A finales de diciembre de 2019 ya empezaban a alertar desde Wuhan, una ciudad china, que un nuevo virus de carácter respiratorio se estaba propagando rápidamente por la población, pero no fue hasta mediados de febrero que llegó a Europa y, luego en marzo, se extendiese aún más por todo el planeta.

Los habitantes Wuhan fueron los primeros en someterse al confinamiento restrictivo, el distanciamiento social y el uso de las mascarillas antes que nadie. Ahora, más de siete meses después, la normalidad vuelve a campar a sus anchas por todas sus calles. Ya no queda rastro alguno de las medidas de seguridad y prevención ante el virus, por lo que sus ciudadanos se han lanzado a celebrarlo a lo grande.

Varios vídeos de una fiesta multitudinaria en la ciudad ya se han hecho virales por todo el mundo: los asistentes al evento van sin mascarilla, fuman y juegan entre ellos sin distanciamiento alguno, viviendo de nuevo la noche.

Estas imágenes aún son inimaginables en España o en otros países cercanos, y menos teniendo a la vuelta de la esquina una posible "tercera ola" del virus. En escenas inimaginables en muchas ciudades de todo el mundo que sufren por el resurgimiento de la pandemia, los jóvenes de Wuhan pasaron una noche reciente rodeados de gente, comieron comida callejera y llenaron los clubes nocturnos de la ciudad mientras buscaban recuperar el tiempo perdido.

La salida a flote de la economía de la vida nocturna china ofrece un nuevo punto de vista para este sector, y todos sus empresarios esperan recuperar las pérdidas de los meses de encierro, esperanzados así con la llegada de la vacuna contra la covid-19. Wuhan, que cuenta con una población de once millone de habitantes, no ha notificado ningún caso nuevo desde el 10 de mayo.