El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se retracta. “Esta crisis no está bajo control”, ha asegurado. Por ello, el líder republicano busca soluciones desesperadas. La expansión del coronavirus ha puesto en jaque a la administración republicana, que busca su reelección el próximo mes de noviembre. Por ello, Donald Trumpnegacionista de la pandemia, ha decidido abrazar en estos momento el tan criticado programa sanitario Medicare, impulsado en el año 1965 y reforzado por Barack Obama en el año 2008.

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Un proyecto que pretendía reformular el sistema sanitario estadounidense, profundamente individualista, para convertirlo en un sistema de salud universal, similar al que tenemos en España. Entonces, como posteriormente, la propuesta fue duramente criticada por los sectores republicanos e incluso tumbada en el Congreso. Sin embargo, en estos contexto de crisis global, la idea de una sanidad gratuita no parece tan descabellada y actualmente está siendo  el quebradero de cabeza de Trump que se encuentra entre la espada y la pared y con un ojo en una recesión mundial llamando a la puerta del despacho oval.

“Alentamos a todos a maximizar el uso de la telesalud para limitar la exposición al virus”, afirma el presidente, que urge a que este servicio, el Medicare, sea parte de la respuesta contra el coronavirus en Estados Unidos. Ahora sí, ¿no?

¿Demasiado tarde?

Después de semanas de minimizar los efectos de la pandemia, Donald Trump espera que no sea demasiado tarde y reconoce que esta crisis puede alargarse hasta el mes de agosto: “Esto no está bajo control en ningún lugar del mundo”.

Jornada tras jornada, el presidente estadounidense ha comparado al Covid-19 con una gripe estacional cuando ni siquiera su Gobierno contaba con test suficientes -en el país solo se han hecho 25.000 pruebas hasta ahora- para evaluar la gravedad de la propagación.

A este escenario se suma la falta de consejo científico: hace dos años Trump disolvió al equipo especializado en pandemia de su Consejo de Seguridad Nacional. Una decisión de la que seguro hoy se arrepiente. En su lugar, encargó este departamento a su vicepresidente, Mike Pence, mientras su yerno y asesor, Jared Kushner - cuyo suegro es médico- se hacía un hueco en el gabinete. Escuchando los ‘sabios’ consejos de su suegro, durante este tiempo Kushner también habría acudido supuestamente a diversos grupos de Facebook para reunir conversaciones que pudieran servir de guía a Trump respecto a la crisis sanitaria. ¡Menudo nivel científico el de estos muchachos!

Sin embargo, la situación se ha complicado y haciendo caso al refranero, donde dije digo, digo Diego. El presidente intenta ahora dar la vuelta a la tortilla sanitaria: “Yo sentí que esto era una pandemia mucho antes de que otros la llamaran pandemia”. ¿De verdad? Quién lo diría.

Por ello, en los últimos días, las recomendaciones del Gobierno pasan por evitar acudir a restaurantes, reuniones de más de diez personas o el confinamiento de personas de avanzada edad. ¿Es suficiente? Seguramente no. El problema de un sistema sanitario tan individualizado como el estadounidense es la falta de garantía y acceso a recursos sanitarios de la totalidad de la población, especialmente de las clases más vulnerables.

Tampoco hay, a día de hoy, camas suficientes en los hospitales ni efectivos capaces para detener una pandemia descontrolada en un país de 330 millones de habitantes. Por ello, seguramente en las próximas semanas el Gobierno se vea obligado a adoptar medidas más drásticas que las tomadas hasta el momento que lleven incluso a movilizar a su ejército con el objetivo de detener el avance del virus de Wuhan.

Una medida que, por cierto, ya han dejado algunos de sus rivales en la carrera presidencial durante estos días. Es el caso de Joe Biden, aspirante demócrata propone sacar a los militares a la calle para ayudar a las autoridades en la respuesta contra el brote. De hecho, Biden, que fue vicepresidente del Gobierno entre los años 2009 y 2017, recordó como en el año 2004, Barack Obama envió a 4.000 soldados estadounidenses a África Occidental para ayudar a detener el avance del virus del ébola.

En definitiva, al únísono demócratas como Biden (77 años) o Sanders (78 años) -ambos en la carrera electoral- reclaman a Trump tratamientos gratuitos para combatir el coronavirus y la implantación definitiva de un “Medicare for all”  en el que se incluya a los inmigrantes, esos a los que Donald Trump tiene tan poco afecto. La pregunta ahora es, ¿se pondrá las pilas el presidente de la nación más poderosa del mundo?