La escalada de tensión entre España y Marruecos se encuentra a punto de alcanzar un nuevo techo de cristal. Hasta el momento cerca de 10.000 inmigrantes ilegales han conseguido sobrepasar las fronteras y llegar hasta las ciudades de Ceuta y Melilla.

Las discrepancias entre Marruecos - que utiliza el flujo migratorio como instrumento de presión diplomática- y España han desatado una crisis bilateral entre dos Estados  socios y que ya ha comenzado a trascender al ámbito europeo. Sobre todo después de que el líder del Frente Polisario, Brahim Gali, que continúa hospitalizado en nuestro país, entrara en el mismo con un pasaporte falso y con el apoyo de las autoridades españolas.

Según el Instituto de Seguridad y Cultura “Marruecos está utilizando tácticas de guerra híbrida contra España desde hace tiempo y en ese contexto debe entenderse que haya ‘agredido las fronteras de la Unión Europea (UE) como una forma de desviar su fracaso en política interior - especialmente en cuanto al estrategia de empleo- con estas acciones en política exterior”.

Para Marruecos, el Sáhara Occidental -provincia española reclamada por Marruecos y declarada por Naciones Unidas como territorio pendiente de descolonización-  ocupa en estos momentos una prioridad en la agenda del país en materia de política exterior. Además, según señala el profesor Carlos Echeverría, “se trata también de una táctica para desviar la atención respecto al fracaso de la gestión de la pandemia” y para ello no ha dudado en agredir las fronteras de la UE, lo que sitúa el conflicto en un contexto supranacional. Es decir, Marruecos estaría provocando la mayor crisis desde la invasión a la isla de Perejil en el año 2002.

No obstante, pese a las insistencias y esfuerzos de Rabat, según los expertos, se trata de “otra violación más del derecho internacional. De hecho, el país estaría llevando a cabo la misma estrategia en Ceuta - donde han entrado entre 8.000 y 10.000 inmigrantes ilegales, de entre los cuales 2.000 eran menores de edad y 7.500 ya han regresado a su país de partida-  y Melilla que la que ha mantenido durante décadas en el Sáhara Occidental.

La economía en B

Por otro lado, económicamente, Marruecos se ha convertido en el destino preferido para muchas empresas offshore de Europa, según la Asociación Europea de Outsourcing (EOA), debido a un régimen fiscal más barato; una mano de obra más barata y a la ausencia total de derechos laborales, sociales y medioambientales. Es por ello que, cada año un mayor elevado número de marroquíes y ciudadanos de otras nacionalidades intentan atravesar las fronteras para mejorar su situación laboral y derechos. Sin embargo, el gran negocio del país se encuentra en la droga. Las exportaciones de hachís -que generan 195.000 millones de euros- multiplican por ocho sus exportaciones globales como país, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Un dinero negro que va a parar directamente en manos de la corrupción y que sirve para la extorsión por parte del lobby marroquí en nuestro país.

Rol de Europa

Marruecos es el país extra comunitario que más ayudas recibe de la Unión Europea. Sin embargo, las escaladas frecuentes de tensión que mantiene con la Unión Europea respecto a la inmigración ilegal sigue siendo un foco de problema para el seno de la UE, que, además, negocia directamente la pesca con el país.

Por su parte, España continúa recibiendo el apoyo de sus socios europeos, como es el caso de secretario de Estado de Asuntos Europeos de Francia, Clement Beaune o Charles Michel, presidente del Consejo europeo: “Reafirmamos la solidaridad total europea con el Gobierno y las autoridades españolas en la cuestión migratoria”.

Es por ello que Marruecos busca apoyarse en otros socios para poder cargar contra sus vecinos continentales. La Agencia Oficial de Noticias de Marruecos (MAP) insiste en que “Europa se está muriendo y no tiene capacidad para proteger sus fronteras ni cohesión económica”. Por ello, el que es el mirador del Magreb y de los movimientos yihadistas en el Sahel, se ha posicionado del lado de Estados Unidos - que reconoce la plena soberanía de Marruecos sobre el Sáhara- y ha dado la espalda los países fronterizos.

Se trata de un triángulo complejo agravado por las decisiones del dictador Hassan VI, de establecer mejores relaciones con el Estado de Israel, que ha sido tradicionalmente un país enemigo de los estados árabes. De hecho, Rabat ya emprendió relaciones diplomáticas con Israel durante la última etapa como presidente de Estados Unidos de Donald Trump, con tal de mantener contenta a la administración estadounidense. Algo que ha sido visto de forma negativa por la mayor parte de la sociedad marroquí, comprometida con la causa palestina.

En estos momentos, el flujo de personas procedentes de la crisis migratoria ha cesado durante unos días y tanto España como Marruecos se encuentran negociando bajo la atenta mirada de la administración que ahora dirige Joe Biden.