En el tumultuoso escenario político argentino, donde las aguas ideológicas han estado agitadas durante décadas, ha surgido un candidato cuya retórica incendiaria y posturas radicales han capturado la atención del electorado: Javier Milei. Nacido el 22 de septiembre de 1970 en Buenos Aires, Milei es un economista, escritor y político conocido por su estilo provocador y sus posturas extremas en temas económicos y políticos. Se ha destacado por ser un crítico feroz del intervencionismo estatal y por promover políticas de libre mercado. Aunque ha ganado seguidores por su retórica audaz, sus declaraciones polémicas y su visión radical de la economía plantean serias preocupaciones sobre las posibles implicaciones de su ascenso político, incluida la perspectiva de una presidencia en Argentina.

Un Milei que este lunes, y con gran parte de Latinoamérica inmersa en un viraje a las políticas de izquierdas, ha copado todas las portadas y miradas internacionales después de dar la sorpresa y convertirse, gracias al apoyo de más de siete millones de argentinos, en el candidato más votado en las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), las elecciones primarias a la Presidencia de Argentina y que suelen actuar como una suerte de radiografía del estado de ánimo del país.

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De esta manera, si bien sus declaraciones polémicas y sus propuestas extremas han generado controversia y preocupación, situando a Milei en la misma mesa de los Trump, Bolsonaro, Le Pen, Orban, Abascal y cía, es importante explorar los motivos por los cuales una parte del electorado argentino, pese a la historia reciente del pueblo argentino, podría considerar votar por un candidato de corte ultra que llama abiertamente a reducir la presencia del Estado o el gasto público, que rechaza el aborto (incluso aunque el embarazo sea fruto de una violación) o la educación sexual en las escuelas, que es un negacionista confeso y orgulloso del cambio climático o que defiende el uso a portar armas de fuego, entre otras lindeces propias de personajes de este tipo de calibre.

Los motivos del auge de Milei

Milei, el 'Peluca' como le llaman algunos, era un auténtico desconocido para la mayoría en las pasadas presidenciales de 2019, a pesar de todo el empeño histriónico que ponía en los programas de televisión, desde donde ha estado defendiendo sus tesis libertarias para sacar no solo a Argentina de su grave crisis económica, sino también a toda la clase dirigente que ha gobernado el país. "No es posible cambiar con los mismos de siempre", repitió Milei a los suyos tras conocer su triunfo en estas primarias, cuyos resultados le sitúan ahora y de manera inesperada como favorito para las elecciones de octubre. "Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho, pero se olvidan de que alguien lo tiene que pagar", defendió quien considera la justicia social una "aberración" y defiende la dolarización de la economía para salir de la honda inflación que ahoga al país.

Pese a que Milei es diputado desde diciembre del año 2021, su carrera empezó mucho antes cuando comenzó a hacerse un hueco en esa clase política que dice detestar. Durante la década pasada ha sido un rostro reconocible en la televisión, donde su forma airada de debatir y defender su ideario le hizo toda una atracción para los medios. Su fórmula para alcanzar un puesto dentro de esa clase política que dice aborrecer dista mucho de ser novedosa, ya que se han visto ejemplos en otros países de candidatos que le son afines, como Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil. En España, ha participado en actos de Vox, que no ha tardado en felicitarle por su triunfo ante "la izquierda más radical".

La frustración con la clase política, principal caladero de votantes

En este sentido, uno de los principales motivos que han llevado a un importante sector del electorado argentino a respaldar a un candidato ultra como Milei es la profunda frustración con la clase política tradicional. Durante años, Argentina ha enfrentado una serie de crisis económicas, escándalos de corrupción y falta de confianza en las instituciones. Esta situación ha generado un clima propicio para la emergencia de figuras que se presentan como outsiders y prometen un cambio radical en la forma en que se hace política.

Para ser más precisos, las crisis económicas recurrentes, unidas a una corrupción endémica, han dejado cicatrices profundas en la sociedad argentina y han minado la confianza hasta niveles ínfimos de la población en las instituciones y en los líderes políticos. La inflación descontrolada, la devaluación de la moneda y la falta de estabilidad económica han creado un clima de incertidumbre y malestar que ha abierto las puertas de las instituciones de par en par para la llegada de dirigentes ultras, con todos los riesgos que ello conlleva y que Latinoamérica en general y Argentina en particular conocen en sus propias carnes.

Además, como marca el manual del populismo, Milei se ha presentado como una alternativa contundente en contraposición a los políticos que, según él, han fallado en abordar los problemas del país. Su lenguaje directo y sin rodeos resuena con quienes buscan líderes que no tengan miedo de enfrentar los desafíos de manera frontal, sin ceder ante intereses partidistas o burocráticos y que buscan romper (o eso predican) con el status quo establecido.

Rechazo directo al intervencionismo Estatal

La retórica de Milei en contra del intervencionismo estatal resuena con aquellos que ven al Estado como un obstáculo para el desarrollo económico y la prosperidad. En un país con una larga historia de medidas económicas intervencionistas, la propuesta de reducir drásticamente el tamaño del Estado y fomentar el libre mercado puede atraer a aquellos que creen que es necesario un cambio radical en la política económica.

El voto por un candidato ultra también puede ser un medio para expresar el profundo descontento con la situación actual del país. En un contexto de polarización y desconfianza en la clase política, algunos ciudadanos podrían ver en Milei un canal para canalizar su enojo y su demanda de transformación. En este sentido, los postulados ultras ganan enteros si el electorado observa que las opciones moderadas no han logrado cumplir con las promesas o resolver los problemas.

Asimismo, el auge de Milei no se podría entender sin su estilo y su carisma más propio de una estrella de rock que de un político. Y es que, su personalidad carismática y su habilidad para comunicarse de manera directa y apasionada pueden resultar atractivas para muchos votantes. Su estilo audaz y provocador puede resonar especialmente entre los jóvenes y aquellos que buscan líderes con energía y determinación para cambiar la realidad del país.

El crecimiento de la ultraderecha, un gran fracaso de la política tradicional

Por otra parte, y a coalición con todos los motivos expuestos anteriormente, cabe destacar que la aparición de la ultraderecha en la política de cualquier país es (y será) un enorme fracaso de la clase política tradicional. En el caso de Argentina, la población del país ha sido testigo de cómo las promesas electorales de mejorar la vida cotidiana, combatir la pobreza y brindar empleo digno han quedado en gran medida sin cumplir.

Por si fueran pocas todas estas promesas incumplidas, la polarización y la confrontación entre los partidos políticos han sido la norma en la política argentina. Las luchas partidistas y la incapacidad para llegar a consensos han llevado a la parálisis legislativa y a la percepción de que los políticos están más interesados en ganar puntos políticos que en resolver los problemas reales del país. Así, a pesar de las necesidades evidentes de reformas en áreas como la educación, la seguridad social y el sistema de justicia, las reformas estructurales han sido elusivas en Argentina. La falta de avances significativos en estas áreas ha dejado a muchos ciudadanos con la sensación de que los políticos convencionales son incapaces o no están dispuestos a abordar los problemas fundamentales del país.

Por último, y a modo de resumen, hay que volver a recordar que el apoyo a figuras políticas ultras no puede ser ignorado o minimizado, sino que debe ser entendido como un llamamiento a la acción por parte de la clase política establecida para abordar de manera efectiva las preocupaciones y las aspiraciones de aquellos que ven en estos candidatos una oportunidad de cambio real.