Le preguntaron a Luis Bárcenas en la segunda jornada de sus declaraciones sobre sus movimientos de dinero en Suiza. Sobre los supuestos contratos que habría firmado con determinadas personas y que habrían acreditado la procedencia de ese dinero. El extesorero del PP, que había asegurado en una pregunta anterior que nunca había viajado personalmente “ni en coche, ni en avión con dinero a Suiza”, echó mano entonces a una extraña realidad que rodea todo el mundo Gürtel: las muertes, a veces en circunstancias peculiares, de un buen número de los implicados de una manera u otra en la trama y su investigación.

Las palabras de Bárcenas para excusarse por no poder aportar el material que le solicitaba la fiscalía, y en las que aparecía un tal Roberto Queller como contratista y justificante de sus movimientos dinerarios, fueron estas: "Este procedimiento dura nueve años ya. Se nos han muerto cuatro imputados ya, y este señor se ha muerto también".

Poco podemos decir sobre éste Roberto Queller, socio de Bárcenas a lo que se ve en sus negocios helvéticos, y cuyo fallecimiento se sumaría a lo que empieza a ser una larga lista de fallecidos, y a los que en este periódico nos hemos referido con anterioridad.

Rita Barberá. Ha sido la última ‘muerte’ relacionada con la Gürtel. Como se recordará, su fallecimiento por infarto de miocardio se produjo menos de 48 horas después de tener que comparecer ante el Tribunal Supremo para declarar sobre su posible pérdida de aforamiento e imputación en el caso Taula.

Leopoldo Gómez. También el año pasado, en marzo, moría Leopoldo Gómez, un imputado poco mediático, pero un hombre que conocía al dedillo todo lo que había sucedido en torno a uno de los brazos más productivos de la trama: la ramificación de Pozuelo de Alarcón. Leopoldo Gómez había sido arquitecto municipal de este municipio, el más rico de España, y era conocido como el cobrador de Jesús Sepúlveda, exmarido de Ana Mato, y durante los años de los maletines, alcalde de Pozuelo. Gómez estaba imputado por delitos de prevaricación y cohecho y se había ganado ese ‘sobrenombre’ después de que se supiera, en declaraciones del exGal José Amedo a OKDiario, que se encargaba de cobrar deudas de constructores.

Isidro Cuberos. Más extraña aún resultó la muerte de Isidro Cuberos, que apareció en un barranco entre Mijas y Benalmádena, y donde habría caído con su moto. Imputado por el caso Jerez, Cuberos aparecía como una pieza clave para entender cómo había operado la trama Gürtel en Andalucía. Cuberos tenía mucha influencia en el PP gracias a haber sido durante años el exjefe de comunicación, aunque en realidad era mucho más que eso, de Javier Arenas y también después del PP durante tres años mientras Arenas fue secretario general del partido.

Francisco Yáñez. Conocido como el amigo de todos que sabía todo del dinero. Su muerte, como la de Cuberos, fue también sorpresiva.  Clave en los movimientos del dinero producido por la trama, Francisco Yáñez, amigo personal de Luis Bárcenas y de los tesoreros anteriores a él, Álvaro Lapuerta y Ángel Sanchís, con los que había trabajado durante años, murió pocos días después de ser imputado y cuatro días antes de tener que ir a declarar ante el juez Pablo Ruz. Yáñez, durante años, había trabajado como contable para el PP. Padre del apoderado de las cuentas en Suiza de Bárcenas, Yáñez estaba acusado por el entonces juez de la Audiencia Nacional de haber colaborado “en la ocultación del patrimonio opaco para la Hacienda Pública y de procedencia indiciariamente ilícita de Luis Bárcenas Gutiérrez y Rosalía Iglesias Villar con la finalidad de desvincularlo tanto de su origen como de sus verdaderos propietarios”.

María del Mar Rodríguez Alonso. La más oscura de todas estas muertes, en enero de 2015 el cadáver de esta mujer apareció en un hotel de Bilbao a causa de lo que la policía dictaminó que había sido un suicidio. Esta mujer era la esposa del senador del PP Tomás Burgos Beteta, y el juez Pablo Ruz la había imputado por la utilización que la trama Gürtel habría hecho de su empresa MR&Asociados como tapadera de Francisco Correa, entre otros casos, en la organización de un Congreso de Parques y Jardines Públicos en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. La investigación concluyó que María del Mar Rodríguez Alonso se había suicidado, deprimida por el rechazo de los juzgados a sus repetidas peticiones de ser desimputada, y por la muerte del familiar de una amiga, a cuyo funeral había acudido a Bilbao.

José Martínez Núñez. Dueño de Tecnología de la Construcción (Teconsa), este empresario también murió durante la investigación por la Gürtel. La burbuja y el escándalo de la propia trama, le costaron a Mártínez Núñez un imperio que había llegado a facturar por encima de 6000 millones de euros y contar con 650 trabajadores. Un ‘dictador’ para quienes trabajaron con él, por sus métodos y formas, tanto en el trato personal como profesional, Martínez Núñez y su empresa había sido señalado ya como relacionado con Correa por el primer juez que llevó el caso, Baltasar Garzón.

Francisco Sánchez Arranz. En algunos medios se presenta a este exconcejal del PP en la localidad madrileña de Boadilla del Monte y exconsejero de Iberia como otro de los muertos Gürtel. En realidad, ni siquiera llegó a estar imputado, sin embargo, porque cuando el juez instructor, José de la Mata, quiso hacerlo ya había fallecido meses antes. Se le acusaba de haber sido un presunto prevaricador, por haber favorecido la adjudicación de una parcela de terreno público de acuerdo con Francisco Correa y con el alcalde de Boadilla, Arturo González Panero, el Albondiguilla. Llegó a declarar como testigo por este mismo asunto.

Álvaro Lapuerta. El que fuera protector, amigo y supervisor de Luis Bárcenas como tesorero del PP, no ha fallecido, pero sí que a partir del estallido del caso Gürtel ha sufrido dos caídas en extrañas circunstancias, que afectaron dramáticamente su situación física. La segunda de ellas, de hecho, casi le costó la vida, ya que pasó un tiempo en coma. Las secuelas de las caídas fueron argüidas por su defensa para retrasar o evitar comparecencias ante los diferentes jueces que instruyeron la causa. En un comunicado que hicieron público tras la segunda caída, los propios hijos calificaron como "de extraños" los accidentes de su padre, que se produjeron uno en marzo de 2013, al poco de estallar en toda su plenitud el escándalo por ‘los papeles Bárcenas’, y la segunda y más grave, en abril de ese año, ambas a la entrada de su domicilio. Para añadir más ingredientes al asunto, hay que recordar que apenas medio año antes, Lapuerta había acudido a la policía para denunciar que había recibido llamadas amenazantes en las que se le decía que él ya era un hombre mayor, pero se le pedía “piensa en tus hijos y en tus nietos, ten cuidado con lo que haces”.