A falta de diez minutos para las doce del mediodía la majestuosa bandera de España que se erige en la madrileña plaza de Colón dejaba de ondear. En la carretera ya se contaban por decenas las personas que, envueltas en banderas rojigualdas, circulaban haciendo sonar el claxon, mientras dos docenas de ciudadanos, también envueltos en la insignia nacional, aplaudían y pedían la dimisión del Gobierno porque "nos están quitando la libertad".

A los veinte minutos el tráfico se paralizaba en Colón. El embudo de coches que circulaban a gritos de "arriba España", "Sánchez sepulturero", "asesinos" e, incluso, algún atrevido Novio de la muerte provocaba que muchos se bajaran y continuaran lanzando sus consignas contra el estado de alarma decretado por el Gobierno este viernes apoyados en los coches.

La convocatoria, que no dejaba de sumar vehículos, fue convocada por Santiago Abascal el pasado jueves por la noche, después de que Moncloa emitiera un comunicado asegurando que tenían intención de aplicar ese mecanismo constitucional para controlar la pandemia. Tras la aplicación, y sin la autorización de la Delegación del Gobierno, Vox pubicaba la convocatoria oficial el pasado domingo bajo el lema "12-0 a la calle"

Siguendo la caravana de coches, que ocupaba tres carriles y 2.5 km había una consigna común: culpar al Gobierno de la pandemia bajo la consigna de "nos encierran" y pedir la dimisión del Ejecutivo por "terroristas" y "filoetarras", ya que "pactaron con Bildu el estado de alarma".

Charlando con los manifestantes, entre los que predominaban familias con hijos pequeños y grupos de amigos de personas que no superaban los 25, todos coincidían: "Nos quiere llevar a la ruina", decían en refencia al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En uno de los coches, Carmen, que rondaba los 80 ondeaba una bandera al grito de "asesinos". "Es injusto que encierren a quien no contagia", explicaba gritando entre los pitidos de los coches. "¡No hay derecho!", proseguía, mientras se metía en el coche al no querer contar sus motivos a cámara.

Como en toda manifestación de Vox que se precie las consignas militares son comunes. A la altura del Hotel Villamagna un coche del que colgaban ocho banderines con la bandera de España. "Hay que ir a por ellos, son unos cabrones", decía a una mujer que le apaludía a otro vehículo cercano. Mientras contaba que era legionario por "la gracia de Dios", a pocos metros un veinteañero andaluz ataviado con un chaleco verde y el pelo al estilo Pequeño Nicolás coqueteaba con una treinteañera rubia que estaba en el coche de su derecha aprovechando que tenía un megáfono desde el que lanzar consignas. Los ánimos en la 'zona cero' de la marcha empezaban a flaquear, salvo por un hombre que aseguraba que el ministro de Sanidad, Salvador Illa era un "hijo de p...".

A eso de las 12.45 horas, entre la plaza de Emilio Castelar y el puente de la calle Juan Bravo que cruza la Castellana, los recién llegados eran quienes llevaban la voz cantante. Por eso, quienes vendían banderas de España corrían a ser los primeros en dispensar banderines a los que acudían a la manifestación alertados por las redes sociales y los medios de comunicación. "¡Viva Vox", gritaba uno de los vendedores después de pedir cambio de veinte a su compañero tras vender una bandera grande por cinco euros.

La Policía Municipal hacía esfuerzos por tratar de volver a traer la normalidad al tráfico. Por eso, mientras desviaba al grueso de la manifestación por calles aledañas, las ambulancias trataban de hacerse paso como podían en los dos carriles laterales de la Castellana, sin que ningún coche hiciera nada por apartarse.

'Bajando' de nuevo esta gran arteria de la capital en dirección Colón, un grupo de veinteañeros aseguraba que "Vox es quien realmente defiende a los españoles" bajo el paso de Eduardo Dato. Vecinos del Barrio de Salamanca, acudían en dos coches de los que se bajaban cada vez que se detenía el tráfico mientras bailaban y cantaban el Libre de Nino Bravo, echaban varios capotazos con la bandera de España y gritando "¡socialistas terroristas".

Sobre el paso de Eduardo Dato un pequeño panel de metacrilato en el que se leía el lema de la caravana, un grupo de periodistas terminaba de tomar nota de las últimas palabras de Espinosa de los Monteros. En la acera de enfrente, un coche gris con tres jóvenes lanzaba consignas fascistas a los cámaras asegurando que el "yugo y la flecha" son lo que le hace falta al país. A los pocos segundos, comenzaba a entonar el Cara al sol mientras hacía el saludo a la romana propio de los fascistas. Ajenos al coche, dos miembros de comunicación de Vox miraban la fila de coches. "¡Qué imagen! Mejor que la anterior", decía uno. "Nos hemos superado", contestaba otro.