A veces uno piensa cuántas vidas se habrían salvado si se hubiese descubierto antes tal o cual medicamento. Eso mismo pasa hoy con un juego de mesa, el cual de haberlo conocido nuestros políticos seguramente estaríamos en un mundo mejor.

Infinidad de libros han pasado a la historia sin pena ni gloria, de hecho, hay ediciones enteras desaparecidas para siempre. Precisamente uno de estos libros inencontrables está estrechamente unido al juego del que hablábamos y con el que seguro nos hubiésemos ahorrado muchas ineptitudes políticas.

Se salvó de milagro ya que su autor Alonso de Barros decidió incluir unos versos escritos por un amigo suyo que, por entonces (1587), era un simple recaudador de impuestos, hoy le conocemos como Miguel de Cervantes.

'Filosofía cortesana moralizada', de Alonso de Barros.

El pequeño libro “Filosofía cortesana moralizada” de Alonso de Barros enseña mediante un juego cómo ascender políticamente en la corte

Esto nos muestra cómo Cervantes no tenía un estatus literario muy alto, porque, a decir verdad, su poesía no iba dirigida a un libro grandioso, sino más bien un manual de instrucciones de otra cosa más curiosa aún, el juego de mesa titulado Filosofía cortesana moralizada.

Su autor, el segoviano Alonso de Barros, supo desde joven manejarse en los ambientes palaciegos y fruto de aquel aprendizaje político nació este juego, en el que los participantes han de lograr trepar por la sociedad, recibiendo lecciones en cada casilla decorada con una pequeña ilustración.

El tablero más conocido del juego

El tablero más conocido es la edición bilingüe publicada en Nápoles en 1588, conservado hoy en el British Museum.

Esos dibujos, más didácticos que decorativos, ofrecen una lección a cada jugador, antes incluso de ponerse a participar, ya que en las esquinas del tablero aparecen tres figuras claves, la diosa Ocasión, la firmeza (representada con el delfín enroscado en el ancla) y el tiempo. Tres factores que todo buen cortesano, político diríamos hoy, debe considerar. 

El recorrido con forma de espiral y 63 casillas recuerda en cierto modo al juego de la Oca y al igual que en aquel hay casillas que obligan al jugador a comportarse de tal o cual manera.

En el juego de la Filosofía cortesana moralizada se obliga al participante a sufrir los avatares de aquel que quiera ascender en el gobierno.

La primera casilla es un pavo real cuyo lema es “a los pies mira razón y la rueda la opinión” queriéndonos decir que el jugador ha de ser sensato para no dejarse llevar por la vanidad y la opulencia.

El siguiente lugar donde podemos caer es la número 4 que al igual que otras tantas casillas representa con dos bueyes el trabajo. Esta imagen se repite con insistencia machacona advirtiendo al jugador lo importante que es el trabajo y lo perjudicial de aquellos que viven a costa de los demás “No puede el hijo de Adán sin trabajo comer pan” dice uno de los lemas.

Casillas del trabajo



Las casillas del trabajo son las que más se repiten en el juego aleccionando al jugador de cómo no hay que dejar nada al azar si no al esfuerzo personal

La número 7 nos muestra un pelícano ofreciendo su sangre a unos gatos, algo un tanto incoherente ya que en la iconografía tradicional son sus polluelos los alimentados, sin embargo en su manual Alonso Barros explica que el buen gobernante ha de saber ganarse incluso a los enemigos, eso sí, siempre con testigos. La frase que mejor lo resume es uno de estos pareados que dice: “Dando gracias por agravios negocian los hombres sabios”.

El juego sigue con casillas de lo más variopinto, en las que ocurre la muerte del valedor, el cambio de ministros, la adulación, el pozo del olvido o el “penseque” donde se pagan las consecuencias de una mala previsión política de ahí el nombre pensé que…

La opinión pública

En el juego también tiene cabida la opinión pública como en la casilla 36 donde se dice “el que sirve al qué dirán, tome el pago que le dan”.

También las estafas políticas de prometer cosas en campaña que jamás se llevan a cabo aparece representado en la casilla 39 bajo el título de la falsa amistad, cuyo autor explica así en su manual: “ellos se hazen muy humildes y fáciles al trato, prometiendo impossibles, que lo son de cumplir, hasta coger lo que pueden”.

Casilla de la falsa amistad



La casilla de la falsa amistad representa a una raposa haciéndose la muerta para dar caza a los pajarillos que han confiado en ella.

Finalmente y por paradójico que parezca el que gana no llega a un lugar lleno de riquezas si no el mar del sufrimiento. En aquellas playas crece una palmera cuyas hojas representan la gloria, la misma que personajes como los mártires alcanzan al entregarse por un ideal. Exactamente lo contrario de lo que nos ofrece panorama actual.