Un año sin luto en las banderas. Sin ríos a media asta. Sin minutos eternos de silencio. Sin llanto madres, novias, hijos. Disfrutando el amor como una primavera. Pariendo futuro con matronas  nestlé, chupetes de caña dulce, baberos de media luna. Sin muertos. A lo mejor para siempre. Sabemos poco de la muerte, incluso los que la tuvimos durmiendo en la almohada en un hospital cualquiera, en una noche cualquiera. Sin muertos. Un año. Como si el tiempo nos hubiera renacido entre las manos, como una resurrección de tumbas rotas. España en crisis, pero alegre. Parados, muchos parados, pero alegre. Con hambre de hogares pobres, pero alegre. Porque la crisis, el trabajo, el pan se soportan mejor con la alegría de la vida.

Hay a quien le duele el año. ¿Porque no tiene muertos? Parece. Es duro, muy duro, pero parece. Angeles Pedraza, La Gaceta, Intereconomía aseguran que este año ha sido peor en lo referente a ETA que cuando ETA mataba. A Angeles (hermoso nombre) se le supone un esfuerzo por velar por los que fuimos víctimas. Fuimos, sí, fuimos. Porque sentimos morirnos un poco con cada bala disparada. Porque a todos nos desnucaron el alma. Todos fuimos sangre inocente derramada. Todos estamos bajo tierra con los que están bajo tierra. Todos formamos esa asociación de víctimas. Y Angeles debería estar al frente de todos los que sufrimos la parte alícuota que nos corresponde. Pero ella está en contra de un gobierno que en un año a detenido a 47 terroristas, ha inutilizado zulos destinados a la tortura, ha desenmascarado pistolas con gatillos apretados. Y sin embargo afirma que este año ha sido una victoria para ETA, más victoria que cuando mataban. Porque Bildu, porque Sortu, por no sé cuántas absurdas razones más. Y unidos a ellos ciertos medios de comunicación, o de enfrentamiento, de añorantes reunidos en tono a los “caídos por Dios y por España”, adoratrices de golpes de generales vitalicios. Para derrocar a un gobierno tenemos las urnas. No necesitamos mesías de plasma y tipografía. Huele el odio programado, a cosecha negra y putrefacta. Rencores acumulados, fumigados en el salón de cada casa.

¿Es posible ser honrado y escribir ciertas editoriales?  ¿Puede ser compatible presidir la asociación de víctimas y añorar muertes de los que están a tu lado?

Todo es posible. También el mañana, el horizonte, la fe en el hermano, el camino que se hace al andar. Porque existen los que ven en un niño la resurrección de la especie, los que hacen de su vida una huella donde pisa el futuro, los que han convertido la espera en esperanza.

Rafael Fernando Navarro es filósofo
http://marpalabra.blogspot.com