El padre de este amigo tan especial no me habla desde que, cercana ya mi jubilación, empecé a escribir artículos sobre temas de actualidad política y social. Cuando le envié los primeros escritos, con la ilusión del neófito que necesita de cierta seguridad ajena para afianzarse en su nueva tarea, me llamó para decirme que mis ideas estaban “trasnochadas” y que parecía que había nacido en el indigno -supongo que para él- Pozo del Tío Raimundo del barrio vallecano de Madrid.

No me pude contener y le contesté que me orientase sobre el pensamiento “moderno” que mantenían los miembros de su familia: si era el de su padre, que aún vivía en aquellas fechas y que era un ferviente seguidor de Jesús Gil y Gil, el alcalde de la ciudad donde residía, el de su hermana casada con un “señorito” aristócrata jerezano sin oficio ni beneficio pero franquista hasta la médula o el suyo propio, el de un intolerante incondicional del Partido Popular con cuyos dirigentes más extremistas mantenía muy buenas relaciones de amistad.

Reconozco que me pasé tres pueblos con el calentón y le pedí reiteradas excusas por ello a través de todos los medios de comunicación conocidos, pero mis intentos cayeron en el vacío de su indiferencia. Ni una sola respuesta he obtenido hasta el momento; me había sentenciado y condenado por mi osado atrevimiento y el perdón que tanto pregonan los del golpe de pecho y misa dominguera se conoce que es para quedar bien, pero que no es cuestión de concedérselo al primero que lo solicite.

Pero a todo esto ¿por qué su hijo me ha eliminado del listado de sus amigos de Facebook? Pues porque, según me ha explicado él mismo en un correo que ha tenido a bien enviarme ante mi solicitud de explicaciones, mis críticos comentarios sobre el Santo Padre, Benedicto XVI, que con motivo de su visita a nuestro país he colgado en mi muro de esta red social le han resultado irrespetuosos y que mis continuos ataques a la sacra Institución de la Iglesia Católica le han inducido a esta decisión. ¡Tres hurras, pues, por la tolerancia con las ideas de los demás!

Estoy convencido de que cuando el insigne poeta sevillano dijo aquello de “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón” no era consciente de que cerca de cien años después su premonición iba a seguir teniendo plena vigencia. Y vaya si lo tiene. Ese amigo de Facebook tan especial que me ha eliminado de su círculo de amistades es mi sobrino y, su padre, mi propio hermano que, además, convivió conmigo incluso los siete meses de embarazo de mi madre porque fuimos hermanos mellizos que vinimos al mundo de forma prematura y que convivimos codo con codo nuestros primeros y más cruciales años de nuestra existencia.

Me figuro que a ellos -a mi hermano, a mi sobrino y casi al resto de la familia- les helará igualmente el corazón el hecho de tener un familiar tan “rojo” y tan ateo. Así que en esas estamos todavía don Antonio “entre una España que muere y otra que bosteza” hay españoles que quieren vivir pero a los que no les dejan empezar a hacerlo. ¿Será un maleficio?

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas