Un nuevo fracaso de la Unión Europea (UE). No ha habido acuerdo en la nueva reunión de los ministros de Economía de los estados miembros. Con los Países Bajos como punta de lanza, con el apoyo de Austria, Dinamarca y Finlandia, y con Alemania con un apoyo mucho más matizado a causa de la preocupación que le genera esta paralización provocada por la desunión comunitaria, una vez más no ha habido ninguna posibilidad para alcanzar un mínimo acuerdo de la UE para adoptar medidas económicas y financieras para hacer frente a una situación sanitaria y social tan grave como la actual.

Los recelos insolidarios de los Países Bajos, Austria, Dinamarca y Finlandia, y de alguna manera también de Alemania, tienen en parte una causa común: la amenaza creciente que en cada uno de estos países representan las fuerzas del nacionalpopulismo de la derecha extrema, con toda su carga de profundo antieuropeismo. Resulta como mínimo curioso que todos estos países parezcan no tener en cuenta que con su cerrazón insolidaria con Italia y con España, los dos estados europeos hasta ahora afectados por esta pandemia, están dando impulso a los nacionalpopulismo antieuropeísta de las derechas extremas de estos países, la Lega de Matteo Salvini en Italia y Vox de Santiago Abascal en España.

En Europa, como en el mundo entero, hay una coincidencia absoluta entre todo tipo de observadores y analistas: la pandemia global del coronavirus es, sin lugar a dudas, la crisis más grave a la que la humanidad entera se enfrenta, como mínimo, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Esta crisis actual es muchísimo más grave y trascendente que la generada en el sector financiero en 2008, cuyas devastadoras consecuencias siguen en gran parte persistiendo en muchos países. Además de consecuencias económicas y sociales tanto o más graves que las que causó la crisis de 2008, esta primera gran pandemia global afecta a toda la humanidad y requiere, por tanto, respuestas globales. Y sus consecuencias no son solo económicas, financieras y sociales; son humanas. Sufrimos la primera gran crisis humanitaria global.

Si la UE sigue siendo incapaz de impulsar, como mínimo, una respuesta rápida que se base en la solidaridad entre sus estados miembros y a la vez en la mutualización de estas medidas solidarias, ¿de qué nos sirve la UE? Quizás los Países Bajos, Austria, Dinamarca y Finlandia, y de forma algo más matizada también Alemania, no sean aun plenamente conscientes que con su negativa a cualquier tipo de mutualización equitativa de estas medidas de solidaridad dan alas al euroescepticismo e incluso al antieuropeismo.

Más allá de la UE, ante una crisis tan extremadamente grave que afecta ya a todo el mundo, sin distinción de estados y continentes, de razas y de clases, ¿qué medidas está dispuesta a impulsar la Organización de  Naciones Unidas (ONU)? ¿Y el G-20?

Al G-20, y también a la ONU, se han dirigido expresidentes y ex primeros ministros de más de 70 países -entre otros, Gordon Brown, Ban Ki-moon, Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, Romano Prodi, José Manuel Barroso, Tony Blair, John Major, Mauricio Macri, Óscar Arias, Guy Verhoofstaft, Felipe Calderón, Mario Monti, Juan Manuel Santos y Ana Palacio-, junto con prestigiosas personalidades del mundo de la economía -Joseph Stiglitz, Erik Belglöf, Jeremy Farrar...-, de las relaciones internacionales y del sector académico, requiriendo un liderazgo global que actúa con urgencia para evitar que la pandemia del coronavirus se extienda todavía más y reaparezca en zonas más vulnerables aún, en África, Asia y América Latina. Tras constatar la incapacidad, al menos hasta ahora, de lograr acuerdos solidarios incluso en ámbitos territoriales más reducidos, como es el caso de la misma UE, los firmantes de este documento proponen medidas urgentes, en primer lugar para paliar y finalmente derrotar esta pandemia, y también para obtener los fondos necesarios para que los países con sistemas de sanidad más débiles puedan enfrentarse con unas garantías mínimas a esta crisis.

En su documento señalan muchas medidas concretas a implantar con urgencia, fundamentalmente en el terreno económico. Requieren sobre todo al G-20, pero también a la ONU, al Fondo Monetario Internacional (FMI9, al Banco Mundial (BM9 y a otros grandes organismos internacionales actuaciones rápidas que permitan que la humanidad entera pueda superar esta primera y gravísima crisis sanitaria global. Nos jugamos el futuro de la humanidad.

¿Hay alguien ahí?