En su testamento, el difunto papa Francisco fue directo sobre como quería ser despedido: “El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”. Esta sencillez rompe, en parte, con la centenaria tradición del funeral del obispo de Roma, una despedida que ha sido los últimos tres siglos una ceremonia donde se podía observar todo el poderío y la ostentosidad de la Iglesia. A pesar de la sencillez que reveló el póstumo Jorge Bergoglio, la magnitud del funeral seguirá siendo destacable: 130 delegaciones de jefes de Estado y Gobiernos y la esperada asistencia de 200.000 fieles junto a los millones de espectadores que seguirán el evento a través de las pantallas.

Durante sus 12 años al frente de la Santa Sede, el Pontífice quiso buscar una institución eclesiástica más modesta, humilde y cercana. Por ello, en 2024 se aprobó una modificación que Francisco escribió en los ritos de las exequias de todos los papas a partir del suyo propio. La redición del libro litúrgico Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, que marca el protocolo a seguir tras la muerte del Santo Padre, muestra como Francisco tenía el objetivo de hacer que su funeral se acercara más al de un pastor discípulo de Cristo que al de un hombre con semejante poder como un monarca absoluto.

Lo que el difunto papa no ha podido controlar es la atención que tendrá este funeral. La masiva asistencia que se espera este sábado en Roma ha hecho que las autoridades del Vaticano se vean obligadas a elaborar un meticuloso plan para que el evento se desarrolle sin incidentes. Durante su traslado a la basílica de Santa María la Mayor, hasta 4.000 agentes de policía velaran por la seguridad de los asistentes.

Una liturgia de pastor

La responsabilidad de oficiar la misa que despedirá a los restos mortales de Francisco este sábado ha recaído sobre el Decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, y tendrá lugar en el interior de la Basílica de San Pedro.

Según lo previsto por el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, podrán concelebrar los Patriarcas y los Cardenales, (252), vistiendo la mitra de damasco blanco; los Arzobispos y Obispos, ataviados con amito, alba, cíngulo y mitra blanca sencilla; los presbíteros, que vestirán el amito, el alba, el cíngulo y la estola roja. Entre el tradicional cantico del Subventi Sancti Dei y una lectura del Evangelio en latín y griego, los asistentes a la homilía escucharan el legado del papa y rezaran por el alma del Pontífice.

Entre las principales novedades introducidas por el papa Francisco en 2024 es que en las oraciones, para referirse a él, se utilicen títulos sencillos como "papa", "obispo de Roma" o simplemente "pastor" en sustitución de los tradicionales "Romano Pontífice" o "Sumo Pontífice".

Un ataúd sencillo y cerrado

Sin duda, uno de los cambios más llamativos que Francisco pidió para su funeral fue el uso de un solo ataúd. Por tradición, los papas predecesores han sido enterrados en tres ataúdes diferentes, cada uno único -ciprés, plomo y roble-, encajados uno dentro de otro al estilo de una matrioshka. El objetivo de esta tradición era el de crear una cubierta simbólica sobre el cuerpo del difunto. Ahora, con los cambios establecidos por Bergoglio, el cuerpo será introducido en un solo ataúd de madera revestido de zinc.

Los fieles que presencien el cortejo fúnebre verán un ataúd cerrado, que se prevé que sea sellado en un rito la noche del viernes en un acto presidido por el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, Kevin Farrel. El rito supondrá el fin del velatorio público y el cierre de la capilla ardiente, abierta esta semana a todos los que hayan querido despedir al Santo Padre.

Cientos de miles de asistentes

La despedida a Francisco en la capilla ardiente establecida en el interior de la Basílica de San Pedro no es el final de la masiva asistencia de fieles a Roma. Se espera que, durante la jornada del sábado, hasta 200.000 personas acudan al funeral y 250.000 durante los días posteriores.

Los anteriores funerales fueron los de Benedicto XVI, en 2013, aunque como papa emérito, y el de Juan Pablo II, en 2005. Decenas de miles de fieles asistieron al funeral del papa emérito Benedicto XVI, pero casi dos millones de personas se estima viajaron a Roma para asistir al funeral del papa Juan Pablo II, en abril de 2005.

Presencia de los líderes mundiales

La afluencia de delegaciones de gobierno que estarán presentes este fin de semana en la capital italiana se ha reducido respecto a otros años. En anteriores funerales, hasta 200 delegaciones hicieron acto de presencia en la despedida papal; en esta ocasión, el número es significativamente menor, con 130 delegaciones confirmadas. Se espera la asistencia de 50 jefes de Estado de todas las partes del mundo y un total de diez monarcas. La presencia de personalidades de alto rango supone un reto especialmente delicado para las fuerzas de seguridad romanas y vaticanas.

A nivel europeo se podrá ver la asistencia este sábado de las presidentas de la Comisión y el Parlamento, Ursula von der Leyen y Roberta Metsola respectivamente, junto al presidente del Consejo, Antonio Costa. En cuanto a líderes estatales, el francés Emmanuel Macron y el británico Keir Starmer despedirán al papa acompañados del canciller alemán Olaf Scholz.

Quienes cruzaran el charco esta semana para acudir al evento son: el secretario general de la ONU, Antonio Guterres y varios lideres latinoamericanos, destacando la figura del compatriota de Bergoglio, Javier Milei -presencia fuertemente criticada por sus numerosas criticas al difunto-.

Pero la asistencia que más captará el foco de atención será la del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien viajará acompañado a su mujer Melania. La visita se produce en un momento de tensiones entre el mandatario estadounidense y la Unión Europea por el inicio de su guerra comercial. Su presencia no solo aumentará la tensión con los líderes de la UE, sino que compartirá acto con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski por primera vez desde su desastrosa reunión en la Casa Blanca a finales de febrero.

En cuanto a España, destaca la falta de asistencia del presidente del Gobierno Pedro Sánchez. Quienes sí estarán en la delegación enviada por nuestro país serán los reyes, Felipe y Letizia, junto con las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz. Al viaje se han sumado el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.

Junto a la del presidente español, las principales ausencias que se notarán en Roma son las de el rey del Reino Unido, Carlos III, a quien sustituirá su hijo, el príncipe Guillermo de Gales. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum y el líder ruso, Vladimir Putin tampoco acudirán al entierro.

Sobre la ubicación de los mandatarios, varios expertos en protocolo han señalado que suele emplearse el orden marcado por el idioma oficial de la diplomacia vaticana, que es el francés. Una de las incógnitas será la colocación de Milei, el presidente argentino, al que se presupone una especial posición. También se espera que el presidente de Italia tenga el puesto de honor. Y que se tengan en cuenta aspectos cruciales de la geopolítica actual, como las fricciones entre Trump y Zelenski a costa de un posible acuerdo de paz en la guerra en Ucrania.

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