Hace un par de semanas nos adentrábamos en las curiosas conexiones entre la Iberia hispánica y la Iberia caucásica, un enigmático tema que saca a la luz apasionantes historias.

Como decíamos en el artículo anterior, la idea de que había dos iberias no se olvidó en el mundo ortodoxo y más concretamente en el monte Athos.
Allí, dos ex-militares georgianos Tornike Eristavi y Ioane Mtatsmindeli fundaron el monasterio de Iviron, todo un enclave espiritual para pero también el gran compilador de la memoria del pueblo georgiano, de ahí su nombre (Iviron= de los iberos).

Monasterio Iviron o monasterio de los iberos, en el monte Athos

Monasterio Iviron o monasterio de los iberos, en el monte Athos.

Ante esa tarea se encontraba Euktime, el hijo de Ioane, quien tras ser apresado en Constantinopla mejoró sus conocimientos en griego a tal nivel que hoy se le considera uno de los grandes intelectuales del monte Athos.

Encargado de traducir obras del griego al georgiano y viceversa parece que pudo haber leído alguna versión del Liber generationis mundi, (una obra atribuida a san Hipólito el romano) y desde ahí fácilmente llegar a los listados míticos de los reyes georgianos donde se menciona la mítica conexión entre las dos iberias.

Para escritores georgianos del siglo XX como Dzidziguri Shota, la historia de Ioane y su hijo Euktime guarda una sorprendente aventura ocurrida hacia el año 985- 988. Por aquellas fechas padre e hijo decidieron partir en busca de sus lejanos parientes al otro lado del Mediterráneo, los iberos hispánicos.

Ioane y Euktime

Ioane y Euktime ¿Viajaron estos dos monjes georgianos a la España medieval?

Toda esta historia debería estar contenida en el libro Las vidas de nuestros benditos padres Ioane y Euktime escrito por otro monje ibérico, Jorge el Hagiorita, pero sinceramente no he dado con tal libro. Según Dzidziguri Shota, tanto Ioane como Euktime y otros monjes viajaron a la Iberia hispánica desde el puerto de Avido, cerca del Helesponto, no sin antes lidiar con la oposición de Tornike desde el monte Athos y la negativa de los gobernantes bizantinos, pero no porque estuviesen en contra del proyecto, sino por veneración hacia Ioane considerado por todos como un verdadero santón.

Para colmo de la historia, si verdaderamente los georgianos llegaron a la península ibérica, Ioane, Euktime y compañía llegarían en pleno gobierno del califa Hisham II con Almanzor campando a sus anchas. ¿Quedó registro de este viaje? ¿Qué pensaron unos y otros en aquel encuentro? Nada he podido encontrar al respecto pero quién sabe qué ocurrió. Lo cierto es que debieron volver a sus tierras, pues Ioane murió en el monte Athos en el año 1002 y Euktime en Constantinopla en el año 1024.

Puerto de Abido desde el que comenzaría el viaje de una Iberia a otra

Puerto de Abido desde el que comenzaría el viaje de una Iberia a otra.

Desde entonces, y cada cierto tiempo, la conexión entre las dos iberias vuelve a resurgir. Y lo hace siempre con algún elemento hechizante que capta la atención, tanto de los españoles, como de los georgianos, haciendo que caigan en esta especie de encantamiento.

En el siglo XVII el viajero francés Jean Chardin recibió con pasmo los recuerdos que el rey de Georgia le dio para el rey de España llamándole “pariente”. En el siglo XVII el obispo ortodoxo Eugenio Vulgarisi indagó en la posible conexión entre españoles y georgianos y llegado el siglo XIX se terminó de complicar todo cuando el filólogo georgiano Nikolái Yákovlevich Marr viajó al País Vasco Francés y terminó viendo conexiones por todas partes entendiendo que el euskera era una lengua anterior a las lenguas indoeuropeas y por tanto emparentada con las lenguas caucásicas, confirmando así lo que Friedrich Engels había planteado de que los vascos eran los últimos íberos.

La teoría vasco-georgiana

Ante aquel maremagnum de ideas el lingüista georgiano Shota Dzidziguri en el año 1982 reforzó la teoría vasco-georgiana con un libro peculiar Vascos y georgianos en el que la lucha antifascista del País Vasco se entre mezcla con los carlistas, los íberos y un sin fin de apasionamientos que resultan idílicos para una novela pero impensables en un libro serio de historia.
Posiblemente lo que pone de manifiesto toda este enigma histórico entre españoles y georgianos es que un buen misterio resulta más atractivo que la insípida realidad. Y siendo rigurosos con el tema no parece que tal conexión ocurra más allá de los tiempos del general romano Cneo Pompeyo Magno, quien en sus campañas por el Cáucaso debió he oir algún topónimo semejante a Iber y que rápidamente asoció al río de Hispania que tan bien conocía tras sus campañas por la actual España. Lo demás… quizas solo sea una proyección de los historiadores deseosos de conocer una historia fascinante de lejanos parentescos que cualquiera desearía creer.

Vascos y georgianos, un libro fascinante ya no por lo que cuenta sino por el entusiasmo contagioso que transmite en cada página

Vascos y georgianos, un libro fascinante ya no por lo que cuenta sino por el entusiasmo contagioso que transmite en cada página.