Imagen de televisión de efectivos de la Policía Nacional que conducen a uno de los quince detenidos en la reyerta en Madrid Río producida entre radicales del Deportivo de La Coruña y del Atlético por la que un seguidor del club gallego ha fallecido y otros once seguidores han resultado heridos. EFE



Soy socio del Atlético de Madrid. Este domingo, al igual que todos los días que hay partido en el Calderón, he acudido al estadio con mi familia y amigos. Como la inmensa mayoría de los hinchas rojiblancos, ninguno de nosotros somos ni violentos ni rapados. Acudimos al estadio para pasar un buen rato y poder disfrutar viendo jugar a Arda Turan, Mandžukic o Juanfran. No nos importa compartir grada y bocata con seguidores del equipo rival. No llevamos bengalas, ni arrojamos objetos al campo, ni entonamos canticos racistas u ofensivos contra los jugadores del otro equipo.

Entendemos el fútbol como lo que es: un deporte que debe ser disfrutado en buena compañía. Lamentablemente, y pese a ser el mismo que sustenta la inmensa mayoría de la afición rojiblanca, nuestro punto de vista no es compartido por los dirigentes del Atlético de Madrid y especialmente por el presidente del club, Enrique Cerezo. Es él quien sigue permitiendo que los ultras sigan campando a sus anchas por el estadio.

Se trata de una situación dolorosa. Especialmente porque en los últimos años los principales clubs deportivos sí que han dado importantes pasos impedir la presencia de los radicales en las gradas. Ya en 2003, con Joan Laporta como presidente del club, el Barcelona impidió la entrada a los Boixos Nois al Camp Nou alegando su violencia y peligrosidad. Desde el pasado mes de junio, la Grada Joven ha sustituido a los Ultras Sur en el estadio Santiago Bernabéu.

Presentes gracias a Cerezo
Sin embargo, el Frente Atleti sigue monopolizando los canticos en el Vicente Calderón. A la dirección del equipo no parece importarle la exhibición de símbolos nazis (como el totenkopf que portan en la mayoría de los partidos), los insultos que profieren a los jugadores del equipo rival (“esto no es un portero es una puta de cabaret”, cantan con asiduidad) o la exposición de pancartas en las que piden, por ejemplo, la libertad de Josué, el militar ultraderechista que asesinó a sangre fría a un joven que iba en el metro por sus pintas de izquierdistas.

Son los mismos que este domingo, pese a que el hincha del Deportivo de la Coruña Francisco Javier Romero Taboada se debatía entre la vida y la muerte, entraron al estadio como si no hubiese pasado nada. Son los mismos a los que el resto del estadio hemos silenciado con sonoras pitadas cuando pretendían entonar algunos de sus canticos. Esta vez, el Manzanares no les ha permitido romper el tenso silencio que ha presidido el partido.

Quedan para pegarse en las inmediaciones del estadio
Y es que lo ocurrido tres horas antes de que el balón comenzase a rodar ha sido muy grave. Los ultras del Atlético de Madrid, del Rayo Vallecano (Bukaneros) y los del Deportivo de la Coruña (Riazor Blues) quedaron a través de diversas aplicaciones móviles en las inmediaciones del estadio para protagonizar una pelea callejera. Lo hicieron en las calles de San Rufo, Virgen del Puerto y Paseo de la Ermita del Santo. Es decir, en los lugares donde los aficionados del Atlético de Madrid se congregan antes de los partidos. Algo especialmente grave si se tiene en cuenta que en los partidos que como los de este domingo se disputan a las 12 de la mañana, acuden centenares de familias con sus hijos pequeños.

https://www.youtube.com/watch?v=nujlUryt6mM

Lo que ha ocurrido desde las 8.40 de la mañana ha sido lamentable. Pese a que la mayoría de los aficionados creíamos que se iba a suspender el partido, los jugadores saltaron al terreno de juego como si no hubiese pasado nada. Los ultras desplegaron su pancarta del Frente Atleti en el minuto siete de juego como si algunos de sus integrantes no acabasen de apuñalar y arrojar al río a un hincha del equipo contrario. Los aficionados del Deportivo de la Coruña entonaban “Asesinos, Asesinos” como si los Riazor Blues no hubiesen quedado en las inmediaciones del estadio para pelearse con los otros ultras. Y para rematar la jugada, Enrique Cerezo estuvo como siempre: desafortunado en sus declaraciones públicas.

“Queremos dejar claro que no tenemos que ver nada con los hechos en absoluto (…) Ni el Deportivo ni el Atlético tienen nada que ver con estos hechos, son grupos radicales que tienen sus historias y sus cuentas. Es un asunto que hay que tratarlo como hay que tratarlo y que ha sucedido muy lejos del Estadio Vicente Calderón”, ha dicho el presidente rojiblanco como si el asesinato de Francisco Javier Romero no hubiese sucedido en el Madrid Rio, sino en una calle de Afganistán o Indonesia.

Así es el Frente
Enrique Cerezo miente, porque al igual que el resto de socios del Atlético de Madrid, es plenamente consciente del prototipo de individuos que acuden al Frente. Él, al igual que el reste de aficionados, ha oído cantar miles de veces a los ultras “No nos engaña Aitor Zabaleta era jarrai” en mención al joven seguidor de la Real Sociedad que apuñalaron en 1998. Él, al igual que todo el estadio, pudo comprobar como el pasado miércoles, en el partido que el Atlético disputó contra el Olympiacos, el Frente enseñaba símbolos nazis y no paraba de gritar “Michel maricón”.

https://www.youtube.com/watch?v=dKQP6YpXv78

Y de el depende que lo ocurrido este domingo no se vuelva a repetir. Porque al final, lo que queremos los socios y seguidores del Atleti es hablar de los goles que han marcado Sául y Arda Turán. De las ocasiones desperdiciadas por Cerci, del córner de Koke que despejó Postiga o de que pese a tener un presupuesto infinitamente inferior, estamos a sólo cuatro puntos del Real Madrid. Queremos, en definitiva, hablar y disfrutar del fútbol sin tener que compartir asiento con indeseables de extrema derecha.

https://www.youtube.com/watch?v=fUp2HAdrD2k