Con menos atención mediática de la que están recibiendo estos días los cabecillas de la Gürtel en el juicio sobre la financiación irregular del PP de Valencia, David Marjaliza volvió este miércoles a comparecer ante la Justicia, donde llevó la tirada de manta a un nivel por encima del que están experimentando Francisco Correa, El Bigotes y compañía. Buena prueba de ello es que el juez Manuel García Castellón, encargado del caso Púnica sorprendió incluso al empresario cuando le dijo que debería estar en protección de testigos e inició los trámites para ello, consultando al Ministerio del Interior “una evaluación del riesgo” que corre.

Ayer, Marjaliza presentó en el juzgado una docena de documentos con facturas que certificaban las comisiones que durante años cobró como intermediador de Púnica y que, según desveló ayer, en algún caso se repartió con Francisco Granados o Javier López Madrid. Pero no sólo, porque según el empresario, también idearon un sistema por el que las comisiones se repartían a tres bandas: una parte para él, “un tercio” para “Taboada” y otro para “algún otro consejero”, en función del departamento que hiciese la adjudicación.

Taboada es Jaime González Taboada, el que hasta hace poco ha sido consejero de Medio Ambiente de Cristina Cifuentes en la Comunidad de Madrid y que en la época de Marjaliza era director general de Cooperación con Esperanza Aguirre. Taboada, acorralado por la Púnica, dejó el cargo, pero Cifuentes le aseguró el aforamiento con un puesto de senador para el que tuvo que mover varios hilos. No es la primera vez que Marjaliza acusa a Taboada de cobrar mordidas, por lo que el dirigente del PP le ha llevado a los tribunales con una querella por calumnias que duerme el sueño de los justos.

Pero los nombres que Marjaliza pronunció ayer en sede judicial van más hacia arriba. Según su versión, Granados le contó “en una cena con su equipo” cómo fue su negociación con Esperanza Aguirre cuando le apartaron del jugoso cargo de consejero de Transportes. “Negoció que le diera otra Consejería con más visibilidad pública” aunque tuviera menos presupuesto, pero necesitaba un cargo “que pudiera adjudicar muchos contratos de obra”. Y sugiere que Aguirre hacía la vista gorda porque Granados “no me dice que le cesaran por amañar adjudicaciones, porque entiende que Esperanza le habría cesado, no dado otra Consejería”.

Según Marjaliza, Granados no tuvo que irse de Transportes por las adjudicaciones, sino por quienes elegía como beneficiarios. “Me contó que él había metido en las licitaciones que se llevaban las grandes constructoras a empresas medianas y Florentino se había encargado de lograr que Esperanza le cesara”. El empresario aseguró desconocer si antes “se amañaban” las obras grandes, pero que “nunca se habían dado contratos de grandes obras a empresas que no fueran las primeras como OHL, Dragados, etc…”.

Así, según Marjaliza, fue como Granados se fue a la Consejería de Presidencia, donde “los importes [de las adjudicaciones] eran inferiores, eran muchas obras de importes más pequeños”. Por cierto, el puesto que tuvo que dejar Granados en Transportes fue ocupado por María Dolores de Cospedal, la hoy secretaria general del PP y ministra de Defensa.