La moción de censura presentada por Ciudadanos contra Quim Torra se debatirá el próximo lunes, sin que hasta ahora haya conseguido despertar demasiado interés en el resto de las fuerzas políticas y, en general, en los medios de comunicación catalanes. El principal afectado, el presidente de la Generalitat, y los partidos de su gobierno prácticamente no le han prestado ninguna atención (ni para criticarla), lo mismo que Comunes y PSC. Solo el PP, que hace unas semanas propuso sin éxito su propia moción de censura, ha atendido el plan de la nueva líder de Ciudadanos, Lorena Roldán, para darse a conocer.

El futuro de la moción no tiene secreto, la aritmética anuncia que no prosperará; pero el desinterés del gobierno independentista no responde a esta evidencia sino a la sospecha de que el auténtico objetivo de la misma no es hacer caer a Torra (algo improbable, de momento), sino señalar al PSC como aliado por pasiva del soberanismo en plena campaña electoral. Los pactos del partido de Miquel Iceta con ERC y JxCat en diversos ayuntamientos y en especial en la Diputación de Barcelona, así como el distanciamiento habitual del grupo socialista de la estrategia de tensión parlamentaria seguida por Ciudadanos, explica que los portavoces de este partido no olviden en ninguna de sus intervenciones la referencia al PSC como excesivamente contemplativo con el peligro secesionista, cuando no socio del mismo.

Los socialistas catalanes anunciaron al punto de conocerse la iniciativa que no iban a apoyarla, porque aunque creen que Torra es un problema para Cataluña también tienen la seguridad de que Roldán no es la solución. Y de aquí no se han movido, aunque Albert Rivera solicite a Pedro Sánchez, ahora sí, una “reunión de estado” para obligar al PSC a cambiar de voto y así poder establecer una política constitucionalista respecto de Cataluña. Hace meses que el PSC viene rechazando la política de bloques, apelando a la necesidad de entrar en una fase de reconciliación, aunque Ciudadanos y el PP insisten en llamarlo a las filas del bloque del orden.

La inevitable derrota de la moción no es el único argumento de los socialistas para negarse a apoyar las aspiraciones de Roldán de lanzar su candidatura para las próximas elecciones autonómicas. Pasqual Maragall presentó una moción contra Jordi Pujol sin ninguna opción de triunfo, pero aprovechó la ocasión para presentar su programa de gobierno para los siguientes comicios de los que los sondeos le daban como favorito, extremo que se confirmó aunque no con la claridad de las encuestas previas. Nadie cree que Ciudadanos vaya a presentar una alternativa de gobierno, ni siquiera el propio partido ha avanzado ninguna propuesta concreta que permita alentar dicha hipótesis.

El aislamiento tradicional de Ciudadanos en la política catalana, que explicaría en parte esta indiferencia por su moción (a pesar de ser el primer partido de la cámara), responde a las propias circunstancias y características de su creación como partido catalán: dinamitar los consensos sobre lengua, cultura, educación, sanidad o Mossos de los que el resto de fuerzas políticas vienen participando desde 1980 con mayor o menor grado de intensidad y comodidad. Incluso el PP (años ha) llegó a implicarse en algunos consensos. Su origen y su estilo les persiguen.  

De ahí que el debate del próximo lunes se intuya como una simple repetición de los muchos debates parlamentarios vividos en los últimos meses, destinados a crear la tensión dramática apropiada para la televisión y los titulares periodísticos que vengan a reforzar la política de bloques que tanto gusta a Ciudadanos y a los propios independentistas. Una sesión de retroalimentación de acusaciones como el vivido hace escasos días (con sus inevitables incidentes reglamentarios) centrado en la amenaza de desobediencias (ya respondidas por el gobierno Sánchez) y proclamas de 155 eternos o aplicación urgente de la ley de Seguridad Nacional (consideradas y relativizadas por el PSOE) no conviene al PSC por la dificultad de matizar peligros y reacciones legales en un debate encendido.

El precalentamiento de la moción elegido por Ciudadanos no deja lugar a dudas de sus intenciones para el lunes. Carlos Carrizosa presentó el viernes una denuncia a la Fiscalía contra el presidente de la Generalitat por la presunta colaboración de Torra con los CDR detenidos. La denuncia está basada en las filtraciones periodísticas de las actuaciones declaradas secretas, filtraciones que la Fiscalía es partidaria de investigar por grave vulneración de dicho secreto.

Es el segundo intento de Ciudadanos de vincular a Torra con los CDR, el primero fue con ocasión de los incidentes registrados cuando la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona, el pasado 21 de diciembre, y no prosperó. Al margen del recorrido que pueda tener la nueva denuncia, el hecho de presentarla habla es un buen indicio para la sospecha de un discurso monotemático.