Mucho se habla del jaleo que supone cambiar de ubicación los restos de Franco. Pero los difíciles de verdad han sido los cuerpos de los que hablamos hoy. Muertos que tan pronto se ponían a surfear como se convertían en ladrillos.

Exhumar un cadáver parece algo complejo, pero en realidad no lo es tanto. Fernando III el santo, que fue rey antes que santo, es “exhumado” tres veces al año y nadie se lleva las manos a la cabeza. Es más, si el problema es trasladarlo, estas regias reliquias nos demuestran que tampoco es tan difícil, al fin y al cabo los 5 desplazamientos que ha tenido este muerto hacen dudar si verdaderamente había motivos reales para hacerlo o era una excusa para montar las multitudinarias procesiones que supusieron estas santas mudanzas en Sevilla.

Los distintos traslados del cuerpo de Fernando III han sido siempre verdaderos eventos multitudinarios
Los distintos traslados del cuerpo de Fernando III han sido siempre verdaderos eventos multitudinarios

En otras ocasiones las razones para exhumar un cuerpo han sido mucho más mundanas e incluso materialistas y aunque sorprenda me refiero al caso de Juana I de España con el cadáver de Felipe el Hermoso.

Siempre se ha dicho que Juana, llevada por su locura, abría con insistencia el féretro de su marido, así como trasladarlo hasta Granada por la noche para que no lo viese ninguna mujer y otra sarta de sandeces que en realidad solo obedecen a la leyenda creada sobre la presunta locura de Juana, que al contrario de lo que parece mostró en este episodio una sensatez encomiable.

La apertura del féretro además de ser mucho menos frecuente de lo que se dice, se debió a un solo motivo. Asegurarse que los lansquenetes flamencos a los que Juana aún no había podido pagar el sueldo no habían tenido la osadía de expoliar las joyas del difunto. Estos cortesanos flamencos se sentían en tierra extraña y muerto su señor no tenían mayor deseo que regresar a su patria, pero sin dineros con qué hacerlo se veían perdidos. Pronto saquearon joyas, vestidos y muebles con los que cobrar haciendo temer a Juana que en un momento dado se lanzasen sobre el rey.

El romanticismo y la leyenda han adornado de sentimientos las visitas de Juana al cadáver de su marido, cuando en realidad todo obedecía al miedo de que le robasen las joyas al difunto. Fuente: Museo del Prado
El romanticismo y la leyenda han adornado de sentimientos las visitas de Juana al cadáver de su marido, cuando en realidad todo obedecía al miedo de que le robasen las joyas al difunto. Fuente: Museo del Prado

El traslado fue costoso porque a Felipe el Hermoso se le antojó enterrarse en Granada y mandar el corazón a Flandes, todo ello en septiembre y con amenazas de peste en Castilla.

Trasladarlo por la noche, no solo evitó una podredumbre más rápida del cadáver, si no también prevenir de un posible contagio a la población que transitaba los caminos. En resumen, la decisión fue menos romántica de lo que nos han contado pero desde luego más sensata.

A veces, las exhumaciones tienen hasta su lado positivo, así lo vemos con el cadáver de Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, quien al morir en Toledo también fue enviada a Granada. En aquel periplo hubo un noble encargado de dar fe de que el cadáver que llegaba era el mismo que partió desde Toledo, ese noble no era otro Francisco de Borja y Aragón. El cual ante semejante panorama juró no volver a servir a un señor que pudiera morir. Es ahí cuando decidió dejarlo todo y hacerse jesuita hasta alcanzar los altares como San Francisco de Borja. España perdía una reina pero ganaba un santo.

El impacto que supuso la muerte de Isabel de Borbón en Francisco de Borja ha pasado incluso al arte con esta magnífica pintura de Moreno Carbonero. Fuente: Museo del Prado
El impacto que supuso la muerte de Isabel de Borbón en Francisco de Borja ha pasado incluso al arte con esta magnífica pintura de Moreno Carbonero. Fuente: Museo del Prado

Décadas después se demostró que algunos traslados fúnebres tenían mucho de postureo. Así lo vemos cuando el duque de Lerma con tal de dar un entierro fastuoso a su mujer Catalina de la Cerda hizo dar el cambiazo del maloliente ataúd por una caja llena de ladrillos con la que poder lucirse ante la corte de Valladolid.

En ocasiones los traslados de los cadáveres se han hecho como mera estrategia publicitaria, que se lo digan si no al duque de Lerma (izq.) cuando suplantó a su mujer (drch.) por unos ladrillos
En ocasiones los traslados de los cadáveres se han hecho como mera estrategia publicitaria, que se lo digan si no al duque de Lerma (izq.) cuando suplantó a su mujer (drch.) por unos ladrillos

El santoral también nos cuenta cómo los traslados de santos no solo no son traumáticos sino que incluso pueden resultar hasta aventureros. Así lo vemos con el cuerpo de San Bartolomé que habiendo sido enterrado en Armenia fue echado a la mar por unos malvados profanos, pero quiso Dios que aquella caja flotase y surcase mares cual surfista hasta llegar a la isla de LIpari donde quiso la mala suerte que acabase en un osario remezclado con mil huesos donde finalmente fue recuperado gracias a la genial facultad de su osamenta de brillar en la oscuridad.