y qué más da un 1%?”, en el que a través de un aleccionador ejemplo muestra las maldades de una superior fiscalidad a los grandes patrimonios porque, asegura, “erosionaría el capital productivo de nuestra economía”.

Se reproduce literalmente el creativo y gráfico ejemplo: “Imaginemos una empresa con valor de mercado de 100 millones de euros, que sea propiedad de un individuo y que obtenga unos beneficios de 5 millones de euros. Sobre esos beneficios abonará 1,5 millones en concepto de impuesto de sociedades (30%) y, posteriormente, al repartir los 3,5 millones restantes en dividendos, su accionista único pagará un 21%, de modo que recibirá unos 2,75 millones. Pero, para más inri, ese accionista tendrá que abonar un 1% sobre los 100 millones que vale la empresa en concepto de impuesto sobre el patrimonio; es decir, al final, de los 5 millones que ha ganado su empresa, él sólo recibirá 1,75: un gravamen del 65%”. El jefe de opinión de este medio afín a los populares termina su artículo asegurando que este impuesto sólo tendrá un aspecto positivo porque la primera medida que tomaría el PP es la de “su inmediata derogación”.

Bien, pues puestos a hacer demagogia ¡allá vamos! Supongamos a un señor, que podría ser el mismo del anterior ejemplo, que vive en una urbanización de máximo lujo de Madrid donde holgazanea todo el año repartiendo su tiempo entre actividades sociales -aunque paradójicamente de nula utilidad para la sociedad- y la práctica de algún deporte para mantenerse en forma como el golf o el pádel y, que este envidiable ritmo de vida, puede permitírselo porque es el único propietario de una empresa valorada en un centenar de millones de euros que le reporta anualmente unos ingresos antes de impuestos, vía reparto de dividendos, de unos cinco millones de euros.

Pues bien, cuando acceda al poder el Partido Popular este señor tendrá la consideración de empresario-emprendedor al que no convendrá penalizar fiscalmente para no castigar en exceso el ahorro, decisión ésta que le permitirá vivir algo mejor de lo que ya lo hacía -si ello fuera posible- y, a su vez, la de crear algún nuevo puesto de trabajo -quizás una persona más de servicio para reforzar las labores de limpieza en la zona de recreo de su lujosa mansión- y, lo que es realmente importante, dispondrá de una mayor capacidad de inversión en activos financieros.

No obstante, las instrucciones que tiene dadas a su administrador particular son muy claras: prioridad absoluta en valores de máxima seguridad pero sin descartar alguna inversión, proporcionalmente no significativa, en otros activos de alta rentabilidad. Así que, siguiendo estas pautas, el administrador del emprendedor, al gozar éste de una menor tributación, podrá invertir más dinero en deuda pública alemana -que es su valor preferido- aunque sin descartar la de otros países de la zona euro, siempre que éstos hayan terminado de realizar los ajustes necesarios (en pensiones, sueldos de funcionarios, sanidad, educación, etc.) para garantizar al cien por cien el reintegro de la inversión, o bien, -por aquello de exponer en valores con máxima rentabilidad- invertir pequeñas cantidades en las deudas de aquellos países que -como el suyo propio-, encontrándose aún en un proceso de recortes presupuestarios, proporcionarían un elevado rendimiento dada la alta prima de riesgo que soportan.

Como habrán podido apreciar este segundo ejemplo muestra otra realidad bien distinta a la ofrecida por el celoso guardián de las esencias neoliberales de Libertad Digital. Ustedes elijan con cual se quedan -en el bien entendido que ambas practican altas dosis de demagogia- y mientras lo deciden piensen en Gerardo Díaz Ferrán, modelo de empresario-emprendedor y último presidente de los empresarios españoles apadrinado por el Partido Popular. ¡Aunque mucho me temo que el rentista de La Moraleja se está frotando ya las manos!

Gerardo Rivas Rico Licenciado en Ciencias Económicas