La decisión reúne una sobredosis de atrición y sentido de culpabilidad tan impropias de Murdoch que más bien parece responder a una sensación de incomodidad social y de alerta política y financiera (el gobierno británico tiene aún que autorizar la fantástica operación de permitirle el control de la gran plataforma de TV satélite BSkyB).

Dinero y política
Todo podría ser también un simple truco: el News, un tabloide del domingo a una libra, podría ser reemplazado por una edición dominical del otro gigante del imperio, “The Sun”, que solo circula de lunes a sábado. Todo quedaría en casa mientras el asunto del espionaje telefónico a cargo de su personal se calma…

Pero el diseño tiene un inconveniente: solo horas después del anuncio del sorprendente cerrojazo, la policía detuvo a Andy Coulson, un hombre de Murdoch y director del News en los días de la operación. (Posteriormente lo ha puesto en libertad con cargos).

David Cameron, primer ministro conservador, le fichó como director de comunicaciones de Downing Street, es decir, el estratega de información del primer ministro. Su arresto y el del reportero antes a cargo de la familia real, Clive Goodman, reabren y empeoran el asunto y le dan un fascinante aspecto político.

Una vieja historia
Los hechos son conocidos: Goodman y un detective privado sin escrúpulos, Glenn Mulcaire, condenados en su día, espiaron y grabaron las comunicaciones telefónicas de cientos de personas, en general famosillos, estrellas y algún miembro de la familia real. La investigación permitió en su momento destapar el asunto y ambos fueron procesados y condenados a unos meses de cárcel… pero el director de entonces, Coulson, negó saber nada y salió indemne.

Tanto que el aspirante a líder conservador y potencial primer ministro, Cameron, le contrató como su asesor de comunicación. Convertido en jefe de gobierno, como se esperaba, le nombró director de comunicaciones y, como tal, una persona de su cercanía diaria y, como diría después, “un amigo antes y ahora”.

Las malas compañías
Cameron no ha aprendido nada de su antecesor Tony Blair, rodeado de un equipo de manipuladores de la información (los “spin doctors”) encabezado por el inolvidable Alastair Campbell, que con ocasión de la invasión de Irak llegó a extremos inauditos y terminó dimitiendo en agosto de 2003 en un ambiente de fuerte controversia y descrédito personal.

Coulson duró mucho menos que Campbell y renunció en enero pasado, es decir solo ocho meses después de llegar a la cumbre en su oficio. La profesión no parece lamentarlo mucho y si se lee toda la prensa británica, aunque los colegas no arremeten todavía contra él, hay muchos indicios de que se ha rebasado la prohibición tácita de que un periodista no se mete con un colega: “perro no muerde a perro”, según el adagio norteamericano. Y ha sido gracias a la perseverancia del diario “The Guardian” y no de los tribunales que este asunto ha salido finalmente a la luz en su totalidad…de momento.

La larga sombra de Murdoch
Lo que sucede tiene un tufillo político e ideológico. Cameron adoptó una política económica de tono muy neo-liberal y crítica del estado de bienestar, bajo la batuta de su ministro de Hacienda, el aristócrata anglo-irlandés George Osborne. La presencia de Coulson es coherente: Murdoch cree lo mismo y es el mayor propietario de medios de información del mundo y, por cierto, jefe de José María Aznar, al que metió en el consejo de “News Corporation”, el gigante que sobrenada el conglomerado empresarial. Ahora se dice que en nombre de Murdoch está tanteando a la propiedad del diario español “ABC” con objeto de incorporarlo a su imperio mediático.

Lo chabacano y lo criminal
El torpe asunto de las escuchas telefónicas es la anécdota inmoral e, incluso, criminal de la historia cuando llegó a controlarse el móvil de una adolescente, secuestrada y asesinada o los de familiares de victimas de la guerra de Irak. Por eso la versión coloreada de una realidad chabacana y populachera, la del “World” en su plenitud dominical, se ha convertido en un asunto de estado.
Todo está claro. La prensa británica ha contado ya muchas veces que, entrando por la puerta de atrás, una de las visitas del primer día que recibió Cameron en Downing Street fue la de Rupert Murdoch…

Elena Martí es periodista y analista político