Europa atraviesa una encrucijada histórica. O defendemos nuestra autonomía económica, política y militar, o nos convertiremos en una colonia ideológica del gran capital internacional y de sus peones locales: los falsos patriotas de la extrema derecha. Lo que define a Europa no son los ejércitos, sino las conquistas sociales: la sanidad pública, la igualdad de género, los salarios dignos, la convivencia diversa. Todo aquello que la derecha radical quiere dinamitar en nombre de una falsa “soberanía” con la que pretenden enmascarar el servicio que hacen a sus amos extranjeros.

Vox y sus aliados en el resto de Europa forman parte de un entramado transnacional tutelado por gobiernos ultraconservadores y oligarquías económicas de Estados Unidos y Rusia, con la colaboración de países satélite como Hungría. La Fiscalía Anticorrupción investiga desde hace tiempo la financiación del partido de Abascal a través del banco húngaro MBH Bank, controlado por el régimen de Orbán y con claras conexiones con Moscú. Más de 6,5 millones de euros de crédito opaco alimentaron sus campañas electorales, una parte esencial de su maquinaria propagandística. El Tribunal de Cuentas ya ha sancionado a Vox en tres ocasiones por financiación irregular, que incluye un amplio apartado de donaciones prohibidas.

¿Y quién mueve los hilos? Los mismos fondos y plataformas ultraconservadoras que alimentan la agenda trumpista, especialmente la Fundación Heritage, inspiradora del llamado Proyecto 2025, cuyo objetivo declarado es desmantelar el Estado del Bienestar europeo mediante la penetración política de partidos ultraderechistas. Esta ofensiva no busca reforzar Europa, sino someterla.

Trump y sus aliados pretenden que destinemos un 5% del PIB al gasto militar, una cifra absurda cuando el conjunto de la OTAN ya gasta diez veces más que Rusia, y cuando sólo Europa la triplica en inversión militar. Con esa exigencia, lo que buscan no es nuestra defensa, sino nuestro dinero. Es un simple chantaje mafioso, nuestro estado del bienestar a cambio de una protección ficticia. El pasado miércoles tuvimos una buena muestra de este chantaje, cuando Trump ordenó a su director comercial, que en teoría ejerce como Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, que solucionara rápido el “problema” con España.

Como Rutte, los dirigentes de Vox, y muchos del PP, no se levantan cada mañana pensando en España o en Europa, sino en los intereses de Washington y Moscú, es decir, en los intereses de sus pagadores. En sus manifestaciones ondean la bandera rojigualda, pero sus redes de bots y su financiación extranjera demuestran que la única bandera a la que han jurado fidelidad tiene barras y estrellas sobre un fondo verde dólar.

Europa necesita ser autónoma en defensa para hacer frente al chantaje exterior, pero ha de apostar por una defensa común, capaz de garantizar la paz sin sacrificar nuestros derechos. Una defensa que no dependa de la tecnología americana o israelí y que sea una inversión para avanzar en investigación y en crear puestos de trabajo, no en Estados Unidos, sino en nuestros países.

Los auténticos patriotas somos los que defendemos los derechos de la inmensa mayoría de los europeos frente al afán depredador de una minoría privilegiada, no quienes, en nombre de unos falsos valores, entregan nuestro continente a sus financiadores extranjeros. Queremos, sencillamente, conservar la casa común que tanto ha costado construir. Porque si algo debería unirnos como europeos es la convicción de que ninguna potencia militar o económica, que ningún Trump, Putin o Musk pueden comprar el alma de nuestro viejo continente.

Manel de la Vega. Senador del PSC

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