La revista satírica Charlie Hebdó, mundialmente conocida a raíz del ataque terrorista que sufrió su redacción, dedica su portada de esta semana al “asunto” de Panamá: “Je suis Panamá”. El semanario titula “Terrorismo fiscal” al escándalo de las cuentas de ricos y famosos en paraísos fiscales que gestionaba el bufete Mossack Fonseca, en una nueva muestra de que su humor no tiene límites.

En cierto modo tienen razón al tratar de hacer risible un asunto de estas características, porque prácticamente cualquier tema es susceptible de ser valorado desde una perspectiva humorística. Pero si hubiéramos de ser concisos, deberíamos calificarlo más bien como una tragicomedia.

Lo cierto es que llama poderosamente la atención la identidad de algunos de los implicados. Comenzando por el futuro ex primer ministro islandés, quien ya ha presentado su dimisión por estos hechos y ahora debe ser votada.

A nadie se le escapa la descomunal hipocresía que constituye que quien solicitaba a sus conciudadanos esfuerzos fiscales y el cumplimiento de sus obligaciones, estuviera evadiendo dinero o tuviera el vehículo fiscal adecuado para hacerlo a través, actualmente, de su esposa.

Pero la falsedad que cito, en realidad, es extensible a casi la práctica totalidad de las instituciones del mundo económico y financiero, a casi todos los Estados. Porque éstos conocen perfectamente la existencia de subterfugios a la legalidad fiscal y los toleran incluso en sus fronteras, cuando no son territorios propios.

En 2011 la OCDE “actualizó” su listado de paraísos fiscales. Las Islas Caimán, Antigua y Barbuda, las Islas Vírgenes Británicas o Liechtenstein, Gibraltar y Mónaco, junto a otras, desaparecieron de la denominada “lista gris” de la entidad. 

¿Acaso lo hicieron porque dejaron de atraer fortunas que pretendían evadir sus obligaciones fiscales? En absoluto. La inmensa mayoría de estos países siguieron manteniendo un auténtico régimen de excepcionalidad tributaria y manteniendo el secreto bancario. Es decir, fue una simple operación de maquillaje estético.

Mientras, en la propia UE sigue habiendo países con fiscalidad de excepción como Irlanda, de nuevo Liechtenstein, Luxemburgo y, en sus fronteras, Estados como Andorra, Mónaco y Suiza. Todos ellos operando a plena luz del día y sin palancas.

Sobre la hipocresía de personas del mundo artístico de supuesta tendencia progresista que, al parecer, también disfrutaban de las habilidades evasoras del citado bufete, hablaré más adelante. Cuando se esclarezca si realmente llegaron a defraudar o no.

El fraude fiscal es enemigo de cualquier política de gasto público. Un auténtico crimen contra la construcción de hospitales, escuelas o el mantenimiento del Estado del Bienestar, ya que nos afecta a todos. Por eso, la revista gala es tremendamente certera. Porque sí: je suis Panamá. Y quien lea estas líneas, también.