En la madrugada de este viernes, aviones de Estados Unidos y el Reino Unido han atacado a más de 60 objetivos de los rebeldes hutíes en Yemen, aumentando considerablemente la tensión en Oriente Medio. Esta es la primera operación militar en el país yemení desde que los hutíes se mostraran como un nuevo enemigo para Israel, bajo el supuesto objetivo de forzar a los hebreos a dar fin a la guerra de Gaza y permitir la entrada de ayuda humanitaria en el enclave palestino. No obstante, con sus amenazas al tráfico marítimo dirigido al canal de Suez, la milicia islamista aliada de Hamás e Irán también ha aumentado considerablemente su peso en la región.

El origen hutí

Primero toca hablar del partido Islah, constituido a partir de la rama yemení de la organización Hermanos musulmanes, grupo nacido en Egipto en 1928 que aunaba las tres formas de islamismo: político, misionero y violento. A la sección yemení de este grupo se le unieron salafistas que habían sido educados en Arabia Saudí, pero que se habían visto ideológicamente obligados a abandonar el país cuando la monarquía saudí aceptó la presencia de tropas estadounidenses en la península arábiga.

Una vez rota su coalición con Alí Abdulá Saleh (presidente de Yemen de 1978 a 2012), el Partido Socialista Yemení de al-Baid fue ganando peso en el sur de Yemen durante la década de los 90, por lo que Saleh decidió que una alianza con los islamistas radicales de Islah podría ser una buena manera de ejercer un contrapeso y rebajar la influencia los separatistas. Sin embargo, estos islamistas suníes adquirieron un protagonismo y un peso inesperado y excesivo, lo que provocó una reacción por parte de la población chií de confesión zaidí que predominaba en el norte del país: los hutíes.

Los zaidíes representan aproximadamente el 40% de la población yemení, estos practican una corriente del islam chií que se da prácticamente de manera exclusiva en Yemen. De hecho, fue esta minoría religiosa la que poseyó el gobierno del país en forma de imanato durante mil años, hasta que fue remplazada en 1962, después de que se produjera la revolución republicana. Con el auge de Islah, los zaidíes fueron sustituidos en las instituciones, al tiempo que comenzaron a ser marginados y maltratados por los suníes salafistas, quienes se propusieron suprimir la preponderancia religiosa zaidí y se dedicaron a llevar a cabo una opresión contra esta minoría.

En la provincia de Saada, se desarrollaron actividades y campamentos que promovían un “renacimiento zaidí”. Fue así como se fue configurando la organización chií Ansar Alá, conocida como movimiento hutí, que fue ganándose el respaldo popular y se fue alejando de manera paulatina del tono moderado del zaidismo tradicional. Llegaron incluso a enfrentarse con Saleh (de origen zaidí), acusándole de dotar de poder a los salafistas suníes. A partir de este momento, se sucedieron seis campañas militares entre 2004 y 2010, cada vez de mayor importancia hasta que la última propició la entrada de Arabia Saudí en el escenario yemení. Tras todos estos episodios, los hutíes habían pasado a consolidarse como fuerza militar, capaz de enfrentarse al ejército yemení.

Cabe destacar que los hutíes fueron acercándose a las creencias de la República Islámica de Irán, al tiempo que el resto de los zaidíes fueron poniendo el foco en Arabia Saudí como su principal enemigo, debido a la intolerancia de este país hacia los chiíes. Asimismo, comenzaron a oponerse a cualquier intervención de Occidente en Oriente Medio, distanciándose completamente de la moderación que había caracterizado al zaidismo en los años sesenta.

Sus objetivos actuales

En la actual contienda civil yemení, que se desencadenó en 2014, los hutíes han desempeñado un papel crucial. Este conflicto ha dejado un saldo devastador con aproximadamente 377,000 personas fallecidas, incluyendo numerosos civiles. Aunque el gobierno del sur ostenta reconocimiento internacional, los hutíes han consolidado su dominio sobre gran parte del norte de Yemen desde su incursión en Saná en 2014. Poseen el control estratégico del puerto de Hudeidah, el cual genera ingresos significativos, alcanzando hasta 1,000 millones de dólares estadounidenses para la administración huti.

Ahora, los hutíes han encontrado con la crisis de Gaza una ventana de oportunidad para presionar a Israel y lograr varios objetivos estratégicos. Por un lado, incrementar su legitimidad de cara a su propia población, que se ha visto asediada durante años por la violencia del grupo, y a escala regional, al posicionarse como defensores de la causa palestina. Esta estrategia les permite además reivindicarse como actor regional de cara al resto del mundo.

Así, la tensión provocada por los rebeldes y el aumento de sus ataques contra los buques que se dirigen al canal de Suez han terminado por desencadenar una respuesta militar encabezada por Washington, coincidiendo con un secuestro de un petrolero de apariencia estadounidense por parte de Irán.