Matonismo e irresponsabilidad. Es lo que se desprende de su primer discurso como presidente en el escenario internacional que mantiene la paz en el mundo.

Machacar a Corea del Norte, poner fin a un acuerdo con Irán que funciona y advertir a Venezuela de que va por mal camino. Donald Trump no se ha subido a la tribuna de la Asamblea General de la ONU para intentar que reine la paz en el mundo, como es lo habitual, sino para todo lo contrario. En el mismo lugar en el que Yaser Arafat se presentó con una rama de olivo hace ya unos cuantos años, el foro que ha conseguido evitar conflictos tan devastados como la II Guerra Mundial, al presidente de los Estados Unidos solo le ha faltado subir con dos pistolas y una cartuchera al cinto.

Lo que asusta es que Trump apunta con fuego real y acaba de situar a tres países de tamaño medio, situados en diferentes lugares del mundo, en el punto de mira de su todopoderoso ejército.