La tensión internacional vuelve a mirar hacia América Latina, donde la relación entre Venezuela y Estados Unidos atraviesa un momento especialmente frágil. En las últimas semanas, el clima político entre ambos países se ha endurecido de manera progresiva, impulsado por acusaciones cruzadas, movimientos militares y designaciones que han elevado el tono de un conflicto diplomático que parecía estancado pero contenible. La falta de canales de diálogo estables, unida al simbolismo político que ambos gobiernos otorgan a esta confrontación, ha creado un escenario de creciente preocupación regional en el que múltiples actores observan con atención los próximos pasos.
En este contexto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha defendido este lunes que “hagan lo que hagan, no van a poder con Venezuela”, una declaración que llega en plena escalada con Estados Unidos tras la decisión de Washington de designar al denominado Cártel de los Soles como organización terrorista extranjera y reforzar su despliegue militar en el mar Caribe. La frase, pronunciada en su programa emitido por la cadena estatal VTV, sintetiza la estrategia comunicativa de Caracas ante un momento especialmente delicado para la política exterior venezolana.
“Hagan lo que hagan, cómo lo hagan, dónde lo hagan, no van a poder con Venezuela. Somos invencibles”, aseguró el mandatario durante la emisión, donde también denunció la existencia de “amenazas, guerras psicológicas, políticas (y) diplomáticas”. Con esa misma línea discursiva, Maduro insistió en presentar a Venezuela como una nación resistente a cualquier intento de presión externa, reforzando una idea que ha utilizado de forma constante en periodos de crisis.
A pesar del tono desafiante, el presidente quiso subrayar su apuesta por la estabilidad interna: “Seguirá siendo nuestra victoria, lograda a pulso por nuestros propios esfuerzos”, declaró. Este matiz busca mantener el equilibrio entre la denuncia de una supuesta ofensiva estadounidense y la promesa de preservar la calma dentro del país, un aspecto fundamental para un Gobierno que atraviesa dificultades económicas y sociales prolongadas.
Washington apunta al narcotráfico para justificar su estrategia
Las declaraciones de Maduro han llegado en un momento especialmente sensible: la víspera de la visita a Trinidad y Tobago del jefe del Estado Mayor estadounidense, Dan Caine, apenas 24 horas después de la designación del Cártel de los Soles. Esta secuencia ha sido interpretada en Caracas como una señal de presión creciente, más aún cuando la visita se produce tras la finalización de los ejercicios militares conjuntos entre marines estadounidenses y tropas trinitenses en aguas del Caribe. Para el Gobierno venezolano, la coincidencia temporal refuerza la tesis de una estrategia coordinada para cercar diplomática y militarmente al país.
La Administración de Donald Trump, que ha autorizado a la CIA a operar en territorio venezolano, ha colocado en el centro de su discurso el presunto papel del Cártel de los Soles en el tráfico de drogas. Bajo esta justificación, Estados Unidos ha reivindicado ataques contra supuestas narcolanchas en el Caribe, aunque estas operaciones también se han extendido al Pacífico oriental, sumando hasta el momento 83 muertos en 21 intervenciones. Washington sostiene que estas acciones forman parte de una estrategia para frenar las redes internacionales del narcotráfico; sin embargo, Caracas las interpreta como una maniobra encubierta para legitimar una presión militar creciente sobre el país.
Aunque Maduro no se refirió directamente al grupo en su intervención, sí lo hizo el ministro de Exteriores venezolano, Yván Gil, quien reaccionó al anuncio sobre la organización calificándola de “inexistente” y denunciando que se trata de una “ridícula patraña” destinada a justificar una “intervención ilegítima” en el país. El Gobierno venezolano sostiene desde hace años que el llamado Cártel de los Soles es una construcción política impulsada desde Estados Unidos para desestabilizar al Estado y erosionar la legitimidad de sus instituciones.
Un conflicto que amenaza con desbordar las fronteras
La existencia o no de esta supuesta estructura del narcotráfico es uno de los debates más recurrentes entre expertos y analistas internacionales. Mientras algunas investigaciones señalan que no se trata de un cártel con jerarquía, estructura o mando unificado, sino de una red de corrupción fragmentada integrada por altos cargos militares y políticos que habrían obtenido beneficios puntuales mediante acuerdos con organizaciones del narcotráfico, otras fuentes sostienen que sí existe una articulación más profunda entre sectores del Estado venezolano y actividades ilícitas. Esta ambigüedad alimenta tanto las acusaciones de Estados Unidos como la defensa venezolana, que se apoya en la falta de pruebas concluyentes para cuestionar la narrativa estadounidense.
Más allá del debate sobre el Cártel de los Soles, la escalada actual vuelve a colocar a Venezuela y Estados Unidos en un terreno de desconfianza mutua que se proyecta sobre el conjunto de la región. El incremento de la presencia militar norteamericana en el Caribe, unido a la retórica combativa de Caracas, genera inquietud en los gobiernos vecinos, especialmente en aquellos que mantienen relaciones comerciales o fronterizas con Venezuela. Organismos internacionales han llamado a la prudencia, recordando que un aumento de la tensión puede tener consecuencias impredecibles, no solo para ambos países sino para todo el entorno geopolítico del continente.