Precedidos por una cadena humana de bomberos, el colectivo que les ha apoyado desde su entrada en la Comunidad de Madrid, los mineros han salido de Ciudad Universitaria con sus cascos encendidos y acompañados de un equipo de megafonía que emitía En el Pozo María Luisa, el himno de los mineros, más conocido como Santa Bárbara bendita.

Puños en alto
Miles de personas de todas las edades se agolpaban en Moncloa, y la escena era idéntica por todas las calles por las que pasaban: abrazos emocionados, aplausos y puños en alto; muchos puños en alto. También desde las ventanas de las casas, de donde colgaban carteles y banderas en solidaridad con su lucha.

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“Lucha obrera”
La escena, por cercana, recordaba a la de los campeones de la Eurocopa y muchos se animaban con lemas como “Esta es nuestra selección” o “A por ellos”. Sin embargo, los cánticos que más han triunfado han sido los de “Ésta es la lucha obrera” y “Madrid, obrero, está con los mineros”, demostrando la conciencia de clase que parecen haber despertado estos trabajadores.

Marcha kilométrica
Después de los vítores, la afición se ha ido uniendo a la Marcha Negra, hasta formar una manifestación kilométrica de decenas de miles de personas que muchos de los presentes comparaban con la de la Guerra de Irak.

La manifestación que ha acompañado a los mineros, a su paso por la calle Princesa



Compartiendo el agua
Los mineros, que poco a poco se han ido emocionando con los recibimientos de decenas de personas en los pueblos de Madrid por los que pasaban, no daban crédito ante la avalancha que les ha acompañado por la capital. Sus caras reflejaban una emoción intensa y ellos también se han volcado con la multitud, aplaudiendo y agradeciendo a los madrileños su apoyo. Incluso han compartido su agua con quienes les flanqueaban en medio de un calor de justicia. Sorprendidos, también han hecho ellos fotos con sus teléfonos de los miles de personas que se agolpaban a su paso.

Sedientos de carbón
La prueba de que la acogida ha superado con creces lo esperado es que, a medianoche, cuando se esperaba que los mineros llegasen a la Puerta del Sol, la marcha apenas había avanzado un par de kilómetros y se encontraba al inicio de la calle Princesa. Finalmente, las luces de los cascos han desembocado en el kilómetro 0 a las dos en punto de la madrugada, acompañados de una inmensa ovación. Al parecer, Madrid estaba sediento de carbón.