La derecha sigue librando una batalla a contrarreloj en los despachos. Las reuniones entre los grupos de la derecha se suceden, los populares redoblan sus esfuerzos ante la negativa de Ciudadanos a pactar, abiertamente, con Vox. Un ejercicio de unión que defienden con el pragmatismo político de los tiempos que corren, sabedores de que no lograr conformar mayorías supondría un auténtico mazazo.

El equipo negociador de los naranjas, encabezado por José Manuel Villegas e Ignacio Aguado, se ha reunido esta tarde con sus homólogos del PP. Isabel Díaz Ayuso y Teodoro García Egea capitaneaban a su partido, a la espera de que Ciudadanos diera su brazo a torcer y recondujera sus ínfulas particulares. La relación es fluida y ambos partidos se han encargado de mostrarlo: “Nuestra prioridad es el Partido Popular”, ha alegado en varias ocasiones Albert Rivera. “El decálogo presentado por Ciudadanos es un buen punto de partida”, alegó Egea, secretario general de los azules.

Sin embargo, hay una piedra en el camino: Vox. Mientras Génova no ve ningún problema en reunirse de forma reiterada y discutir términos programáticos con la extrema derecha, los de Rivera abogan por dar portazo a los ultras y negarse a compartir firmas, fotos y despachos con Espinosa de los Monteros y su núcleo duro negociador.

Por ahora, tal y como ha afirmado Isabel Díaz Ayuso, previsible presidenta de la comunidad de Madrid si el pacto llega a buen puerto, solo se ha hablado de “cuestiones programáticas”. Vox no ha estado presente en la reunión bilateral mantenida con Ciudadanos y, a pesar de la buena sintonía, los plazos empiezan a agotarse sin responder al gran interrogante: ¿Si Vox se mantiene firme en sus pretensiones, habrá gobierno?

Espinosa de los Monteros, portavoz en el Congreso de los Diputados de Vox, también ha realizado su propia valoración de lo que está sucediendo: “Ciudadanos no nos ha llamado. Allí donde quieran conformar un gobierno conjunto, tendremos que formar parte de las negociaciones”.

Situación enquistada y reuniones que se suceden con el calendario apretando y los nervios a flor de piel. Perder Madrid por la falta de diálogo supondría un auténtico esperpento para el votante de derechas que celebró el pasado 26 de mayo los resultados electorales. Por ahora, la animadversión recíproca protagoniza la última hora de las derechas.