En los últimos días y con motivo de la estrategia de negociación emprendida por Albert Rivera mucho se ha hablado sobre las contradicciones de Ciudadanos. La última de ellas se podría calificar de sangrante. Cuando los naranjas irrumpieron en la esfera política nacional uno de sus principales alegatos era la supresión de las diputaciones, y ahora, las gobernará.

Ciudadanos y PP alcanzaron durante la tarde de este miércoles un acuerdo para que los populares continúen presidiendo la Junta de Castilla y León con Alfonso Fernández Mañueco. A cambio, los naranjas se llevan como botín algunas capitales de provincia y un puñado de diputaciones.

Con esta maniobra los naranjas sostienen al Partido Popular y tocan poder, pero la hemeroteca les ha jugado una mala pasada.

Muchas son las ocasiones en las que Rivera ha cargado contra las diputaciones y ha instado a su supresión. Entrevistas o intervenciones como la que protagonizo en 2017 en la Cadena SER en Zaragoza, donde denunció que “las diputaciones son un ente duplicado”: “Esas funciones perfectamente con menos coste, cargos de confianza, coches oficiales, lo puede hacer una consejería o una mancomunidad de servicios”.

De decir que “son un ente duplicado” y hay que cerrarlas, a gobernarlas. El viraje de Rivera se ha completado. El giro parece brusco, pero el presidente naranja ya preparaba el terreno.

En marzo de este año, durante un coloquio en Burgos, defendió estos órganos. No pidió suprimir las diputaciones, sino hacerlas más “útiles” para que estén al servicio de los pueblos y no de los políticos “enchufados”. Planteó que fueran un lugar donde los ayuntamientos pudieran mancomunar servicios.