En este nuevo episodio de “HISTORIAS” nos adentramos en la experiencia de Abel y Nacho, dos chicos gays de Extremadura que a sus 22 años han vivido lo que muchos otros hombres del colectivo relatan.
Salir del armario, sentirse diferentes, tener que dar explicaciones, problemas para encajar… Lo que muchos pensábamos que algún día dejaría de tener que ser un evento canónico en las vidas de todas las personas no heterosexuales, parece ser que no ha acabado aún, y dista mucho de hacerlo.
Aunque los derechos de la comunidad LGBT, en especial de la comunidad gay, han dado pasos agigantados en estas últimas décadas, existe una resistencia muy palpable a dejar atrás muchas formas de discriminación pasiva.
Abel relata cómo ha sido trabajar en una fábrica y sentirse señalado por el resto de compañeros con gestos sutiles como destinarlo a trabajos menos físicos o darle un trato diferente respecto a los demás trabajadores hombres.
Nacho, al contrario, relata un entorno cercano más tolerante, pero relata haber sufrido aproximación de potenciales abusadores de menores en la aplicación Grindr cuando sólo tenía 13 años. Plataforma en la cual la mayoría de usuarios ingresan de forma anónima y carece de controles eficaces para que menores de edad no accedan a ella, siendo blancos fáciles para depredadores.
Al mismo tiempo, relatan como existen actitudes tóxicas muy mejorables por parte de la propia comunidad gay, en la cual muchos hombres demandan “reprimir” la “pluma” a sus potenciales parejas para que estos se vean “más atractivos”, en un alarde de machismo interiorizado dentro del propio colectivo.
Con el proceso de esconderse, para muchos viene el siguiente paso, que es destruir esa tapadera, algo que cuesta. Para muchos hombres homosexuales, el proceso de salir del armario implica deshacer años y años de construir una identidad falsa, teniendo que reconstruir una nueva, en una suerte de segunda adolescencia.
Independientemente de todo esto, ambos han encontrado en Madrid la oportunidad de vivir su verdadero yo y perseguir sus sueños como artistas, manteniendo el cariño por su tierra, Extremadura, a la que no le guardan ningún rencor.
A medida que transcurría este nuevo episodio de Historias he sacado la conclusión de que se ha avanzado bastante, pero no tanto como nos hubiera gustado a los que vinimos antes que ellos. Por eso es clave entender que los derechos LGBT no están garantizados y que los retrocesos pueden ocurrir, pero esa lucha está en buenas manos en chicos como Abel y Nacho.