Joe Biden, presidente de Estados Unidos, ha confirmado este viernes el envío de bombas de racimo a Ucrania para la contraofensiva frente a Rusia pese a que los aliados han mostrado su rechazo. No solo países como Alemania o Francia se han opuesto, sino también varias ONGs, que son firmantes de un convenio que prohíbe el uso de este tipo de armas, peligrosas para la población civil, especialmente los niños, incluso años después de lanzarse.

No obstante, tanto Alemania como Francia, manteniendo una postura prudente, han evitado criticar abiertamente a Washington en las declaraciones que han hecho antes del anuncio oficial.

Según ha confirmado el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, Estados Unidos incluye munición de racimo dentro de un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania. Por su parte, el gobierno de Volodímir Zelenski considera las bombas de racimo especialmente útiles en la fase de la contraofensiva frente a Rusia, golpeando a las tropas rusas atrincheradas en posiciones defensivas, aún sabiendo que lanzar esta munición en su propio territorio supondrá una amenaza a futuro.

"Ucrania necesita artillería para mantener sus operaciones ofensivas y defensivas. La artillería está en el centro de este conflicto. Ucrania dispara miles de proyectiles al día para defenderse de los intentos rusos de avanzar y también para apoyar sus propios esfuerzos por recuperar su territorio soberano", ha dicho Sullivan.

Además, ha asegurado que Rusia ha utilizado masivamente este tipo de bombas y que Ucrania las empleará con cuidado para intentar minimizar el riesgo para la población civil. “Reconocemos que las municiones de racimo crean un riesgo de daños a civiles por artefactos sin estallar. Por eso hemos aplazado la decisión todo lo que hemos podido. Pero también existe un enorme riesgo de daños civiles si las tropas y los tanques rusos arrollan las posiciones ucranianas y toman más territorio ucraniano y someten a más civiles ucranianos”, ha subrayado el portavoz estadounidense.

Críticas internacionales

Muchos países europeos han mostrado su rechazo a la utilización de este tipo de munición. Y es que muchos de los Estados son signatarios del tratado que las prohíbe y, aunque quieren reforzar las capacidades militares ucranianas para poner culminar su ofensiva contra Rusia, países como Alemania tienen claros sus límites.

“Yo también he seguido los informes de los medios de comunicación. Como Estado contratante, se nos aplica el Acuerdo de Oslo”, dijo Annalena Baerbock, ministra de Asuntos Exteriores alemana.

No obstante, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha dicho este viernes que corresponde a cada Estado miembro de la Alianza, de manera individual, decidir si entrega las bombas de racimo o no a Ucrania. “Corresponde a los aliados individuales tomar decisiones sobre la entrega de armas y suministros militares a Ucrania y corresponderá a los Gobiernos decidir, no a la OTAN como Alianza”, ha asegurado.

Por su parte, organizaciones como Human Rights Watch (HRW) han pedido a Estados Unidos no suministrar este tipo de armas.

La peligrosidad de las bombas de racimo

Este tipo de bombas se han utilizado en decenas de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial, pero hace ocho años Estados Unidos decidió eliminarlas de su arsenal por el peligro que suponen para la población civil, no solo en el momento de su uso, sino a futuro.

Fue concretamente en el Tratado de Oslo, en diciembre de 2008, cuando un total de 92 Estados firmaron la Convención sobre las Municiones en Racimo, que prohíbe la producción, el almacenamiento, el uso y la exportación de bombas de racimo. España se encuentra entre estos firmantes que se comprometieron a no emplear, desarrollar, adquirir, almacenar, conservar o transferir a nadie, bajo ninguna circunstancia, este tipo de bombas.

Las bombas de racimo explotan en el aire sobre un objetivo, liberando decenas de explosivos más pequeños en un área amplia, muchos de los cuales no acaban por estallar, que es lo que crea un problema de seguridad para la población civil en el largo plazo.