La rápida caída de Afganistán en manos de los talibanes ha dejado multitud de incógnitas sobre lo ocurrido. Tal ha sido la sorpresa para todos que, desde sus propias filas, se han mostrado atónitos. "Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba, deberíamos mostrar humildad ante Alá. Ahora es el momento de la prueba, ahora se trata de cómo servimos y aseguramos a nuestra gente, y aseguramos su futuro", decía el líder de los talibanes, Mullah Baradar.

El gobernador del Banco Central de Afganistán (DAB), Ajmal Ahmady, ha explicado a través de un hilo de Twitter cómo vivió la caída del Gobierno del país. "El colapso del Gobierno en Afganistán la semana pasada fue tan rápido y completo que resultó desorientador y difícil de comprender. Así es como parecían desarrollarse los hechos desde mi perspectiva como gobernador del Banco Central", ha escrito en un primer tuit publicado el pasado lunes.

"Aunque gran parte de las zonas rurales cayeron en manos de los talibanes en los últimos meses, ¡la primera capital de provincia en caer fue hace apenas una semana y dos días! El viernes 6 de agosto cayó Ziranj. En los seis días siguientes, cayeron otras provincias, sobre todo en el norte", publica este mostrando su sorpresa ante el rápido avance de los talibanes.

En su siguiente mensaje, el líder del Banco Central afgano hace referencia a los múltiples rumores acerca de que las órdenes para no luchar contra los talibanes venían de arriba. "Parece difícil de creer, pero sigue existiendo la sospecha de por qué las ANSF (Fuerzas de Seguridad Afganas) abandonaron sus puestos tan rápidamente. Hay algo que queda sin explicar", reflexiona en su tercer tuit.

"La volatilidad de la moneda y otros indicadores habían empeorado, pero el DAB (Banco Central de Afganistán) fue capaz de estabilizar el entorno macroeconómico relativamente bien durante la última semana, dado el deterioro del entorno de seguridad", asegura el dirigente de dicho organismo. "Entonces llegó el jueves pasado", concluye el alto cargo en su cuarto mensaje. "Asistí a mis reuniones normales. Ghazni cayó por la mañana. Salí del trabajo y, para cuando volví a casa, también cayeron Herat, Kandahar y Baghdis. Helmand también estaba bajo un serio ataque", narra Ajmal Ahmady.

En un quinto mensaje el gobernador explica lo que ocurrió el viernes: "Recibimos una llamada en la que se nos comunicaba que, dado el deterioro del entorno, no recibiríamos más envíos de dólares. La gente difundió el rumor de que yo había huido el viernes. El sábado, DAB tuvo que suministrar menos divisas a los mercados, lo que aumentó aún más el pánico", relata este.

"La moneda pasó de un valor estable de 81 a casi 100 y luego volvió a 86. El sábado tuve reuniones para tranquilizar a los bancos y a las cajas de cambio para que se calmaran", comenta Ahmady asegurando con incredulidad: "No puedo creer que fuera un día antes de que cayera Kabul".

El dirigente del Banco Central de Afganistán explica entonces lo que ocurrió horas después. "El sábado por la noche, mi familia me llamó para decirme que la mayoría del Gobierno ya se había ido. Me quedé estupefacto", describe este. "Una evaluación de seguridad pronosticó con precisión la llegada de los talibanes a Kabul en 36 horas y su caída en 56 horas. Me preocupé y compré billetes para el lunes por precaución", continúa el alto cargo.

Ajmal Ahmady describe cómo el domingo comenzó a trabajar mientras las noticias a lo largo de la mañana eran cada vez más alarmantes. "Abandoné el banco y dejé a los ayudantes al cargo. Me sentí muy mal por dejar al personal", relata este en uno de sus mensajes.

"Pero llegué al aeropuerto y vi que Mohaqeq, Rahmani, Massoud, etc. ya estaban allí. El jefe del parlamento parecía contento", explica este sobre algunos dirigentes del Gobierno a los que se encontró a su llegada al aeropuerto. Tras ello, Ahmady cuenta que vio al vicepresidente segundo, Sarwar Danish, marchándose a Catar mientras existían rumores de que el vicepresidente, Amrullah Saleh, ya había dejado el país.

El gobernador del Banco Central de Afganistán cuenta como ministros y otras personalidades se encontraban esperando algunos vuelos que finalmente fueron cancelados. Después de conseguir un billete para las 7 de la tarde con Kam Air, saltó la noticia de que el presidente del país, Ashraf Ghani, se había marchado, según este, "para evitar un derramamiento de sangre".

En otro de sus tuits, Ajmal Ahmady asegura que fue en ese momento cuando supo que cancelarían su vuelo y habría caos. "Como era de esperar, los empleados y los militares abandonaron sus puestos. Todo el mundo corrió hacia las puertas para subir al vuelo de Kam Air. Más de 300 pasajeros embarcaron en un avión de 100 plazas", aparato que no contaba ni con piloto ni con combustible.

El alto cargo explica que entonces decidió desembarcar y vio un avión militar al que estaban subiendo abordo personal de la embajada. Ajmal Ahmady cuenta cómo las fuerzas de seguridad trataban de retener a la gente con disparos mientras algunos de sus "compañeros"le ayudaron a embarcar en el avión.

"No tenía por qué acabar así", lamenta el gobernador del Banco Central de Afganistán. "Estoy indignado por la falta de planificación de los dirigentes afganos. Vi en el aeropuerto cómo se marchaban sin informar a los demás", señala sin dudar. "Pregunté en el palacio si había un plan de evacuación/vuelos chárter. Después de 7 años de servicio, me encontré con el silencio", revela Ahmady.

En uno de sus últimos mensajes este cuenta lo que sintió días atrás: "Durante los últimos días, temí no sólo los riesgos relacionados con los talibanes”, puesto que este fue avisado de que estos le estaban buscando, "sino el miedo al periodo de transición una vez que no haya una cadena de mando". El dirigente lanza una serie de dardos hacia el Gobierno comenzando por el presidente del que dice que no puede perdonar por crear esa situación sin un plan de transición.

"No los he criticado hasta ahora, pero las figuras clave, Fazel Fazly (director general de la Oficina Administrativa del Presidente) y Hamdullah Mohib (Asesor de Seguridad Nacional), eran demasiado inexpertos en sus funciones, y el fracaso del presidente fue que nunca reconoció esas debilidades. Él mismo tenía grandes ideas, pero una mala ejecución. Si he contribuido a ello, asumo mi parte de culpa", concluye este.