Un nostálgico rugido resurge. Argentina ha sido testigo -y partícipe- del nacimiento de un nuevo hijo de la ultraderecha a nivel internacional. A los Trump, Bolsonaro, Le Pen, Orban, Abascal y compañía hay que sumarle un nuevo nombre: Javier Milei. Su partido, Avanza Libertad, fue tercera fuerza tanto en la Provincia (7,5%) como en la Ciudad de Buenos Aires (17,03%) en las elecciones legislativas del pasado domingo. Es la primera vez desde la dictadura de Videla que la extrema derecha penetra en el Parlamento argentino y la izquierda tiene motivos para temer un auge ultra más allá de la aritmética parlamentaria.

Como cada noche electoral, los partidos venden su propia lectura de lo ocurrido. La autocrítica no suele formar parte del menú. El presidente argentino, Alberto Fernández, y su mentora y actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, fueron sin duda los grandes derrotados de la noche. El Frente de Todos perdió 5,2 millones de votos con respecto a las presidenciales del 2019, un 40%. De ese montante, el 41% de las voluntades sacrificadas se registraron en la provincia de Buenos Aires, territorio Kirchner. Con todo, el presidente Fernández trató de maquillar los paupérrimos resultados con un ejercicio de disonancia cognitiva como pocos se han visto en política: convocando un acto en la Playa de Mayo para “celebrar el triunfo”. No ganaron a nivel nacional, pues fueron segunda fuerza con un 33,6% frente al 42 de Juntos por el Cambio; se desangraron de papeletas e incluso el peronismo perdió la mayoría en el Senado por primera vez desde el año 1983.

La formación liderada por Mauricio Macri (Juntos por el cambio) quedó primera, pero tampoco ganó. Se dejó por el camino 1,17 millones de votos. ¿Y dónde fueron a parar? A Javier Milei. El economista autodenominado anarcocapitalista obtuvo un 17% de los votos en Buenos Aires, donde fue tercera fuerza.

Barbaridades a granel

Probablemente aún no les suene demasiado su nombre, pero pronto lo conocerán, pues amenaza con ser uno de los principales ejes vertebradores de la ultraderecha a nivel internacional tras consumar su potencial en Argentina. Pelo alborotado propio de una estrella de rock de dudoso estilo de vida, traje de economista de postín, de gesticulación exagerada, un estilo retórico que imita a un retoño que solloza y un discurso con trazas trumpistas y de Bolsonaro.

Javier Milei en la noche electoral de Argentina

Gusta de los exabruptos, la grosería, el enfrentamiento y, sobre todo, de la demagogia. Dice cosas como que “para terminar con la inflación” hay que “eliminar el Banco Central”, que hará un “sorteo público” para que la gente “se lleve su sueldo porque yo no lo voy a cobrar” y la joya de la corona: “En todas las cosas en las que se mete el Estado, lo arruina”. Es, en definitiva, un libertario que abusa del concepto de “libertad” como si de Ayuso se tratase. Está, de hecho, en contra del aborto porque considera que el ser humano nace en el momento de la concepción y nadie puede intervenir en la vida de un prenatal. Es contrario al Estado de Bienestar porque “la gente que haga lo que quiera, como si se quiere drogar, mientras yo no pague la cuenta”; y por el mismo motivo, se opone a la inmigración.

Pelo alborotado propio de una estrella de rock de dudoso estilo de vida, traje de economista de postín, de gesticulación exagerada, un estilo retórico que imita a un retoño que solloza y un discurso con trazas trumpistas y de Bolsonaro

La indiferencia no sucede a sus intervenciones. El tipo no tiene desperdicio. Tiene trazas de Trump, de Bolsonaro, de Abascal y de Ayuso. He aquí algunas de sus intervenciones. Juzguen ustedes mismos.

La ventana de oportunidad para la ultraderecha

La extrema derecha ha penetrado en el tablero político argentino y la oportunidad de la que goza Milei para ampliar su influencia va mucho más allá de sus resultados electorales. Peronistas y liberales -las dos fuerzas políticas predominantes- han propiciado un caldo de cultivo ideal.

En la víspera de las elecciones, y con las encuestas apuntalando el auge de Milei, Mauricio Macri optó por una estrategia que se asemeja mucho más a lo que hizo Pablo Casado con Santiago Abascal que a Angela Merkel frente a la extrema derecha alemana. El expresidente argentino legitimó a Avanza Libertad e incluso coqueteó con Milei. Ambos mantuvieron una actitud crítica, pero también se dedicaron algunos piropos -sobre todo en materia económica-. Atendiendo a la experiencia española, si Macri resuelve acercándose a los postulados ultras y radicaliza su mensaje, Milei tendrá barra libre. Sus ideas enraizarán y la hegemonía se verá modificada por un giro a la derecha. Habida cuenta de que Macri no hace ascos a los tics ultras, a buen seguro la derecha en Argentina se radicalizará.

Por otro lado, la propia naturaleza del peronismo facilita la consolidación de la extrema derecha. El Frente de Todos es una coalición con varias familias y corrientes que beben del peronismo, uno de los movimientos populistas por antonomasia. Como tal, el peronismo tiene un marcado carácter anti establishment. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando un movimiento populista anti statu quo se convierte en establishment?

Carlos Pagni: "5,2 millones de voluntades alineadas con el Gobierno ya no lo están

El peronismo gobierna actualmente en Argentina y desde la irrupción del General Juan Domingo Perón ha copado la Casa Rosada en no pocas ocasiones. Tal y como explico en mi libro La seducción de la extrema derecha, los populismos pueden desarticularse e incluso cambiar de signo en caso de que sus votantes consideren que sus demandas no han sido satisfechas pese a haber atesorado cotas de poder. La frustración puede ser tal que, los mismos que integraban ese Nosotros-Pueblo podrían abandonarlo e integrarse en un nuevo sujeto popular de igual articulación, pero de distinta ideología.

El sentimiento de deprivación relativa de los ciudadanos que integran movimientos populistas degenera en desapego hacia la clase política. El periodista y analista argentino Carlos Pagni apunta en su podcast Odisea que el “cuadro político” de Argentina cambió con la entrada en escena de Milei, pues su mensaje contra la Política y el Estado han seducido a los votantes más desencantados.

La coyuntura de crisis tras la pandemia de Covid ha fracturado al peronismo hasta el punto de que Fernández y Kirchner mantienen una lucha interna. La Cámpora y el oficialismo pretenden que la vicepresidenta sea la candidata en 2023 y otras familias consideran que Fernández debe mantenerse. El escenario es, por tanto, propicio para Milei, pues el peronismo ha de negociar un acuerdo con el Fondo Monetario que, a ciencia cierta, pedirá ajustes. “Son medidas antipáticas”, dice Pagni, quien además señala que “el ajuste se va a realizar sobre una sociedad” que ha abandonado al Ejecutivo: “5,2 millones de voluntades alineadas con el Gobierno ya no lo están”.

En suma, la “supervivencia” del oficialismo está “puesta en peligro”; lo que sumado a un Macri en proceso de radicalización dispone un barbecho ideal para Milei. Aciago destino el de la tierra del fuego.