Al igual que se acuñó hace algún tiempo el término de calorías vacías para aquellos nutrientes que pese tener una publicidad llamativa y atractiva,  en la realidad, a la hora de la verdad no aportaban nada de lo prometido,  un engaño e incluso pueden ser dañinos para él organismo,  por analogía podríamos considerar valores vacíos a aquellos que sostienen un discurso, un relato y argumento político ideólogo, pero que después no son aplicados en la gestión real, valores que tristemente  se quedan en el simple discurso y no son aplicados en la gestión, siendo sustituidos por otros alejados de la ideología política a la que pertenece el político o gestor que promulgaba el discurso de valores. 

Durante los últimos diez años he seguido con interés y he defendido la importancia de dar visibilidad a los valores que definen una ideología política, empresa o actividad social, influenciado por  los estudios del Rockridge Institut y su fundador George Lakoff, para que quedasen bien referenciados los marcos del mensaje y por consiguiente las actuaciones que suponen la aplicación de esos valores para el conjunto de la sociedad desde una perspectiva de progreso y mejora.

El problema radica en que estos últimos años se ha puesto de moda hablar de valores, pero tristemente no ha supuesto el que se gestione con esos mismos valores, lo cual genera una desafección importante y una pérdida de credibilidad por parte de quienes eran susceptibles y partidarios de la aplicación de esos valores, esas personas no entienden que les digan una cosa y hagan otra.

Creo que sonará lo que estoy tratando de explicar y que seguro lo relacionamos con aquellos políticos que hablan de valores en sus discurso pero que su gestión poco o nada tiene que ver con lo dicen “del dicho al hecho hay un trecho”  aquellos que hablan de valores como la igualdad de la mujer y después en su gestión nada hacen para su desarrollo efectivo, o como aquellas personas que en su discurso político hablan de valores ligados a los derechos de las personas  trabajadoras y después en su gestión pública no los aplican para sus propios trabajadores, o aquellos que hablan de valores para promover el desarrollo social y son los primeros en no aplicarlos de manera efectiva y además  abrazan las tesis de sus rivales políticos para justificar su gestión, también están los que se solidarizan con los pensionistas por la situación de sus pensiones y por otro lado encarecen con nuevas tarifas algunos servicios públicos destinados a este colectivo, muchos son los ejemplos.

  La cuestión es que siguiendo la moda hablan de valores de manera genérica y se quedan en la simple política de gestos detrás de micrófonos, pancartas y eslóganes pero no pasan a la política de los hechos basados en valores acordes a su ideología, todo mientras gestionan con valores de otras ideologías políticas diferentes a las que representan. Eso genera alienación falta de credibilidad y muestra una falta de principios, en definitiva hablan de valores vacíos cuando lo que se verdad importa es que gestionen con valores propios.