Hoy, 8 de agosto, se cumplen 124 años del asesinato de Cánovas del Castillo en el balneario de Santa Águeda (Mondragón). Un magnicidio que, sin duda, cambió la historia, pero al mismo tiempo ha suscitado numerosos misterios sin una fácil resolución.
La historia oficial nos cuenta cómo todo este asesinato hunde sus raíces en el atentado del Corpus Christi del 7 de junio de 1896. Un episodio brutal con 12 fallecidos y 45 heridos, que a su vez desembocó en una represión policial con más de 300 detenidos en el castillo de Montjuïc.
Esta última decisión fue un golpe de mano a los anarquistas, con un mensaje claro: tortura y muerte para los detenidos como respuesta gubernamental al atentado.

La prensa internacional se horrorizó por los abusos cometidos por la policía hacia los presos en el castillo de Montjuïc

El testimonio de algunos torturados, como Fernando Tarrida del Mármol, hizo que la prensa internacional se horrorizase por los abusos cometidos por la policía hacia los presos en el castillo de Montjuïc.

Al año siguiente, el 30 de mayo de 1897, en Londres ya se había creado por parte del anarquista Joseph Perry un comité, el Spanish Atrocities Committee, con el que se trataba de denunciar las barbaridades policiales. Es, precisamente en una de esas manifestaciones llevadas a cabo en Londres cuando surge la figura de otro personaje clave en toda esta historia: Michele Angiolillo.

Michele Angiolillo

Michele Angiolillo: ¿Un anarquista convencido o simplemente mano ejecutora al servicio de alguien tan poderoso como desconocido?

Este tipógrafo italiano tomó contacto con españoles torturados (Oller y Francisco Gana) que terminaron por conmoverle de tal manera que decidió pasar a la acción. Es muy probable que en aquellos meses estableciese contacto con el líder independentista puertorriqueño Ramon Emeterio Betances, que por entonces residía en París, como también lo hacían parte de la Junta Revolucionaria Cubana y no olvidemos que estamos a tan solo un año de la guerra de Cuba.
Es evidente que, aunque Angiolillo lo viese como una cruzada personal, sus idas y venidas le hicieron recorrer buena parte del espectro político. Incluso, se sospecha que fue Betances quien concretó el golpe de efecto proponiendo a Angiolillo el asesinato de Cánovas del Castillo en lugar de la Casa Real.

Antonio Cánovas del Castillo

Antonio Cánovas del Castillo atravesaba un momento político realmente complejo con la guerra de Cuba en ciernes y un enfrentamiento frontal con republicanos, socialistas y anarquistas.

Armado y pertrechado con un dinero (de origen no muy claro) Angiolillo llegó España haciéndose pasar por un corresponsal del periódico Il Popolo de nombre: Emilio Rinaldini.
Su recorrido está más o menos claro, Londres, Paris, Burdeos, Madrid, Zumárraga y de allí en carro a Mondragón.
Desde entonces la movilidad de Angiolillo resultó asombrosa. Para empezar: accedió a un elitista balneario como era el de Santa Águeda. Y una vez dentro tuvo varias ocasiones para haber matado al presidente: La primera, el 6 de agosto, en la cuesta de Garagarza donde no disparó para no ocasionar más muertes y la segunda el día 7 en la ermita de la Esperanza en Mondragón, donde no atentó por respeto a la esposa de Cánovas del Castillo presente en ese momento.
Finalmente el 8 de agosto, tras haber escuchado misa, el presidente regresa al balneario donde descansa un momento leyendo el periódico. Allí sin la presencia de su mujer, y desde luego sin la presencia de los guardaespaldas Angiolillo descerrajó tres tiros mortales de necesidad a Cánovas del Castillo.

Recreación de cómo pudo ser el asesinato de Cánovas del Castillo

Recreación de cómo pudo ser el asesinato de Cánovas del Castillo.

Una vez detenido y tras someterle a juicio Angiolillo declaró siempre que actuó solo sin cómplices ni superiores, asumiendo la pena de muerte y plenamente convencido de la necesidad de matar a Cánovas.
Siendo sinceros parece que así sucedió y que verdaderamente sus convicciones políticas y sus sed de venganza le llevaron a cometer semejante crimen, pero un cabo suelto hacía sospechar de toda esta historia: ¿Y los guardaespaldas de Cánovas del Castillo? ¿Por qué no estaban presentes para evitar el asesinato?
Muchos han querido ver en este crimen las garras de una mano negra de origen cubano, puertorriqueño o incluso estadounidense que harían de Angiolillo un mero peón dirigido por una inteligencia superior. ¿Pero cuánto hay de realidad en esa suposición? ¿De verdad hubo una conspiración para eliminar al presidente del gobierno?

 

Ejecución de Angiolillo en Vergara 12 días después de haber matado a Cánovas del Castillo
Ejecución de Angiolillo

Ejecución de Angiolillo en Vergara 12 días después de haber matado a Cánovas del Castillo.

Por pura lógica, si existió una conspiración hubo de contar con la complicidad de los guardaespaldas (7 según unas fuentes, 9 según otras) un número tan elevado que desde luego haría casi imposible el llevar la operación en secreto.  Es más, de haber sido así, los guardaespaldas dieron a elegir a Angiolillo el mejor momento para asesinar a Cánovas pues como vimos tuvo varias ocasiones para haberle disparado.
Con lo cual… ¿Cómo entendemos esta situación? ¿Fueron sobornados los guardaespaldas dejando que Angiolillo actuase a su antojo? Seguramente nunca lo sepamos, pero hay una perspectiva no siempre tratada y que resulta tan sencilla como posible. Me refiero a la inoperancia de algunos empleados del estado, que no pueden (o no quieren) realizar bien su trabajo.
Al igual que hoy día existen empleados que no cogen el teléfono o pasan de ayudar al ciudadano, puede que hace 124 años hubiese un grupo de guardaespaldas en la inopia más absoluta en lugar de proteger al presidente del gobierno.