Las últimas declaraciones de Marcos De Quinto, acostumbrado a copar portadas y titulares por sus habituales salidas de tono, no han sido bien recibidas por gran parte de la estructura naranja. “España necesita más personas como él”, decía Albert Rivera tiempo atrás. Ahora, convertido en un habitual rompecabezas del líder naranja, son muchos los que le piden mano firme e incluso la expulsión del partido por incumplir los preceptos estatutarios de la formación.

Abanderados del centrismo político y del espíritu de la Transición, Ciudadanos decía defender el diálogo como forma de avanzar políticamente. Ahora rechazan reuniones para la conformación del Gobierno y promocionan a aquellos políticos tuitstars que conducen el argumentario hacia la chabacanería del insulto como forma de proceder. Llegando a llamar “bien comidos” a los refugiados o “miserable”, “imbécil” y “mantenido” (entre otras cosas) a los que le reprocharon sus palabras en referencia a los inmigrantes a bordo del buque humanitario.

Mientras César Zafra, responsable de Organización de Ciudadanos en Madrid, reducía las reponsabilidades a un “tuit personal”, lavándose las manos y alejando a los naranjas de cualquier tipo de acción punitiva sobre De Quinto, internamente los chats implosionan y son muchos los que piden a la cúpula que tome las medidas oportunas.

Es más, algunos dirigentes recuerdan que si atendemos al Código Ético del partido, visible por cualquiera en su página web, el responsable en materia económica debería ser expedientado y puesto sobre aviso.  “Mantener una perfecta honradez y probidad en su conducta” y “abstenerse de cualquier conducta que pueda dañar la imagen u honorabilidad de la organización política” son algunos de los compromisos que los dirigentes naranjas han de aceptar para formar parte del partido.

Pero además de las propias normas intrínsecas de su partido, también ha faltado a la ordenanza del Congreso de los Diputados. En el Código de Conducta que han de seguir los diputados se especifica que han de comportarse "con respeto hacia los demás miembros de la Cámara y la ciudadanía en general". 

Vino y "prevaricación"

No es la primera vez que se acusa a De Quinto de no respetar la legislación interna. Llegando a presumir de que le regalasen una cajas con botellas de Quinta do Vale Meao (un vino que puede alcanzar los 300 euros por botella), fueron muchos los que le reprocharon estar recibiendo “sobornos” y “prevaricando” desde su escaño.

De hecho, su actividad política podría estar en conflicto con este tipo de obsequios, ya que según el artículo número 5 del Código de conducta para los diputados se especifica que pueden aceptar estos envíos siempre que no sean “razonablemente percibidos como un intento de influir en su conducta como parlamentarios”, siendo bien vistos aquellos que “sean comunes de acuerdo con los usos y costumbres y cuya entrega y recepción se encuentren desvinculados de su actividad política”.

Teniendo en cuenta que el diputado puede incurrir en trabajos dentro de la Comisión Industria, Comercio y Turismo, donde además es portavoz, las críticas se apoderaron del responsable en materia económica y fiscal de Ciudadanos.

50 millones a la espera del IRPF

También merece la pena recordar el atraso a la hora de delcarar los bienes del dirigente. Alegando que estaba a la espera de obtener los datos finales de IRPF de 2018, las didas pendieron sobre el otrora vicepresidente de Cocacola. 

Finalmente, el diputado declaró, aunque más tarde que la mayoría de sus homólogos, tener 47 millones de euros, dos Porsche, un piso en nueva York y terrenos en Cuenca.