La semilla que plantó el Gobierno con la retirada del orden del día del debate y votación de la senda de déficit y objetivos de estabilidad presupuestaria comienza a dar sus frutos. El pesimismo del fin de semana ha mutado en optimismo contenido. Es tiempo de prudencia, conscientes de la complejidad que entraña cada votación parlamentaria. Pero lo cierto es que ya “hay movimientos” en la negociación con Junts. Fuentes de la formación neoconvergente lo ratifican, aunque rebajan el triunfalismo que pueda desprender la enésima intentona porque “vibrar no significa moverse”. Moncloa también apuesta por echar agua al guiso y, como airean desde Junts, desliza que se “va a ir pieza por pieza”.
Pese a confirmar movimientos en la negociación, las partes se encomiendan a la prudencia y en Junts apostillan que los guiños no desbloquearán la situación en ningún caso. Esto quiere decir que ni la reactivación de las comisiones parlamentarias -condición de Junts en el acuerdo de investidura de Sánchez- ni cualquier otro gesto que salga de Moncloa tendrá influencia en la decisión final sobre el techo de gasto.
Lección aprendida
Junts insiste prácticamente desde el primer momento en que la pelota está en el tejado del PSOE. Si los socialistas son capaces de diseñar y presentar una “buena propuesta”, los neoconvergentes allanarán el camino de los objetivos de déficit. No obstante, creen que Moncloa “empieza a entender el terreno de juego” que proponen los de Puigdemont y este pasa por una negociación en profundidad “pieza por pieza”.
El Gobierno corrobora las sensaciones de Junts y se sientan a la mesa de negociación con la lección bien aprendida. La estrategia tenía que cambiar obligatoriamente. “Con Junts ahora todo va a ir votación a votación”, precisan en privado miembros del Ejecutivo, mientras en paralelo confirman que los Presupuestos Generales del Estado se quedan fuera de la ecuación. Al menos por el momento. “Ahora sólo se negocia la senda de estabilidad”, insisten estas mismas voces, que, aun con prudencia, esperan empaquetar el pacto antes de los congresos que las dos fuerzas independentistas tienen previstos para este otoño.
En cualquier caso, pese a que la melodía que interpretan desde Moncloa empieza a agradar a los exigentes oídos de Junts, avisan de que “vibrar no implica moverse”. Una metáfora que ejemplifica que la negociación está en marcha y suena con relativa armonía, pero está en pañales. Aún con todo, insisten en descargar toda la responsabilidad en los socialistas porque, al fin y al cabo, son quienes están en el Gobierno.
En esta línea, esgrimen que si el PSOE cumple con los acuerdos y atiende a sus peticiones, ellos harán lo propio. Para ello, se sirven del ejemplo de los encuentros en Suiza entre el expresident Puigdemont y la delegación socialista, que se celebran una vez al mes y con periodicidad. De hecho, este punto resulta imprescindible para los neoconvergentes, dado que la no celebración de estas reuniones conduciría a la ruptura total de todo diálogo o negociación que palpite, complicando la supervivencia de la coalición.
La exigencia de Junts
Sobre el estado de la negociación no hay mucho más que añadir. Las cartas están volteadas encima de la mesa, pero los de Puigdemont no ofrecen demasiadas pistas al respecto. La única miga de pan que dejan por el camino en cuanto a la senda se refiere es que su reclamación parte de una resolución del Parlament de Cataluña. Una votación en la que socialistas, neoconvergentes y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que registraron la moción, dieron el sí a un documento que apuntaba a que el margen que los objetivos de estabilidad deben reportar a las comunidades ha de ser un tercio del total. “Nosotros estamos en el 1 y el Gobierno en el 0,1”, abundan los postconvergentes, quienes al mismo tiempo tachan de "falacia" las tesis de Hacienda en lo que respecta a que no se puede reservar un tercio del déficit.
Subrayan, por tanto, que la propuesta que les presente el PSOE ha de ser “buena para Cataluña”, algo que verbalizan desde que tumbaran el techo de gasto en el último pleno antes de las vacaciones de verano. En aquella ocasión, tal y como apuntan estas fuentes, es que la senda que presentó el Gobierno no se negoció con el Grupo que encabeza Miriam Nogueras, por lo que pensaron que la tenían atada con el PP.
Lo mismo ocurrió en esta ocasión, generando cierto desconcierto entre los siete diputados de Junts. Explican, de hecho, que es el modus operandi del partido incluso desde la legislatura pasada, aunque en aquel momento el foco mediático no estaba tanto sobre ellos porque no eran “indispensables” para el Gobierno. Lamentan que se ha construido una “imagen” del partido que no se corresponde con la realidad. “No estamos para generar titulares ni para hacer chantajes o presiones. Hacemos política para llegar a acuerdos”, resumen estas voces, aunque advierten que estos han de “ejecutarse y cumplirse”.