Con la pregunta que titula este artículo cerraba mi primer análisis de los resultados electorales del pasado domingo. Algunas dudas parecen comenzar a disiparse. Son muy pocas las voces que apuestan por una nueva convocatoria electoral. Excepto Vox, indiscutible fuerza vencedora del 10-N, ningún otro partido ha quedado satisfecho. Más allá del fracaso sin paliativos de C’s, que ha forzado a Albert Rivera a retirarse de la política con todo merecimiento, está claro que las fuerzas progresistas y de izquierdas -PSOE, UP, MP...- no solo no han obtenido los resultados deseados sino que han retrocedido tanto en votos como en escaños. El PP ha conseguido salvar los muebles y Pablo Casado no ve peligrar su liderazgo, pero ha pagado cara su alianza postelectoral con Vox en autonomías y municipios; saben que los de Abascal no le perdonarán ninguna debilidad. Los separatistas catalanes han logrado un resultado satisfactorio, pero siguen sin alcanzar la mayoría, ni en votos ni en escaños, y corren otra vez el riesgo de pasar a ser irrelevantes en la política española.
 
Solo algunas formaciones nacionalistas -el incombustible PNV, un reforzado EH-Bildu, un renacido BNG...- o regionalistas -CC-NC, PRC, TE...- pueden sentirse satisfechas por sus resultados. Y todos ellas pueden contribuir a ayudar a dar y a garantizar estabilidad a un nuevo gobierno, que no puede ser presidido más que por Pedro Sánchez. Del todavía presidente del gobierno en funciones depende fundamentalmente dar los pasos para la conformación de una mayoría parlamentaria que le permita, en primer lugar, ser investido de nuevo, y que luego le asegure que habrá la estabilidad necesaria para llevar a cabo las políticas progresistas que la sociedad española requiere con urgencia. ¿Será posible el entendimiento entre PSOE y UP, y en especial entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias? Sánchez ha salido levemente trasquilado del 10-N, con la pérdida de 3 de sus anteriores 123 escaños. Iglesias ha perdido aún más: 7 de 42. Ahora PSOE y UP suman solo 155 diputados, a los que hay que añadir los 3 de MP y Compromís. Son 158 escaños, y es obvio que quedan muy lejos de los 176 de la mayoría absoluta. Pero 158 son más que los 150 de PP, Vox y C’s. Y los 158 escaños de las izquierdas pueden sumar algunos votos más -sin duda alguna los 7 del PNV, también los 2 que suman el PRC y TE, tal vez 1 o los 2 de CC-NC, quién sabe si también el único diputado del BNG...-, porque todas estas formaciones políticas, en las actuales circunstancias, bajo ningún concepto, se sumarían a una improbable candidatura de Casado. Habrá que ver incluso qué hará C’s en la investidura de Sánchez: ¿votará a favor, se abstendrá o votará de nuevo con PP y Vox?
 
¿Y qué acabarán haciendo las formaciones inequívocamente separatistas, como ERC, JxCat, las CUP o EH-Bildu? ¿Serán capaces de sumar sus votos no ya a los del PP sino a los de Vox, para intentar impedir la investidura presidencial de Pedro Sánchez? Una vez más reconozco que a mi avanzada edad ya nada puede sorprenderme de verdad, sé que la política hace extraños compañeros de cama y que los hay que siguen pensando aquello tan extraño del “cuanto peor, mejor”… No obstante, hoy, 11-N, soy más optimista que ayer. Espero que mañana, 12-N, pueda serlo un poco más.